En el año 63 aC, el Imperio Romano convirtió a varias ciudades jordanas en parte de su Decápolis. En un recorrido por las más importantes, descubrimos el lado más romano de Jordania.
El Imperio Romano comenzó su expansión por la zona con el general Pompeyo convirtiendo a Filadelfia (la actual Amán) en parte de su Decápolis, una alianza de diez ciudades-estado libres que profesaban lealtad incondicional a Roma. Reconstruyeron la ciudad con calles flanqueadas por columnas, baños, un teatro e impresionantes edificios públicos. Filadelfia se encontró de pronto en el centro de la nueva provincia romana de Arabia y de las lucrativas rutas comerciales entre el Mediterráneo y el interior, que se extendían hasta la India y China, así como hacia el norte y el sur. Como consecuencia, la ciudad floreció. Ahora, paseando por el actual Amán, nos encontramos con grandes “tesoros” de la arquitectura romana que perduran en el tiempo: varios rincones de la Ciudadela, el Templo de Hércules, el foro, el ninfeo y, en el centro de la ciudad, sin duda el vestigio más notable de la Filadelfia romana, su teatro.
Jerash fue otra de las grandes ciudades de la Decápolis. Vivió su época dorada durante el dominio romano, durante el cual se conocía como Gerasa, y hoy en día se considera una de las ciudades romanas mejor conservadas de todo el mundo. Oculto durante siglos en la arena antes de las excavaciones y restauraciones llevadas a cabo durante los últimos 70 años, Jerash revela un perfecto ejemplo del gran urbanismo formal romano de provincias que se puede admirar en todo Oriente Próximo: pavimentos y calles con columnas, templos en las cumbres de las montañas, teatros impresionantes, plazas públicas espaciosas, baños, fuentes y ciudades amuralladas atravesadas por torres y columnas. Destacan el Arco de Adriano, el hipódromo, la plaza oval, la calle de las columnas, la puerta del templo romano de Dionisio, el ninfeo, el teatro del norte y su museo arqueológico.
Por su parte, la antigua Gadara (actual Umm Qays) fue considerada en su tiempo un importante centro cultural. Fue el hogar de varios poetas y filósofos clásicos como Teodoro, fundador de la escuela retórica de Roma. Enclavada en la cumbre de una colina con vistas al Valle del Jordán y al mar de Galilea, Umm Qays posee unas impresionantes calles con columnas y las ruinas de dos teatros. Las aguas termales terapéuticas de Al-Himma, aproximadamente a 10 km al norte, fueron muy valoradas por los romanos. Los lugares más relevantes de Umm Qays son las ruinas de la ciudad romana, con su teatro del oeste, la calle flanqueada por columnas, el mausoleo y los baños.
La ciudad favorita de los arqueólogos, Pella, estaba perfectamente ubicada en la montaña desde donde se divisa el Valle del Jordán. Conserva restos bastante buenos de las construcciones romanas de la época de un período justo posterior, en lo que se denomina “el complejo cívico”, muchos de ellos todavía en fase de excavación. Se conservan restos de un pequeño teatro, termas, un ninfeo y uno de los maravillosos muros del Templo de Serapis, en la parte sur de la iglesia principal. Justo al lado de estos grandes edificios, estaban situados los manantiales de los que la ciudad estaba bien provista.
Capitolias (actual Beit Ras) y Abila (Raphana) son las otras dos ciudades dentro de Jordania, que pertenecieron a la antigua Decápolis romana.
Jordania, un oasis de paz en Oriente Medio
El Reino hachemita de Jordania, sorprende al viajero por ser una nación moderna, dinámica, estable y totalmente segura. Desde las evocadoras y antiguas estepas de Wadi Rum hasta el bullicioso centro de Amán, y desde las majestuosas ruinas de antiguas civilizaciones hasta el esplendor atemporal del Mar Muerto, Jordania se revela como un destino único de lugares imponentes y misteriosos, alojamientos de alto nivel, exquisita gastronomía e incontables actividades para inspirar, motivar y rejuvenecer al visitante.
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