La localidad zamorana de Benavente celebra un año más la Semana Santa, manifestación cultural y religiosa profundamente arraigada en el sentir de los benaventanos que, como en otros muchos lugares, se caracteriza por su sobriedad.
La Ermita de la Soledad es el punto de partida y final de prácticamente todas las Procesiones de la Semana Santa de Benavente, pues es aquí donde se inician y a donde vuelven los pasos y devotos a la finalización de las mismas. Construida por la Cofradía de la Cruz a comienzos del siglo XVI para sustituir a la que hasta entonces era su antiguo y primitivo emplazamiento, situado en el solar que hoy en día ocupa el Hospital de la Piedad, el templo ha tenido una larga y fructífera historia. El escudo franciscano que podemos admirar en su fachada nos habla de la importante vinculación que tuvo con la orden franciscana, impulsora y propagadora del culto a la Pasión del Señor y con el desaparecido convento que tuvo en la ciudad.
Desde sus orígenes y hasta la actualidad ha sido la encargada de guardar la mayor parte del patrimonio escultórico de la Semana Santa benaventana, un legado que a lo largo de los siglos ha sufrido reveses, en muchas ocasiones irreparables, como fue el infringido por las tropas napoleónicas durante la Guerra de Independencia y que finalizó con la quema de numerosas y bellísimas imágenes. Un triste acontecimiento que dejó por escrito Pascual Madoz en su Diccionario Geográfico, Histórico y Estadístico de España y sus Posesiones en Ultramar.
La imaginería de la Semana Santa de Benavente es un completo catálogo de diferentes etapas históricas y gustos estéticos que posee un importante merito artístico. Anónimas algunas, otras ejecutadas por escultores y tallistas de prestigio, las hay también creadas por artesanos y entalladores locales. En el trabajo escultórico podemos admirar imágenes con un claro sabor medieval como el Ecce Homo, otras cargadas de efectismo barroco como el Paso de la Desnudez o “Redopelo”, sin olvidarnos de la imaginería de finales del siglo XIX impulsada por la burguesía de la época como Nuestra Señora de las Angustias o La Soledad.
Pero es durante los años veinte del siglo pasado cuando se produce una auténtica renovación del fenómeno procesional con la llegada de numerosos pasos e imágenes que vienen a enriquecer el repertorio icnográfico. Y esto es posible gracias a las obras del afamado escultor valenciano Pío Mollar, El Yacente o La Oración del Huerto, caracterizadas por el colorido y la luminosidad levantina. Esta transformación de la imaginería benaventana que se completa en los años cincuenta con dos aportaciones muy significativas: el grupo de la Crucifixión, llamado también de la Cuarta Palabra y el Flagelado o Cristo Atado a la Columna obra del escultor local José Luís Alonso Coomonte.
Procesiones de la Semana Santa de Benavente
Diferentes han sido los actos llevados a cabo durante el año con el objetivo promocionar la Semana Santa; presentaciones en la Feria Internacional de Turismo de Interior de Valladolid y en la Ermita de Nuestra Señora del Amparo de Medina del Campo, exposiciones, conciertos…, hasta llegar al pasado sábado día 30 que tuvo lugar el Pregón Oficial en la Iglesia de Santa María la Mayor. Así mismo, la semana anterior tendrán lugar otros actos como la Ronda Lírica Pasional (viernes 12) y a continuación el concierto del coro de la Escuela de Música “Duquesa Pimentel”.
Pero es el Domingo de Ramos cuando oficialmente se puede decir que comienza la Semana Santa benaventena con la Procesión de las Palmas (domingo 14, 11:00 horas), en la que desfila el Paso de Jesús en la Borriquilla. Imagen realizada a mediados del siglo XX, presenta una estética muy al gusto de la época y que idealizaba la figura de Jesús.
La siguiente de las procesiones tendrá lugar el Martes Santo. A las 21:15 horas en la Ermita de la Soledad dará comienzo la Procesión de las Tinieblas y en ellas desfilas las imágenes de La Verónica, obra de 1952; la Virgen de las Angustias del primer tercio del siglo XIX y el Cristo Yacente, realizado en el año 1930 por el escultor valenciano Pío Mollar.
El Miércoles Santo es el día reservado para la Procesión del Silencio (a partir de las 20:00 horas) que comienza en la Parroquia de Santa María del Carmen de Renueva y en la que desfilan las imágenes de Nuestro Señor Flagelado, realizada a mediados del siglo XX por el escultor benaventano José Luís Alonso Coomonte y el Santísimo Cristo de la Salud, talla anónima del siglo XVI.
La Procesión de la Santa Vera Cruz tiene lugar el día de Jueves Santo a las 21:00 horas. Por este orden procesionan La Santa Cruz, de principios del siglo XX y considerada la insignia de la Cofradía de la Santa Vera Cruz; el Paso de la Oración en el Huerto, otra obra realizada por el artista valenciano Pío Millar; la imagen del Ecce Homo, anónima del siglo XVI; Jesús Nazareno, una de las más veneradas de la Semana Santa benaventena y que podría estar fechada en el siglo XVIII; el Paso de la Desdunez o “Redopelo”, conocida popularmente como “El Judío del Clavo” debido a que el sayón que agachado venera la cruz sujeta un calvo entre los dientes y la Virgen de la Soledad, obra de mediados del siglo XIX.
