Según la tradición, estaba casado con Nonia, o Nona, Santa Nonia, cuya capilla también es conocida, y tuvieron 12 hijos, todos santos: Claudio el del famoso monasterio donde reventó el caballo de Almanzor, Lupercio, Victorico, Facundo (San Facundo, Safagún, Sahagún) Primitivo, Celedonio, Servando, Germano, Fausto, Jenuario y Marcial, además de una hija, Nonita
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Hoy, dado que ha habido siempre una enorme confusión con el tema de los patronos de “León” (Reino, Región-País, provincia y ciudad) y ya que la mayoría de nuestros convecinos se encuentran de vacaciones, haremos una breve mención a San Marcelo, patrono de la ciudad de León y de la policía local. Otros patronos para que el lector haga el esfuerzo de situarlos: San Isidoro, San Froilán, La Virgen del Camino y, hasta en un momento concreto, Santiago.
Pero, para ponernos en situación, retrocedamos al pasado y hagamos un breve comentario sobre la importancia de Hispania en la Cultura romana puesto que la misma fue innegable. Me he permitido algunos datos: El primer cónsul extranjero en Roma fue Balbo, hispano. Los primeros emperadores que logran organizar el imperio: Trajano (legado de la Legio VII, por cierto, aquí, en lo que se convertirá posteriormente en la Urbe regia), Adriano y Marco Aurelio.
Si hablamos de grandes escritores, terminados los clásicos romanos: Lucano, Séneca, Quintiliano, Marcial y para terminar esta relación de hispanos célebres en la época del dominio de Roma sobre estas tierras, citaré solo una persona más, el Obispo Osio de Córdoba que presidió el primer concilio ecuménico de la iglesia, el de Nicea en el que se debatía sobre la divinidad de Jesús y el nacimiento de la herejía de Arrio, el arrianismo, de tanta trascendencia posterior con la llegada de los godos a Hispania.
Este Osio también fue el que convirtió al cristianismo a Constantino el Grande, el emperador que proclamó el edicto de Milán del año 313 sobre la tolerancia religiosa; con el terminaron las persecuciones contra los cristianos.
Mas, para aterrizar definitivamente en el tema de hoy, situémonos en el año 298 y, para más señas, en agosto (de ahí también la oportunidad de este artículo). Se celebraban en el campamento de la Legio VII grandes fiestas, con motivo del cumpleaños de los emperadores Diocleciano (bien conocido por sus persecuciones contra los cristianos) y Maximiano. Otros dicen que lo fueron por el nacimiento de Valente, futuro emperador.
En aquel momento, los soldados debían mostrar, no solo obediencia al emperador, sino hacer sacrificios a los ídolos a lo que Marcelo se niega confesando en público su fe en Jesús de Nazaret. Ante la evidente sorpresa de todos, Marcelo arroja sus armas y las insignias de su rango por lo que es encarcelado. Es de todos conocido que la época de Diocleciano se conoce como la de la Gran persecución.
Pero detengamos el hilo de los acontecimientos y preguntémonos: ¿Quién era este Marcelo? Todo nos indica que se trataba de un habitante de estas tierras, incluso en su lápida constaba la indicación de mártir “legionense”, aunque hay otros dos lugares que se disputan su paternidad: Arsacia, antigua ciudad de Galicia y Arsacia, pueblo cercano a la actual Jerez de la Frontera.
De cualquier modo, él vivía en Legio, según la tradición, en la Vía Principalis, donde se sitúa ahora la capilla del Cristo de la victoria, de acuerdo con su rango. ¿Y cuál era este? Marcelo era centurión, es decir, mandaba una centuria, en este caso de los soldados que pueden traducirse literalmente como «lanceros» o «luchadores con lanza», una especie de infantería que atacaba en primer lugar, armados con una lanza (el pilum) que arrojaban contra el enemigo, para atacarles luego con las espadas cortas (el gladium).
Según la tradición, estaba casado con Nonia, o Nona, Santa Nonia, cuya capilla también es conocida, y tuvieron 12 hijos, todos santos: Claudio el del famoso monasterio donde reventó el caballo de Almanzor, Lupercio, Victorico, Facundo (San Facundo, Safagún, Sahagún) Primitivo, Celedonio, Servando, Germano, Fausto, Jenuario y Marcial, además de una hija, Nonita. Todos ellos aparecen en el retablo de la iglesia dedicada a San Marcelo, y en el mismo vemos a Santa Nonia con la pequeña Nonita, en la calle central, sobre el propio San Marcelo.
Lo hemos dejado encarcelado en León, mas, como ninguno en la Legión tenía capacidad para condenarlo, dado su rango y hasta el hecho de que gozaba de la nacionalidad romana, fue llevado a Tingis, Tanger, donde se encontraba el Prefecto del Pretorio, Aurelio Agricolano. Ya sabemos que, sobre esa provincia del Imperio, La Tingitania, se extendía el poder la nuestra Legio VII. Allí, a preguntas del Prefecto, se mantuvo en lo confesado en el campamento de la Legio y, por esta causa, al día siguiente, el 30 de octubre, fue martirizado.
¿Y cómo volvió a esta su casa? Se dice que, como solían hacer los cristiano entonces, recogieron su cuerpo y lo enterraron religiosamente, manteniendo su recuerdo de mártir y señalando en la losa que se trataba del mártir legionense Marcelo.
Así, durante la conquista de esta parte de África por Fernando el Católico, aunque otros atribuyen tal hecho a don Alfonso de Portugal, al encontrarse su sepulcro, en 1493, se le trasladó en triunfo a León. En este caso, sí, con la presencia del Católico que llegó también a León en busca de apoyos puesto que era el momento de la guerra contra Juana la Beltraneja
El cuerpo fue recibido en Puente Castro, con gran pompa, y en la comitiva se encontraban, además del rey, grandes hombres de León como el contador mayor del Reino, el Marqués de Astorga, don Alonso de Villafañe, don Fernando de Acuña, virrey de Galicia, el Regidor de León, don Juan de Villamizar, algunos caballeros de la Imperial Cofradía del Pendón de San Isidoro, etc. etc.
Fue depositado en la iglesia de su nombre que hoy conocemos, en una urna dorada que podemos contemplar, rodeada de algunas otras, que se situaron posteriormente, donde se afirma están también las reliquias de algunos de sus hijos que están representados en las calles laterales del propio retablo del altar mayor.
Y, para terminar estas breves notas, recomendar una visita reposada a esta iglesia parroquial que cuenta, además, con algunas joyas como el Cristo de los Balderas, titular de la Cofradía penitencial de las Siete Palabras de Jesús en la Cruz.
Por cierto; muchos leoneses ni siguiera conocen las iglesias de la ciudad, lo cual es verdaderamente lamentable y, si se tomaran la molestia, descubrirían verdaderas sorpresas que les llenarían de orgullo.
- Textos: Hermenegildo López
- Fotografías: Martínezld