Los gorilas de montaña son una especie endémica del país que habita en la frontera entre Uganda, Ruanda y República Democrática del Congo.
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El turismo de masas se asocia popularmente a daños ambientales, pérdida de biodiversidad y transformación en las formas de vida tradicionales. Basta ver el ejemplo de Venecia y las principales ciudades italianas a inicios de la primavera, cuando se decretó en el país transalpino el confinamiento y la restricción de turistas.
La salud del agua de los canales venecianos se recuperó y se vieron imágenes irreconocibles en las últimas décadas. Algo similar ocurrió en Roma o Florencia, entre otras ciudades. Volviendo al ámbito más natural y a la afección a la diversidad, también se produce una relación muy directa entre mayor presión e impacto humano asociado a pérdida de biodiversidad.
Sin embargo, existe un lugar en el que esta relación está cambiando. El turismo no es peligroso para la biodiversidad, sino que es justo lo contrario. En Uganda los gorilas de montaña se benefician del turismo, de ahí que sea una grata noticia que hayan nacido ocho bebés recientemente en el Parque Nacional Bwindi.
Restricción del turismo para preservar la vida salvaje
El pasado 25 de septiembre, la UWA, Autoridad para la Vida Salvaje en el país, reinició de manera oficial el turismo de primates tras haber cancelado esta actividad en marzo de este mismo año.
El motivo de la suspensión fue proteger a los primates, especialmente los gorilas de montaña, pero también a humanos, de una posible infección de coronavirus. Esta suspensión ha tenido un importante impacto negativo en los ingresos de la UWA, pues el avistamiento de gorilas representa más del 70% de los ingresos de la UWA.
Sin embargo, esta caída del turismo ha supuesto una problemática añadida, ya que muchos ugandeses han perdido sus métodos de subsistencia, relacionados con el turismo, y esto les ha llevado a introducirse en el furtivismo. Así lo señala Gladys Kalema-Zikusoka, fundadora de la organización Conservation Through Public Helath (CTPH).
Los gorilas de montaña son una especie endémica del país que habita en la frontera entre Uganda, Ruanda y República Democrática del Congo. Está en peligro de extinción debido al furtivismo, el cambio climático y sus propias enfermedades respiratorias.
A pesar de esta situación, esta especie es la única en la actualidad que está aumentando su población dentro del grupo de los grandes monos. Los últimos nacimientos, en plena época de caída del turismo y el aumento del furtivismo, deben ser tomados con una buena noticia.
Turismo, actividad económica sostenible y preservación de la biodiversidad
Aparentemente, es poco probable establecer una relación directa entre turismo y biodiversidad, pero en Uganda lo están consiguiendo en los últimos años, pues la riqueza económica derivada del turismo permite alejar actividades más dañinas como el furtivismo.
La clave para que esta dinámica continúe así es mayor protección ambiental y encontrar un equilibrio entre protección de los ecosistemas y los hábitats de especies salvajes y el propio turismo.
Sin turismo no hay crecimiento económico, pero el turismo está íntimamente ligado a que las poblaciones de gorilas de montaña y otras muchas especies propias del África Oriental y Central mantengan sus poblaciones. Y todo esto obliga a combatir el furtivismo.
¿Cómo viajar hasta Uganda?
Los gorilas de montaña son solo uno más de los innumerables atractivos que ofrece Uganda, un país para el que es obligado obtener una visa en caso de viajar desde España. La Uganda e-Visa se puede obtener fácilmente a través de internet.
El visado de derecho a permanecer en este país por un periodo de 90 días, pero solo con una entrada hasta Uganda. Existen también otras opciones para salir y entrar en el territorio así como para permanecer durante más tiempo. En caso de no tramitar el visado vía internet hay que hacerlo presencialmente al llegar al país, y no se puede pagar con tarjeta. El precio de este documento es de 50 euros.
Si se viaja desde España es importante acudir previamente a un centro de vacunación, pues aunque no siempre es necesario ponerse ninguna vacuna, esto va a depender de los países visitados previamente, el calendario de vacunación y otras cuestiones médicas. La vacuna de la fiebre amarilla sí es obligatoria.
Y por supuesto, como ocurre con otros muchos países o casi cualquier viaje al extranjero, siempre es aconsejable contratar un seguro médico y de viajes por si sucede algún accidente.
Texto: Sara Dominguez