Zamora es una ciudad completamente desconocida, excepto por su Semana Santa. Es una ciudad pequeña, con mucho encanto, historia y cultura. Caminar por sus calles es un auténtico placer, unido a que cada bar, taberna o restaurante de la ciudad te hace sumergir en los más exquisitos placeres del arte del “tapeo”.
Una de las imágenes que más fascina al visitante son sus murallas. Edificadas sobre las peñas de Santa Marta. Son sus murallas las que dieron el “apodo” de ”la bien cercada” o la famosa frase de “Zamora no se ganó en una hora”, por la dificultad que encontraban enla EdadMediaaquellos que pretendían conquistarla.
Las murallas, las puertas de Zambranos, Doña Urraca y la de Olivares, la casa del Cid, el remodelado Castillo, las iglesias románicas, los palacios renacentistas y su configuración de calles estrechas, empedradas y altos tapiales, presidida por la imponente cúpula dela Catedral, dan a Zamora un escalofriante contexto medieval.
El románico es el principal estilo arquitectónico en el casco antiguo. Este recinto alberga más de veinte iglesias de éste estilo, de las que una gran parte conservan aún su estructura original.
Sin embargo, es posible encontrar iglesias y edificios góticos, renacentistas e incluso modernistas, de éste último estilo es imposible no admirar los edificios que conformanla Plazade Sagasta, de ésta Plaza parten las dos arterias principales del comercio y la vida social de los zamoranos, Santa Clara y San Torcuato. Calles paralelas, peatonales e intercomunicadas.
Estando el origen de Zamora sobre un promontorio sobre el río Duero, un paseo por sus orillas y por su puente románico nos hacen vivir en primera persona la historia del pasado en el presente.
Pero conocer Zamora no sólo se hace pateando sus calles, hay que conocer a sus gentes para valorar la belleza de ésta ciudad. Y qué mejor manera de acercarnos a ellos que compartiendo “mesa y mantel” en los muchos lugares donde se dan cita, sin excepción ni edad, amigos y familias zamoranas.
Estos son algunos de los lugares imprescindibles para congeniar con los zamoranos y llevar un buen sabor de boca de su ciudad.
El tapeo en Zamora se puede comenzar a partir de las 12 de la mañana, la ciudad se puede diferencia por tres zonas, aunque todas ellas se recorren a pie en menos de 30 minutos.
Una de las más destacadas es la denominada genéricamente “Los Lobos”, entre las calles de San Torcuato y Santa Clara, desgajándose en pequeñas callejuelas, donde se concentran algunos de los bares más típicos.
En la calle Alfonso de Castro encontramos el Bar el Abuelo, donde podremos degustar las crestas de gallo en salsa, los pimientos rojos asados, los cojonudos (huevo de codorniz y chorizo) o la lengua de ternera, aquí la hacen exquisita. Es interesante pedir sólo tapa, por su excelente precio y porque así se puede probar de más cosas, las raciones son grandes.
El Bar Bambú, en la misma calle, tiene a “los tiberios”, mejillones en salsa picante de tomate, como principal tapa, son simplemente espectaculares, posiblemente los mejores. También tienen patatas bravas con la misma salsa. Teniendo en cuenta que la tapa es picante, un buen tinto de Toro es el mejor acompañamiento.
La Casa de los Callos está a escasos 20 metros de el Bar Abuelo, como no podía ser menos, la tapa por excelencia son los callos, simplemente exquisitos.
El Lobo, es el que da nombre a esta coqueta zona. Se ubica en la calle el Aire. Pinchos morunos que sí. Se llaman que sí a los que pican y que no a los que no pican, los que prueben “uno que sí” repetirán. Todo ello acompañado con una cañita fresca de cerveza y se rozará el cielo.
Son otros los que nos podremos encontrar en ésta y en las otras zonas, sin desmerecer ninguno de ellos a los que aparecen en ésta breve referencia.
Éste breve paréntesis nos permitirá conocer a los habitantes de ésta pequeña ciudad y entender, al pasear por sus calles, las pequeñas cosas que saldrán a nuestro paso y no dejarán de sorprendernos.
Belén Panero