«Yo, Guido de Garda, Maestre de la fortaleza de Ponsferrata, comprometo a todo el pueblo de Ponferrada para que vuelva cada año a renovar este compromiso festivo con su historia y su leyenda hasta que el tiempo llegue a borrar la línea del horizonte.»
Eran las 10,30 horas de la noche bajo la luz de la primera luna llena del verano cuando la comitiva de la Orden de los Pobres Caballeros de Cristo o Caballeros del Templo de Salomón, conocidos por su nombre más popular de “Caballeros Templarios”, salía del campamento templario ubicado a orillas del río Sil. Al frente Frey Guido de Garda, Maestre de la Orden de los Caballeros Templarios, para renovar con la Ciudad de Ponferrada el compromiso festivo con su historia y su leyenda y sellar con ella un pacto de eterna amistad y entregar la custodia de los símbolos hallados en la tierra sagrada de Jerusalén: el Arca de la Alianza y el Santo Grial.
Bajo total oscuridad, solo alumbrada con la luz de las antorchas que portaban los templarios y con la primera luna llena del verano como testigo, la comitiva se dirige lentamente a la fortaleza templaria de Ponsferrata.
Pero antes de relatar lo acontecido en la noche del sábado en Ponferrada permitidme hacer un poco de historia.
Allá por 1086, al poco de construirse este puente de hierro se fundó la Iglesia de San Pedro, y a su alrededor surgió “La Puebla de San Pedro” que es como se llamó primeramente a Ponferrada, para pasar a denominarse poco después Ponte Ferrato.
Pasó por diversas manos entre ellas la de los Templarios, que hoy desfilan en silencio, solo roto por los sonidos de los tambores camino de su más legendaria fortaleza.
Son precisamente los Templarios los encargados de la defensa del Camino de Santiago y de los peregrinos que acuden a visitar la tumba del apóstol. No hay que olvidar que la historia de Ponferrada está desde sus orígenes íntimamente unida a la del camino de Santiago.
Corre el año 2017 de Nuestro Señor. Estamos en Pons Ferrata, Ponferrada, Puente de Hierro, éste fue mandado construir en 1.082 por el obispo Osmundo de Astorga para que los peregrinos del Camino de Santiago pudieran cruzar más fácilmente el Río Sil, allá en los confines occidentales del Reino de León, el Reino más poderoso de la Hispania medieval.
Cuando en 1178 Ponferrada pasa a depender de la Orden del Temple por donación de los Reyes Leoneses, los templarios se encontraron una pequeña fortaleza que había sido en su origen castro y posteriormente ciudadela romana.
Corría el año 1180 cuando el rey leonés Fernando II concede a la villa los primeros fueros, ocho años antes que su joven hijo Alfonso convocara en San Isidoro la Curia Regia que dio origen al nacimiento del Parlamentarismo europeo.
Durante los siglos XIII y XIV, Ponferrada, ya amurallada, comienza a crecer y a desarrollarse, al aparecer tanto en intramuros como en los alrededores,campesinos, comerciantes y artesanos, a la sombra del camino, y que originó un crecimiento rápido y sostenido.
La muralla construida cuenta con cuatro puertas de entrada: El Cristo, Paraisín, Las nieves y Las eras, y en las afueras de la villa se asienta la comunidad judía.
Desde entonces Ponferrada y los templarios están unidos por la tradición, la historia y por su Castillo. Son los templarios protectores de los peregrinos y de la Ciudad de Ponferrada, fundados en Tierra Santa después de la conquista de Jerusalén en el siglo XI. Eran «monjes» en el sentido de que hacían votos -especialmente, el de proteger los Santos Lugares y el recorrido de los peregrinos- y vivían la obediencia a una regla que marcaba sus obligaciones religiosas y las exigencias de su comportamiento y vestimenta.
Dicho esto, la comitiva de Templarios con sus inmaculadas capas blancas y cruz paté roja en el pecho sigue subiendo en total silencio y oscuridad la avenida que les lleva a su Castillo.
El silencio de la noche solo es roto por la Banda de Música de la Ciudad de Ponferrada que acompasa magníficamente el cortejo. El sonido que aportaron a esta noche mágica y esotérica fue simplemente magistral. No cabe otra calificación más que excepcional a su soberbia actuación en riguroso directo. Año tras año se superan así mismos y ofrecen una música en directo digna de una superproducción de Hollywood. Oirles es simple y llanamente todo un espectáculo en sí mismo.
