Lunes, 7 de febrero de 2016.- La floración de los almendros acude puntual a su cita de cada año en el Algarve, lo que hace que esta región se vuelva todavía más irresistible para el viajero. Si el sur de Portugal ya cuenta con ineludibles atractivos en cualquier momento y estación, entre enero y febrero se convierte en todo un espectáculo de color blanco y rosa gracias al manto que dibujan los almendros en flor, el contraste que provoca con el azul el cielo e incluso a las leyendas que evoca este espectáculo natural, que nos recuerda que ya pronto vuelve la primavera.
El Barrocal algarvío, la zona comprendida entre la sierra y la costa, donde las aldeas aún conservan sus nombres de origen árabe, tiene el honor de albergar estos deseados almendros. Durante estas semanas allí se mantiene más viva que nunca la leyenda de la hermosa princesa Gilda, que cuenta cómo la hija de un gran señor de los países del norte, casada con el califa árabe Ibn-Almundim, lloraba amargamente de nostalgia por la nieve que cubría su lejano país. El dolor que le causaba ver así a su joven amada llevó al rey a plantar miles de almendros, que cubrieron estas tierras de flores blancas e hicieron las veces de copos de nieve. Un interminable paisaje blanco logró curar la melancolía de la joven, y desde entonces la magia se repite de año en año, entre la leyenda y la belleza natural que consiguen que el viajero se olvide por unos instantes de cualquier cosa que no sean estos valles florecidos.
Silves, un castillo con vistas
No hay una ruta predeterminada para disfrutar de los almendros en flor, sino que son muchos los caminos, las aldeas y rincones en los que este manto blanco es el único protagonista. Uno de los puntos de la región que bien merece una visita coincidiendo con esta floración es Silves, antigua capital árabe del Algarve situada a los pies de la Sierra de Monchique. Desde su murallas se puede disfrutar de unas fantásticas vistas panorámicas sobre la ciudad y un precioso paisaje natural del valle del río Arade, con los almendros en flor como protagonistas.
Construido por los árabes Almorávides en el siglo XI, el castillo de Silves refleja el esplendor que la civilización islámica alcanzó en elAlgarve. Situado en la cima de la colina, rodeado por una cortina de murallas y once torreones, hoy es el castillo más grande, más importante y mejor conservado de la región, parada ineludible para el viajero.
Está lleno de fragmentos de historia que permiten imaginar cómo era la vida hace diez siglos. La Cisterna da Moura, con cerca de 10 metros de altura y sus cuatro bóvedas asentadas en columnas, y la Cisterna dos Cães, un pozo con 60 metros de profundidad, hacen recordar las historias de las Mil y Una Noches.
‘Caminho da Amendoeira’, una ruta por la que perderse
El Bajo Guadiana ofrece una red de 135 kilómetros de recorridos pedestres que permiten al visitante conocer toda la riqueda que ofrece la región a través de diecinueve rutas que muestran el patrimonio, el paisaje y las tradiciones del sur de Portugal que siguen siendo hoy testimonios de su historia. Una de estas rutas, el ‘Caminho da Amendoeira’, adquiere un protagonismo especial durante los primeros meses del año.
Con una distancia aproximada de once kilómetros y un recorrido circular, esa ruta permite admirar el magnífico espectáculo de los almendros en flor a su paso por las localidades de Cruz de Alta Mora, Soalheira, Caldeirão, Pernadeira, Funchosa de Baixo y Funchosa de Cima, en el municipio de Castro Marim. Si vas a visitar el Algarve durante las próximas semanas, ¡no dudes en perderte por esta ruta!
- Más información sobre Algarve en www.visitalgarve.pt