Sintra es la capital del romanticismo. Una ciudad que lleva siglos enamorando a aquellos que la visitan, y lo hace a través de sus monumentos, de sus calles, de sus paisajes, de su historia y de su gastronomía.
Es la tierra de los palacios, de los paisajes, de la cultura, del arte y también de los grandes románticos que por aquí pasaron. El lugar que ha inspirado a escritores, músicos y pintores, dejando en sus obras testimonios que hoy en día se pueden revivir. Escritores como Pessoa, Raul Brandão o Lord Byron; músicos como Richard Strauss o Viana da Motta y pintores como Cristino da Silva o Domenico Schioppetta se enamoraron de Sintra.
La ciudad invita a recorrer sus callejuelas empinadas caminando aunque también descubrirla en coche de caballos envuelve la visita en una magia singular. Entre los atractivos turísticos destaca el Palacio Nacional de Sintra que se alza en el paisaje con sus enormes chimeneas cónicas. Muy cerca de él, la ciudad vieja o Vila Velha, un entramado de callejuelas, pequeñas plazas y casas pintorescas, muchas de ellas reconstruidas tras el terremoto de 1755.
A cada paso se descubren antiguas casas cubiertas de azulejos, fuentes por las que aún brota agua de la sierra y pequeñas iglesias y museos. Uno de los más visitados es el Museo del Juguete (Museu do Bringuedo) que aloja una colección de cerca de 40 mil juguetes de todas las épocas y géneros que el coleccionista Joao Arbués Moreira comenzó a atesorar cuando tenía catorce años.
En la visita a Sintra no hay que dejar de recorrer la romántica Quinta da Regaleira y sus jardines salpicados de esculturas; y el Palacio de Seteais, convertido en hotel de lujo. En los alrededores de la ciudad, hay dos lugares de visita obligada y de estilos totalmente diferentes: las ruinas del Castillo de los Moros que se eleva sobre una colina y ofrece unas singulares vistas del Palacio da Pena, la Vila y el Palacio Nacional; y en la colina opuesta, el Palacio da Pena. Un lugar que por su singular belleza parece sacado de un cuento de hadas.
La magia que envuelve a Sintra, además de en sus monumentos, también se respira en sus calles, en los cafés y casas de té instaladas en plazas y antiguas casonas. Sintra también enamora el paladar de quienes la visitan.
Con una extensa y rica gastronomía deleita a los más exigentes. Entre sus especialidades destaca el lechón de Negrais, la carne de cerdo al estilo Mercês, el cabrito o la ternera asada. En el litoral: pescados, mariscos y moluscos, donde es posible saborear un róbalo o sargo, deleitarse con un pulpo, mejillones o percebes.
El romanticismo de Sintra llega a los dulces donde las queijadas, un dulce ancestral sorprende a quienes lo prueban. Pero no es el único, también hay que degustar los travesseiros, los pastéis da Pena, las nueces de Galamares, los fofos de Belas y las compotas que se siguen elaborando siguiendo métodos tradicionales.
Para acompañar estos platos es imprescindible el vino de Colares, que elaborado con la variedad Ramisco, es uno de los primeros vinos de Portugal.
Sin duda, mil formas de conocer el patrimonio de la capital del romanticismo y enamorarse de sus mágicos rincones.
Portugal guarda todo su encanto detrás de un perfil recortado, en una línea de arena y espuma, y acariciado por la brisa del mar. Poseedor de un misterio que perdura hace más de 800 años, este país es genuinamente diverso y aquí todos los dualismos surgen y se entrecruzan: el pasado y el presente, la herencia cultural y la alegría de vivir.
Lugar de sol y de mar, historia y cosmopolitismo, su monumentalidad confiere encanto a la vida y contrasta con la levedad de los espíritus relajados. Con una localización geográfica singular y vocación atlántica, la Costa Oeste invita a disfrutar de la naturaleza, de la playa, de la gastronomía y de la animación. En esta tierra de luz y sol, inagotable fuente de energía, el pasado refuerza el sentido del presente.
La Costa oeste de Europa divide sus encantos en cinco regiones continentales y dos insulares: Lisboa, Oporto y Norte de Portugal, Centro de Portugal, Alentejo, Algarve, y los archipiélagos de Madeira y Las Azores. Todas estas regiones ofrecen un extenso y riquísimo patrimonio monumental, artístico y arqueológico, con una gastronomía tan rica y variada como su paisaje. Un destino bañado por el sol y por 850 km de doradas playas que brinda noches llenas de cultura y ocio marcado por el ambiente cosmopolita de sus ciudades.
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