Hoy, casi novecientos años después los caballeros del Temple portan a hombros, con los ponferradinos y foráneos como testigos, sus dos más preciadas reliquias: El Santo Grial y el Arca de la Alianza para ser ocultada en los sótanos y galerías subterráneas de la fortaleza ponferradina. Frey León Guido de Garda, superviviente de mil y una batallas en Tierra Santa, Maestre de la Orden de los Caballeros Templarios, vuelve a la ciudad del Puente de Hierro para sellar con el rey Fernando II de León un pacto de eterna amistad y entregar a la Ciudad de Ponferrada estos símbolos hallados en la tierra sagrada de Jerusalén para su custodia: el Arca de la Alianza y el Santo Grial.
Para los más profanos os diré que el Santo Grial según la leyenda, era la copa o vaso que usó José de Arimatea para recoger la sangre de Jesucristo en la Cruz. Esta leyenda del santo Grial está unida a la orden de los Caballeros Templarios. Pero también santo grial significa para otros, Sangre Real y hace alusión a que Jesús resucitado se casó y tuvo hijos y esos hijos eran el secreto del “Greal”. Pero esa es otra historia que hoy no toca contar. Hoy solo toca disfrutar de una fresca y magnífica noche de verano berciana con una espléndida y cuidada puesta en escena del regreso de los Templarios a su Castillo más emblemático.
Decir también que el arca de la Alianza es la caja que guardaba las Tablas de la Ley de Moisés con los Diez Mandamientos, y constituye, sin la menor duda, el objeto sagrado más codiciado de cuantos han sido buscados por el hombre. Hace 3000 años el Arca fue traída a Jerusalén y adorada como el más sagrado de los objetos sagrados. Para las gentes de entonces el Arca significaba la personificación de la presencia de Dios en la Tierra. Sin embargo, en algún momento de ese remoto pasado, el Arca desapareció, esto dio origen a una búsqueda que ha inspirado a creyentes y cazadores de fortunas durante milenios. Hace casi 1000 años, las cruzadas cristianas recuperaron el control de Jerusalén de manos de los musulmanes que habían gobernado la ciudad desde el siglo VII y con ello recuperaron también el Arca de la Alianza. El arca se perdió en la noche de los tiempos hasta que Hollywood con Indiana Jones al frente la recuperó y popularizó su existencia y que hoy en esta fresca noche ponferradina podemos admirar.
Años atrás en 1.055 los tatarabuelos de Fernando II, los Reyes leoneses Fernando I (Ferdinand al Kabir, emir de Liyyun) y su mujer Sancha reciben el Santo Grial de manos del Emir de Denia “porque querían congraciarse con él y mantener la paz”. El cómo y el porqué el Santo Grial y el Arca de la Alianza aparecen en Ponferrada novecientos y pico años después, es uno de los misterios aún sin resolver, quizás pudiera explicarse que debido a las toneladas de tierra con que fue rellenado el castillo para hacer un campo de fútbol a principios del siglo XX contribuyera a esconder aún más estas reliquias en los subterráneos del Castillo hasta que las obras reconstrucción iniciadas en el año 2005 espalaron su patio de armas.
Es entonces cuando, una vez más, se produce una gran explosión de luz y color que arropa la entrada del Santo grial y del Arca de la Alianza al Castillo de Ponferrada, en donde será escondido de nuevo por los Templarios en los sótanos secretos de la fortaleza ponferradina hasta la primera luna llena del verano del año próximo. La comitiva llega al Castillo con un silencio sepulcral, acompañado del sonido seco de los tambores y ante el respeto de las miles personas que son testigos de la llegada de estas reliquias al Castillo de los Templarios
Música, fuegos artificiales, animación de calle, y degustaciones gastronómicas hacen de la Noche Templaria una de las fiestas más animadas no solo del verano ponferradino si no de todo el Reino de León.
Es entonces cuando suena fuerte y potente: “ Yo, Guido de Garda, Maestre de la fortaleza de Ponsferrata, comprometo a todo el pueblo de Ponferrada para que vuelva cada año a renovar este compromiso festivo con su historia y su leyenda hasta que el tiempo llegue a borrar la línea del horizonte.” Es un momento mágico, especial. Es el culmen de la noche templaria. De nuevo Frey Guido de Garda renueva el compromiso de la Ciudad con sus templarios para ocultar es sus subterráneos un año más estas reliquias llegadas de Tierra Santa portadas a hombros de sus huestes.
Y es justo en ese momento apoteósico cuando aparecen 3 espontáneos trepando talud arriba, resbalando y estropeando este momento tan especial.
Tras las potentes palabras de Frey Guido de Garda una explosión de fuegos y colores tomó un año más el castillo. Un año más simplemente un espectáculo magnífico. Un año más la leyenda continúa.
Textos y fotografías: Martínezld