La magnífica custodia elaborada por Enrique de Arfe a principios del siglo XVI, el objeto más importante de cuantos se guardan en la Catedral Primada, recorre las calles engalanadas de Toledo en la procesión del Corpus.
Así se marca el día más grandioso en el calendario de la ciudad. La consideración oficial de Fiesta de Interés Turístico Internacional no hace más que confirmar su importancia, reconocida desde hace siglos. Desde el año 1418, el laberíntico urbanismo del casco histórico se convierte en un grandioso escenario, es en sus calles donde se celebra por primera vez en España esta procesión. El Corpus está cuajado en Toledo de historia y tradiciones, arte, espiritualidad y colorido.
Quien llega a Toledo para presenciar la procesión del Corpus se encuentra con una ciudad engalanada ya desde días antes, cuando empiezan las preparaciones tanto en las calles del recorrido como en la propia Catedral. Las calles se cubren con los antiguos toldos que proceden de los gremios de tejedores y sederos. Los propietarios de las casas adornan sus balcones con reposteros, banderas y otros ornamentos apropiados. La Catedral también se ve engalanada con ocho enormes tapices flamencos del siglo XVII, que se colocan en sus muros durante estos días especiales. Incluso son adornadas algunas calles contiguas a las del paso de la procesión, así como los patios de las casas particulares, que abren sus puertas a los visitantes, en muchos casos, sólo para estas fechas.
El día anterior, las calzadas del recorrido procesional se salpican de plantas olorosas (cantueso, romero, tomillo). Por la tarde sale un pequeño desfile con la Tarasca, los Gigantones y una serie de comparsas de música para animar a los toledanos y prepararles para el día siguiente. Sobre las once de la noche, se hace una especie de ensayo con una comitiva oficial donde va el pertiguero, vestido de negro, cuya vara corresponde a la altura que alcanza la custodia: va midiendo los espacios correspondientes para que nada impida el lucimiento del cortejo al día siguiente. Las calles están repletas hasta altas horas de la noche.
El día del Corpus amanece con el toque de dianas y el lanzamiento de bombas reales. A las 11:00, una salva de morteros anuncia la salida de la procesión por la puerta Llana de la Catedral. Desde allí, las Cuatro Calles, la popular plaza de Zocodover, la estrecha calle de Alfileritos… cualquier sitio es bueno para presenciar el paso de la procesión del Corpus, que a duras penas avanza por el quebradizo trazado de la legendaria ciudad, entre una muchedumbre que llena a rebosar cada rincón, cada balcón.
La custodia
La custodia fue ejecutada por Enrique de Arfe, platero de origen alemán, entre 1515 y 1523. Le fue encargada por el Cabildo de la Catedral de Toledo para albergar el ostensorio de oro (“custodia pequeña”), que perteneció a la reina Isabel la Católica, realizado por Jaume Aimeric. Dicho ostensorio, según la leyenda, fue realizado con el primer oro llegado de América. Mide 309,5 cm de altura, es de plata dorada y está concebida como una torre gótica de planta hexagonal.
El conjunto descansa sobre una peana de plata con sobrepuestos de bronce, en forma de artesa y sostenida por cuatro ángeles de plata, realizada en 1741-1742 por el platero de la Catedral Manuel Bargas Machuca, siguiendo modelos del escultor Narciso Tomé. Sobre este basamento se elevan seis pilares fasciculados, coronados por pináculos y decorados con peanas, hornacinas con figuras de plata, escudos heráldicos y chambranas. Los pilares se unen a seis estribos mediante dos arbotantes cada uno, a dos alturas. Es en el interior de este cuerpo donde se aloja el ostensorio de oro, fijado sobre un pedestal de planta estrellada. Se trata de una custodia de tipo portátil. Como remate de esta custodia de oro, un palomar cilíndrico con vanos por los que asoman palomas esmaltadas y un gran zafiro. Como remate de la Custodia de Arfe, una base adornada con pedrería sobre la que asienta una cruz de plata dorada, con ochenta y seis perlas y dos esmeraldas, obra del orfebre Láynez.