El molino harinero es uno más de los muchos que existen en las riberas de los ríos leoneses, provincia que en el siglo XIX era la que más molinos tenía.
En poco más de un siglo, León ha perdido más de 1.300 molinos. De los 700 molinos que han conseguido sobrevivir, sólo un pequeñísimo porcentaje aún funciona. La mayoría de los que se salvaron están en ruina o han sido reconvertidos para otros usos, principalmente, turísticos y hoteleros.
Éste, en concreto, está situado aguas arriba de Villamartín de don Sancho en la margen izquierda del río Cea. Perteneció a finales de 1700 a Ángel del Arenal y Cuesta, un abogado que colgó la toga para hacerse militar durante la guerra de la Independencia, distinguiéndose por su patriotismo, talento e ilustración, hasta que sus ideas liberales le llevaron a la cárcel en la época absolutista de Fernando VII. A consecuencia de sus estancias en la cárcel, murió en 1829. El molino fue heredado por su hija Concepción Arenal (1820- 1893) , importante jurista y escritora realista vinculada al pionero movimiento feminista de finales del siglo XIX. Fue también pionera en la presencia de las mujeres en la Universidad, acudiendo ella misma a la facultad de Derecho vestida de hombre. El molino fue espectador callado de la infancia de la primera activista social de nuestra historia.
Se desconoce el tiempo que la escritora pudo pasar en la localidad, si bien las características del molino hacen pensar que pudieron ser largas. En 1879 Concepción Arenal vende el molino. La escritura detalla que la finca lindaba a oriente, mediodía y poniente con terreno o campo concejil y norte con terreno de la propia Concepción Arenal valorados en 6.500 pesetas. La propiedad constaba además de una huerta «de cabida de cuatro celemines», con un precio de 500 pesetas, una de un celemín (300 pesetas) y una tierra «donde llamar el tomillar de ocho celemines» (200 pesetas).
Desde el punto de vista de la tipología edificatoria, en León hay dos tipos de molinos: en las zonas de montaña suelen ser edificios pequeños y básicos, donde predominan la piedra y la pizarra. Por el contrario, en las comarcas llanas como es el caso , donde los cauces de los molinos dependían muchas veces de sistemas de presas o, sencillamente, eran más caudalosos, son más señoriales, de dos o más plantas, y materiales constructivos de mayor calidad.
Hoy, ese molino no es más que una amalgama de ladrillos, madera y barro que sirve de pedestal a las cuatro paredes que, en medio de la nada, desafían al tiempo y al abandono. El molino incluía 56 pies de chopo y 27 de palmeras. El edificio constaba de un solo piso con cocina, dormitorio, panera, cuadra y otras oficinas en una superficie de 234 metros cuadrados y se compone de «artefacto de limpia», dos piedras harineras, una francesa y otra rastrera con sus útiles correspondientes para su uso y movimiento.
A su importancia como arquitectura industrial, se une el valor de haber pertenecido a una de nuestras más ilustres pensadoras del siglo XIX
Carácter de riesgo:
Pérdida total del molino, cuyo valor arquitectónico y sobre todo histórico y simbólico bien merecería su consolidación. Al menos como señal de respeto a su antigua propietaria, doña Concepción Arenal, una mujer extraordinaria y destacada intelectual.
Estado:
Ruina avanzada, engullido por la maleza , paredes desplomadas y expoliado.
Fuente, fotografías y más info: http://listarojapatrimonio.org/ficha/molino-de-dona-concepcion-arenal/