Así, una jovencísima Sancha de Pamplona, hermana de la Urraca que estamos glosando y tercera hija de los reyes de Pamplona, se casaría con Ordoño II, que ya había superado los 50.
Para algunos historiadores (otros afirman que no es posible determinar la fecha) el 12 de octubre de un posible año de 916 nacía en Pamplona Urraca, la hija mayor de los reyes Sancho Garcés I, efectivo primer rey de Pamplona, y Toda, un verdadero personaje digno de varias novelas y hasta de alguna serie televisiva.
Pero, podría preguntarse alguien, dado que no está clara ni la fecha exacta de su nacimiento ni aun el año, ¿a qué viene intentar una aproximación a esta que fue reina de León, por su matrimonio con Ramiro II, entre el año 932 y 951, fecha del fallecimiento de su marido?
Habría varias respuestas, entre las que no es desdeñable el hecho de que Ramiro debe ser considerado, por sus hechos incontestables, por su habilidad en las batallas (solo la de Simancas debería encumbrarle a la gloria de los héroes hispanos), por su forma de llevar el gobierno del Reino (salvo en el caso de sus relaciones con el traidorzuelo conde de Burgos Fernán González), por el impulso dado a la Reconquista y a la repoblación de las nuevas tierras…, incluso por su forma de encarar la muerte, como uno de los grandes reyes; no solo del Reino de León, sino de la Edad Media europea y esta Urraca fue la que le acompañó en el papel de reina a lo largo, prácticamente, de toda su vida como rey de León; en efecto, casó con él, al año siguiente de haber tomado posesión del solio regio.
Cierto es que Ramiro había estado casado con Adosinda Gutiérrez, hija del conde Gutierre Osorio y Aldonza Menéndez, pero esta era hermana de su madre Elvira Menéndez, por lo que el matrimonio fue finalmente declarado nulo, después, eso sí, de haber engendrado tres hijos: Bermudo, que murió siendo niño, Ordoño, que reinaría en León con el ordinal tercero y Teresa, que sería la segunda esposa del rey García Sánchez I de Pamplona. Mas, podríamos también argumentar que en la época a la que estamos haciendo alusión, Ramiro no era sino una especie de pequeño rey, dependiente del Reino de León, en la zona del Portuscale, con capital en Viseu.
Pero, volviendo a nuestra argumentación anterior, Urraca, podríamos decir, no es más que una pieza que se utilizó en el engranaje de las relaciones tejidas entre los diferentes reinos peninsulares, tratando de ensanchar sus fronteras de influencia; en este caso entre el Reino de León y el naciente Reino de Pamplona.
En efecto, ya no era la primera vez que ambos reinos se habían encontrado, especialmente, por mor de un enemigo común: el emirato y luego el califato de Córdoba. En este caso, podríamos también señalar que había sido, precisamente, el rey de Pamplona el que se había dirigido a León solicitando ayuda, de manera especial, tras la victoria de Ordoño II, en la batalla de Castromoros, uno de los grandes hitos de la Edad Media, cuyo resultado fue una enorme derrota para los musulmanes y así lo describen los cronistas, aunque entendemos que un tanto exageradamente (la publicidad política ha funcionado en cualquier época): «el número de sus cadáveres excedía del cómputo de los astros, pues desde la orilla del río Duero hasta el castillo de Atienza y Paracuellos, todo el territorio se hallaba cubierto de cadáveres».
Sea como fuere, el Reino de León había alcanzado ya una madurez, en la época de Ordoño II (algo que se acrecentaría en la de su hijo Ramiro II) y el resto de las entidades del norte de la Península (reinos o condados) buscaban su amistad y protección.
Así, una jovencísima Sancha de Pamplona, hermana de la Urraca que estamos glosando y tercera hija de los reyes de Pamplona, se casaría con Ordoño II, que ya había superado los 50. El matrimonio apenas duró unos meses, puesto que Ordoño fallecería al año siguiente, de muerte natural, siendo enterrado en la Catedral de León, parte de su antiguo palacio que había cedido a la iglesia, tras la citada victoria de Castromoros.