El Día de Viernes Santo se presenta como el día más intenso y probablemente más emotivo de la Semana Santa. Varias son las procesiones que se llevan a cabo, empezando por la Procesión del Encuentro (08:00 horas) con las imágenes de Jesús Nazareno y Nuestra Señora de los Dolores “La Dolorosa”; el Recorrido de Oración al Cristo de los Afligidos (12:45 horas); el Canto del Miserere en la Iglesia de Santa María del Azogue (20:15 horas) y finaliza el día con la Magna Procesión del Santo Entierro (21:00 horas) con las imágenes de la Verónica, el Cristo de los Afligidos, talla del siglo XIV de autor anónimo; el Grupo Escultórico del Calvario, adquirido en la década de los cuarenta del siglo pasado; el Paso de la Virgen y San Juan ante el Sepulcro, que incremento la imaginería Benavente a principios de la década de los 2000; la imagen de la Piedad; el Cristo Yacente y la Santísima Virgen de las Angustias.
Con motivo del Centenario de la actual imagen de la Dolorosa, el Sábado Santo (18:00 horas) se llevará a cabo por los Hermanos de la Cofradía Jesús Nazareno un Itinerario de Oración de la Dolorosa.
Y llegamos al Domingo de Resurrección, último día de la Semana Santa, con la celebración de la Procesión del Santo Entierro (12:40 horas) acompañada por los niños de la Cofradía de Nuestro Señor Jesús a la entrada de Jerusalén y en la que participan las imágenes del Cristo Resucitado y Nuestra Señora de las Angustias.
Patrimonio religioso de Benavente
Una interesante propuesta que hará que vuestra visita sea más enriquecedora es descubrir el patrimonio religioso de la ciudad de Benavente. Además de la Ermita de la Soledad, de la que os hemos hablado al principio de este artículo, son dignas de ser visitadas las iglesias de San Juan del Mercado, la de Santa María del Azogue y el Hospital de la Piedad.
La Iglesia de San Juan del Mercado fue construida en el siglo XII por iniciativa de doña Eldoncia, hija de los Condes Osorio y Teresa, y con el apoyo económico de la Orden del Hospital de San Juan, pasando a estar bajo la protección de ésta y tomando la advocación de San Juan, que todavía hoy mantiene. Edificada bajo un puro estilo románico, cuenta con tres portadas destacando la situada al mediodía y que presenta un importante desarrollo iconográfico. El tema central esta dedicado a la Adoración de los Reyes Magos y esta rematada con escenas relacionadas con el nacimiento de Jesucristo; de interés son también las figuras que presentan algunos restos de la policromía original. En el interior podremos admirar restos de pinturas destacando un fresco que representa la escena de la Virgen con su hijo muerto en sus brazos junto a la cruz, esculturas procedentes de iglesias de Benavente ya desaparecidas y un retablo gótico atribuido a algún discípulo de Juan de Borgoña.
La iglesia de Santa María del Azogue es el principal monumento artístico de Benavente y su construcción pudo realizarse en la época de la repoblación de la ciudad llevada a cabo por Fernando II hacia el año 1180. Como curiosidad contaremos que su nombre, Azogue, deriva de un vocablo árabe que significa mercado, el cual se celebraba durante la Edad Media en los alrededores del templo. En lo que se refiere al estilo arquitectónico diremos que la planta general y la cabecera responden al estilo románico, aunque una mirada más detallada nos muestra los diversos estilos artísticos por los que ha pasado su fábrica. Cuenta con cinco ábsides semicirculares y en su decoración se observa una clara influencia del estilo cisterciense, y concretamente del monasterio de Moreruela, situado muy cerca de aquí, en la localidad de Granja de Moreruela. Tiene además tres fachadas, la del sur tiene por tema el “Agnus Dei” o cordero místico, la del norte carece de desarrollo iconográfico, pero sin embargo ofrece una excelente muestra de decoración vegetal y esquemática y la oeste es de más reciente creación presentado una clara influencia clasicista. En el interior destacan varios retablos y un conjunto escultórico que se encuentra en perfecto estado de conservación, en el que sobresale una Virgen con el Niño, de talla románica, y sobre todo, el conjunto de la Anunciación, realizado en piedra policromada, probablemente en el siglo XIII.
El Hospital de la Piedad es una muestra de los diferentes hospitales y asilos con que conto la ciudad de Benavente. Su fundación se debe al quinto conde de Benavente, don Alfonso Pimentel y a su esposa, doña Ana de Herrera y Velasco y fue creado con el objetivo de acoger a los peregrinos. La fachada es una bella muestra del arte del primer Renacimiento español, aunque presenta bastantes influencias góticas y en interior destaca el patio de planta cuadrada con columnas que simulan el estilo dórico. Es imprescindible realizar una visita a la capilla del Hospital, para lo que es necesario solicitar permiso en el mismo lugar pues ésta se encuentra cerrada, abriendo sus puertas únicamente cuando hay culto. En ella podremos admirar la verja de hierro forjado adornada con un friso decorado con motivos de estilo gótico, el sepulcro de don Juan Pimentel, sobrino de los condes fundadores y el grupo escultórico la Muerte de San José.