Experimentar la vida en el Antiguo Egipto durante la época de los faraones, contemplar la actividad cotidiana de hace 5.000 años, ver la fabricación del papiro o la elaboración de la cerámica, aprender a tallar la piedra o decorara las paredes de las tumbas… Y ya puestos, recrear el encuentro de la pequeña balsa-cuna en la que navegaba un bebé llamado Moisés o descubrir la tumba de Tutankamón tal como la vio por primera vez Howard Carter aquel 16 de febrero de 1923…
Egipto no es sólo pirámides y templos, también ofrece decenas de lugares y tesoros que los programas turísticos habituales no suelen incluir, aunque son muy recomendables sobre todo para aquellas personas que les gusta variar y ver los sitios donde van los nativos egipcios. El Poblado Faraónico es uno de ellos, creado hace 50 años por el embajador Hassan Ragab, un apasionado estudioso de la historia egipcia que, entre otras cosas, recuperó la técnica perdida de la fabricación del papel de papiro, se encuentra en una isla en el Nilo, en Giza a 4 kilómetros del centro de El Cairo y permite vivir la vida de los antiguos egipcios tal como fue.
La parte más atractiva de la visita se realiza en una barca faluca la Nefertari que navega por los canales mientras pasan por delante monumentos y escenas de la vida del antiguo Egipto, todas minuciosamente producidas hasta el mínimo detalle y autenticidad. El crucero guiado de una hora introduce en la historia y el estilo de vida de Egipto en la época de los faraones, junto con las recreaciones de famosos eventos históricos, y ceremonias. Para que todo sea más auténtico un centenar de actores y actrices con vestidos de la época escenifican momentos históricos, mientras otros artistas muestran como se elabora el papiro, tallan esculturas, construyen viviendas, etc.
Durante la navegación se pasa por delante de réplicas de estatuas y monumentos faraónicos, que tratan de dar una visión global de la cultura egipcia. Desfilan los grandes dioses faraones: Amón, Tutmosis III, Hatshepsut, Akhenaton, Nefertiti, Ramses II… Un nilómetro marca el nivel de las crecidas de cada verano. También hay otros personajes menos conocidos, como el dios enano Bes, que gozaba de gran popularidad entre los egipcios. Protegía de serpientes y escorpiones y era, a su vez, protector de las mujeres durante el parto.
Tras la escena que representa el descubrimiento del niño Moisés en una cesta, vigilado por su hermana para enterarse del desenlace de la historia, sigue el de una pareja de la nobleza que toma el fresco en el jardín de su casa jugando al senet, una especie de backgammon, que todavía se sigue jugando en Egipto, un labrador que está arando la tierra con un sencillo arado de madera tirado por dos bueyes o un agricultor aventando el trigo. Al lado de las viviendas de los campesinos se encuentran los palomares. A los antiguos egipcios les gustaba comer palomas, y también las usaban como palomas mensajeras, especialmente en el ejército…
También se puede aprender sobre la antigua técnica de la momificación en una demostración de todo el proceso. Además, el Poblado Egipcio tiene 12 nuevos museos, cuatro relacionados con el antiguo Egipto (momificación y la medicina, la construcción de las pirámides, las artes y las creencias, barcos antiguos egipcios) y cinco museos relacionados con otros períodos de la historia de Egipto (museo de Cleopatra, la historia copta, civilización islámica, la expedición de Napoleón a Egipto, museo de la historia moderna de Egipto). También hay tres museos relacionados con la historia reciente, dedicados a Naguib, Nasser y Sadat. También hay un museo islámico y cristiano dedicado a las dos principales religiones de Egipto, así como una exposición recién inaugurada que detalla la historia de Alejandría. El Poblado es dirigido actualmente por el hijo del Dr. Ragab, Abdel Salm Hassan Ragad, quien está poniendo en marcha nuevas iniciativas, tales com talleres para niños, restaurantes, cafés, espectaculos folclóricos, etc.
