Cruzamos esa delgada línea que fue en la historia lugar de confrontaciones y hermanamientos entre los reinos de esta Iberia.
Resulta difícil borrar completamente esa idea de frontera más allá del territorio, la que se extiende por la lengua, la cultura, esa que a un mismo tiempo nos diferencia en diversas ramas pero se entronca en la misma raíz. Luces y Sombras.
Portugal siempre me huele a incienso. Hoy dejo atrás Ciudad Rodrigo sumergida en el aroma de los tilos en flor.
Nunca sabes lo que te depara un viaje. Algún inconveniente sabíamos que íbamos a tener. Fue el dichoso pago de las tasas de las carreteras portuguesas. Si en coche uno se hace un lío, en moto es una odisea.
Después de poner la moto del revés para que la matrícula fuese reconocida, resultó que el pago sólo es posible con tarjeta de crédito.
Tuvimos que preguntar a los de fiscalización que estaban allí, nos atendieron con amabilidad y nos indicaron dónde podíamos realizar la operación más adelante.
Lugar que no encontramos, seguramente porque nuestro desvío estaba antes.
Nubes blanquísimas nos marcaron el camino hacia Trancoso, caprichosas imágenes graníticas que surcan los sueños de quienes se dejan invadir por el paisaje. Atrás dejamos a los buitres en su vuelo y a rapaces sesgando el cielo.
Nosotros persiguiendo nuestro sueño sobre dos ruedas, llegamos a Marialva, visita no prevista en la planificación. Y es que una entrevista de radio en directo nos obligó a detener el viaje.
Así pudimos disfrutar de una de las Aldeas Históricas de Portugal que describen:
Sinta o tempo parar à sua volta. E saudades antes de partir
Y es cierto que todos los relojes se detienen, el castillo nos da la bienvenida junto a su muralla sobre los peñascos. Dejarse mecer por las ruinas es transportarse al tiempo de los aravos, de los romanos. Fue con el Magno, Don Fernando I de León en 1036 que se comenzó a llamar así: Marialva.
Muchas huellas, mucha historia a través de los siglos y otra vez esas fronteras cambiantes. El viajero debe saber que puede perder la vista en el horizonte y cubrirse de sueños de otras épocas y que efectivamente antes de irse “as saudades” le llenarán el corazón de pájaros.
Continuamos la ruta por la inmensidad de los viñedos y quintas señoriales que me hacen recordar la novela A furia das vinhas de Francisco Moita Flores, donde relata cómo una plaga ataca los viñedos del Duero y los destruye en el siglo XIX, mezclado con misterio e intriga, historia que ronda la vida de A Ferreirinha, personaje que deja impronta en la memoria. Dice en la novela:
O Douro era o ventre materno que aconchegava no colo quando sofría ou era feliz. Dona Antónia sabia. Ninguém é feliz para sempre. A felicidade é uma pontuação, não é uma frase. E só a pode sentir no auge das emoções quem sofreu intensamente.
Sentimos esa felicidad al atravesar Pocinho, al cruzar el Duero, que como diría Gerardo Diego:
- Río Duero, río Duero,
- nadie a acompañarte baja;
- nadie se detiene a oír
- tu eterna estrofa de agua.
- .
Pero aquí, en este tramo, sí te acompañan, en barco o en tren. Y muchos son los que disfrutan de paisajes impresionantes y de tu recorrido, hijo de los Picos de Urbión.
Continuamos la marcha asombrados por la inmensidad azul del agua, por la riqueza de estos parajes. Paramos para comer en el restaurante Canto da Terrincha, regentado por un tipo muy amable, que se defendía en todos los idiomas.
Así llegamos a nuestro destino, Bragança, estas tierras de Tras-os-Montes. Antes nos desviamos para ver el Monasterio Castro de Avelãs, en esa aldea a 3 km, donde se puede ver lo que queda del monasterio benedictino. Monasterio que desempeñó un papel fundamental entre los siglos XII y XVI.
Después de recorrer sus huertas cercanas, descansar bajo los nogales que guardan ceremoniosos el tiempo para sí, llegamos al castillo de Bragança, donde hemos quedado para otra entrevista.
Dicen que la Torre de la Princesa, justo al lado de la del Homenaje fue escenario de trágicas leyendas amorosas. Como la de Doña Leonor, hija del tercer Duque de Medina Sidonia y casada con el cuarto Duque de Bragança, que por capricho de su esposo Jaime estuvo presa allí.
Muy cerca, nos llama la atención el Domus Municipalis, una de las mejores arquitecturas civiles románica de la Península Ibérica, que es además el Ayuntamiento más antiguo de Portugal (s. XII).
El día ha sido larguísimo, junto a la extraña picota que tiene por base un verraco (al parecer un oso), me dejo transportar por la fragancia de los tilos y por uno de los grandes escritores que tiene aquí su cuna, Miguel Torga. Dice en su poema Viagem:
- É o vento que me leva.
- O vento lusitano…
- .
Mecidos por el viento lusitano agradecemos este viaje a: BMW Ibérica, BMW Movilnorte Motorrad, Trimotos, Autoservicio del Motorista, Spidi, Paradores de España, Parador de Ciudad Rodrigo, Restaurante La Veinte de Ciudad Rodrigo, Taberna La Andaluza de El Álamo, Pousada de Mafra-Palácio dos Marqueses, Palace Hotel do Bussaco-Hotéis Alexandre de Almeida, Rodando contra el Cáncer
©Sibila