En 1956 el gobierno del general Franco inaugura el Embalse de los Barrios de Luna, condenando a la emigración a sus gentes y anegando 15 pueblos, 15 vidas, 15 sentimientos: Un valle. En aras del progreso desaparecen bajo las aguas San Pedro de Luna, Campo de Luna, Mallo, Mirantes (solo en parte),Miñera, Láncara, Oblanca, Truva, San Pedro de Luna, Santa Eulalia de las Manzanas, Cosera, Vega de Robledo, Lagüelles, Casasola y Árevalo. Pero también se destroza el Castillo de Luna, considerado uno de los mejores ejemplos de arquitectura medieval de la Edad Media, custodio en otras épocas de esplendor del Reino de León de su tesoro real. Menos mal que en 1933 el castillo fue declarado monumento Nacional.
En estos meses de sequía, de pertinaz sequía que dirían los voceros del NODO, el valle vuelve a resurgir, la naturaleza viva vuelve a su curso, brotes verdes (tan de moda) la cabaña pastando, el murmullo de las aguas, el silencio, ese intenso silencio de los cementerios.
Es desgarrador ver lo que queda de algunos pueblos.
Cómo llegar: Saliendo de León en dirección a La Magdalena por la A66, salida de la Magdalena coges la vieja carretera que bordea el Pantano, llegando al muro. Aquí podrás ver los restos del castillo de Luna. Un panel informativo te orienta sobre lo poco que queda de él, a penas restos de 3 torres, una de ellas circular, que parece ser era la del homenaje.
Retomas la carretera y sigues bordeando el pantano. Llegas a Mirantes de Luna, pueblo por encima de la cota de seguidad, todavía se puede apreciar los restos de su ermita. En Mirantes de Luna se encuentra el club náutico de León en donde años pretéritos se organizaban competiciones náuticas. En medio del pantano en Mirantes se encuentra la Isla de los conejos que este año prácticamente se podría acceder a ella a nado desde la vertiente contraria a Mirantes de Luna. Barcas varadas, la vieja carretera que antaño cruzara el valle… lindes que emergen.
Siguiendo recto llegas a Miñera, el pueblo que ha resurgido de las aguas negándose a desaparecer, en lo alto de una pequeña colina surje su vieja ermita, desgasta ya por la acción erosionante de las aguas, vestigios de calles y plazuelas, su pequeña iglesia se resiste a perecer ahogada. Es mezcla de un paisaje lunar y Afghanistán. El agua vuelve a sus cauces, la naturaleza se resiste a la acción humana. Hay ya pastos, los viejos arboles, antaño chopos a la orilla del rio se yerguen podridos. Nuevos brotes, el río se forma de nuevo. Caballos ya pastando en otrora verdes pastos.
Continuando el recorrido tienes enfrente el viaducto “Carlos Fernández Casado” de 440 metros que atraviesa el ahora el resecado embalse de Luna. Ahí coges de nuevo la autopista y podrás ver el pantano desde la otra vertiente.