La tumba de Tutankamón
Pero sin duda la joya de este singular museo viviente, único en el mundo, es la réplica completa hasta el último detalle de la tumba de Tutankamón con todos sus tesoros, tal como la encontró Howard Carter. El Dr. Ragab y un equipo de arqueólogos, ingenieros y arquitectos, junto a artesanos egipcios cuidadosamente seleccionados, utilizando notas de Howard Carter respecto a la tumba original, han logrado reproducir fielmente la tumba entera, hasta la onza más diminuta del tesoro que había sido colocado con el joven rey.
Esta auténtica réplica de la tumba se inauguró en 1992, para que los visitantes experimenten la misma emoción sentida por Carter y Lord Carnarvon, cuando descubrieron la tumba después de seis largos años de búsqueda. La mayoría de los artefactos reproducidos para la tumba de réplica fueron hechos totalmente a mano, utilizando las mismas técnicas con que habían hecho los originales. Muchos de los artefactos llevaron años de trabajo y un costo enorme, pero cada uno está allí, desde joyas de oro y plata, al gran trono de oro y a los canopes de alabastros.
Esta reproducción es muy superior a un museo ordinario, los tesoros aquí están ordenados de la misma manera en que se encontraron en la tumba original. Como hay muy pocas diferencias entre esta tumba y la original, el Dr. Ragab añade con una sonrisa: «Nuestra tumba tiene aire acondicionado.»
Frente a ella es fácil rememorar aquel 4 de noviembre de 1922, con las primeras horas del día, cuando apareció el primer escalón de la que sería la primera tumba faraónica intacta jamás encontrada en el Valle de los Reyes de Luxor. Allí acababa de comenzar la aventura más espectacular de la Historia de la arqueología.
Hubo que esperar hasta las cuatro de la tarde del 16 de febrero de 1923, cuando Howard Carter, acompañado de su amigo y mecenas Lord Carnarvon, de la hija de éste, Lady Evelyn Herbert y de su colega, Callender, nervioso ante la pared sellada que habían encontrado al final del pasillo descendente en la tumba de Tutankhamón, se disponía a echar el primer vistazo al interior de la tumba. Tras mirar a sus acompañantes, Carter, ayudado de un escoplo, se dispuso a realizar un agujero sobre la mampostería que formaba la pared. Con sumo cuidado, fue vaciando una pequeña cavidad, procurando que ninguno de los cascotes cayera en el interior de la sala que estaban abriendo. El agujero se hizo cada vez más grande y una vez que fue lo suficientemente amplio como para introducir la mano, dejó a un lado el escoplo. Para evitar gases peligrosos que pudiesen emanar del interior de la nueva estancia, Carter colocó su candil frente al pequeño agujero.
Carter, decidido, introdujo la vela en el interior de la nueva cámara. Fueron unos segundos, que a Carnarvon y a su hija les parecieron horas, mientras, el arqueólogo inglés se deleitaba en un paisaje incomparable. Ante sus ojos desfilaban toda clase de muebles de oro, carros, sillones, cofres, estatuas, naos y un larguísimo etcétera de objetos fascinantes. Carnarvon, apoyado contra la pared y con los ojos desorbitados, no cesaba de mirar el sorprendido rostro de Carter. Impaciente por conocer lo que había más allá de la puerta sellada, preguntó:
¿Ve usted algo?. Carter no sabía qué contestar. Ensimismado con el sueño arqueológico que tenía ante sí, apenas pudo articular unas palabras para describir las sensaciones que vivía:
Sí, cosas maravillosas contestó el arqueólogo inglés, que no daba crédito a lo que estaba viendo. El mayor tesoro arqueológico jamás encontrado en el mundo.
Texto: Hamdi Zaki, egiptólogo. Enrique Sancho, periodista
Fotos: The Pharaonic Village
Para más información:
www.pharaonicvillage.com/spanish
Para visitar el Poblado Faraónico puede escribir a Hamdi Zaki: viajes@hamdizaki.com