Así comenzaría toda una serie de matrimonios entre infantas de Pamplona con príncipes, infantes o incluso reyes de León, como fue el caso de Urraca. Y lo más significativo es que se trataba de la hermana mayor de Sancha. Ya hemos aludido también al caso contrario, una infanta de León, hija de Ramiro, Teresa, casada con García Sánchez I de Pamplona.
Urraca, pues, casó con Ramiro II, como apuntábamos, en el año 932 y falleció cinco años después que el rey, que se había despedido de este mundo, en el 951, a la edad de 53 años, con la misma ceremonia que se describe para San Isidoro.
En la iglesia (hoy la más antigua de León) de Palat del rey, cedida a su hija Elvira que había entrado en religión, se despojó de sus atributos regios, le vistieron de sayal y cubrieron su cabeza con ceniza para volver a Dios como había venido al mundo: “todo lo que me diste te lo devuelvo…”; palabras que utilizaría Fernando I, en ritual semejante, en este caso en la Iglesia Palatina del Santo Isidoro.
Hemos hablado de una hija, Elvira, pero Urraca también fue madre de otro hijo, Sancho, el primero de ese nombre en la nómina de los reyes de León. Gobernaría, por lo tanto, con el ordinal primero y sería apodado el Craso o el Gordo.
Lo extraordinario de ese enlace entre Ramiro y Urraca es que Ordoño, el padre del rey, se había casado, como decimos, con una de sus hermanas, Sancha, en tanto que Ramiro, su hijo, lo haría con la hermana mayor de Sancha, nacida, presumiblemente, en el año 919. Pero más sorprendente aún es que otra hermana de Urraca, Onneca Sánchez, la segunda en el orden de los hijos de la reina Toda, se había casado previamente, en 923, con el segundogénito de Ordoño, Alfonso IV, el Monje, que renunciaría al trono tras la muerte de su esposa, lo que supondría la llegada al mismo de su hermano Ramiro. Una sucesión, como apuntábamos de bodas reales que se habrían acontecido de la siguiente forma: en 923 se habría casado el padre, Ordoño II con Sancha Sánchez, el mismo año, Alfonso con Onneca y 9 años más tarde Ramiro con Urraca. Todo un logro para el naciente Reino de Pamplona que emparentó tres veces seguidas con los reyes de León.
Sin embargo, estos hechos traerían consecuencias más bien funestas para el devenir del reino puesto que los hijos de Ramiro habidos de sus dos mujeres (Ordoño III y Sancho I), a la muerte de este, se disputarían el trono y entrarían en juego los intereses de Pamplona, que se había asentado definitivamente; de manera especial en tiempos de Sancho I, el Craso, protegido por su abuela Toda que le impuso, incluso, el viaje a Córdoba para ser tratado por el famoso médico Hasday ibn Sapru, dada su extrema gordura.
Los conflictos dinásticos, la extrema debilidad dela corona y lo escaso en años de todos estos reinados traerán como consecuencia que el Reino se retraerá sobre sí mismo y se producirá un enorme parón hasta la época de Alfonso V, el de los Buenos Fueros; pero eso será otra historia, quizá, incluso más conocida.
Mas volviendo a nuestra Urraca, diremos, para terminar, que sobrevivió 5 años a su marido lo cual le permitió ser testigo de algunos hechos que comentábamos en párrafo anterior y falleció el 23 de junio de 956 siendo sepultada en la capilla de Nuestra Señora del Rey Casto de la Catedral de Oviedo, al lado de otros miembros de la realeza tanto del Reino de los Astures como del Reino de León. La siguiente inscripción figuraba sobre su sepulcro:
HIC REQUIESCIT FAMVLA DEI URRACA REGINA ET CONFA. UXOR DOMINI RAMIRI PRINCIPIS ET OBIIT DIE II FERIA HORA XI. VIII KALEN. JULIAS IN ERA DCCCCLV IIII
Desgraciadamente, en el siglo XVIII, sus restos, además de algunos otros, fueron colocados en las urnas del panteón real de la denominada Capilla del Rey Casto, lo que, a día de hoy, hace imposible su identificación.
- Textos: Hermenegildo López
- Fotografías: Martínezld