Miles de zamoranos acompañaron un año más a la Virgen de la Concha este lunes 10 de junio desde San Antolín hasta la Hiniesta y que este año celebró su 729 aniversario.
Los actos se iniciaron este lunes a las 8 de la mañana con la misa de romeros en la iglesia de San Antolín, tras la cual partió la romería camino de la Hiniesta acompañando a la imagen de la Virgen de la Concha, patrona de la Ciudad de Zamora y de su Ayuntamiento.
Se efectuaron paradas en la iglesia de San Lázaro donde se entonó la Salve a la Virgen del Yermo, en la Cruz del Rey don Sancho, y a la entrada de la Hiniesta donde fueron recibidos por los vecinos del pueblo y dónde tiene lugar el saludo de los pendones y el intercambio de bastones municipales entre la alcaldesa de Zamora y el alcalde de la Hiniesta, como acto de hermanamiento entre ambas localidades.
Tras el saludo y el intercambio de bastones ambas corporaciones se dirigieron, junto con el resto de la comitiva a la iglesia parroquial de la Hiniesta donde se celebró la misma de hermanamiento. Tras el acto religioso el Ayuntamiento de la Hiniesta ofreció un vino español a todos los presentes, y alrededor de las 14,30 horas tuvo lugar la comida de hermandad. A partir de las 17,30 horas la romería salió de la iglesia de la Hiniesta de regreso a Zamora.
La Romería
La Romería de La Hiniesta tiene lugar cada lunes de Pentecostés. Su acto central consiste en el traslado de la Virgen de La Concha, desde la capital zamorana, hasta la iglesia de La Hiniesta para visitar a la Virgen de La Hiniesta.
En ese día, tanto Zamora como La Hiniesta recuerdan el hecho histórico de que la imagen de la Virgen de la Hiniesta estuvo alojada en Zamora hasta que terminaron las obras del templo de la localidad, Santa María La Real, y a cuya conclusión fue acompañada en procesión por la patrona de la capital, la Virgen de La Concha, que desde entonces cada año hace una visita a la Virgen de la Hiniesta, acompañada de muchos fieles.
En la línea de años anteriores el Ayuntamiento de Zamora y la Policía Municipal han puesto a disposición de la Cofradía de la Virgen de La Concha los recursos técnicos y efectivos humanos de Policía Municipal y Protección Civil para contribuir tanto a la buena organización de la celebración festiva, y de manera específica en la organización del desfile, control del tráfico, cortes de circulación y seguridad de vehículos y peatones durante los trayectos de la Romería entre Zamora y el municipio de La Hiniesta y regreso.
La leyenda
Cuenta la leyenda que el rey Sancho el Mayor, en el año 1032, encontró las reliquias del mártir san Antolín y una imagen de la Virgen en las ruinas de una antigua ciudad llamada Pallantia.
El monarca ordenó reconstruir la ciudad, levantando sobre los restos visigóticos de un antiguo templo, una nueva catedral, restableciendo la diócesis y nombrando un obispo. El relato continúa describiendo cómo la ciudad de Palencia acude al auxilio de Zamora, atacada por los musulmanes, y, llevando la imagen de la Virgen, envía nuevas tropas que permiten vencer en la batalla. Así, Zamora queda liberada y los palentinos dejan la imagen de Nuestra Señora que es proclamada patrona de la ciudad.
La historia matiza la leyenda. Para continuar la labor de reconquista de los territorios dominados por los musulmanes, era necesario asegurar la frontera del Duero, con ciudades fortificadas desde las que repoblar el territorio reconquistado, organizar la guerra y crear una sociedad que sostuviera el reino. El rey Fernando I de León, con este fin, reconstruyó la ciudad de Zamora en 1055, ordenando que fuera repoblada, acudiendo a su llamada muy diversas gentes.
La primera descripción extensa de la romería data de 1495, año en que se producen unos graves incidentes al llegar de regreso a Zamora. En aquellos momentos era ya multitudinaria, y a ella asistía el ayuntamiento al menos al regreso a la ciudad pues se señala la presencia de «los regidores caballeros».
Las primeras noticias de su desarrollo completo nos la proporcionan los estatutos conocidos como de 1503. En el articulado que regía a la cofradía, probablemente en vigor desde finales del siglo XV, se detalle un protocolo para la celebración de la romería perfectamente reconocible en los pasajes que se viven hoy en día cada lunes de Pentecostés.
El ceremonial comenzaba a las 5 de la mañana, con las primeras luces del día se citaban los hermanos en la iglesia de San Antolín para celebrar missa de Nuestra Señora. Finalizada la celebración religiosa comenzaban los preparativos de la romería que daba comienzo a las seis de la mañana.
La comitiva la abrían la seña y el pendón de la cofradía, tras ella se disponían los hermanos de la cofradía portando cirios encendidos, seguía una representación del apóstol Santiago llevada por dos clérigos del brazo y las andas con la imagen de la Santísima Virgen a hombros de cuatro sacerdotes. La representación del apóstol Santiago, que venía participando desde finales del siglo XV tras la fusión de su cofradía con la de Nuestra Señora de San Antolín, no era una talla si no un hombre revestido de máscara y ricas telas para representar la figura del santo compostelano. Este tipo de figuraciones se conservan todavía en procesiones y celebraciones litúrgicas en España, siendo uno de los ejemplos más destacados el Corpus de la localidad leonesa de Laguna de Negrillos.
La procesión se dirigía por la costanilla hasta la iglesia de San Lázaro, allí entraba la cofradía para realizar una plegaria ante la imagen de la Virgen que recibía culto en el templo románico. La cofradía accedía a la iglesia apagando en ese lugar la cera que quedaba a cargo del cotanero. Hoy en día la estación se realiza ante la Virgen del Yermo, el saludo entre la cofradía y la parroquia es el viejo recuerdo de la vinculación secular de ambas comunidades siendo las venias entre las imágenes de la Virgen la manifestación plástica del encuentro. Como todos los lunes de Pentecostés la romería partía entonces hacia la Cruz del Rey don Sancho donde era entonado por los clérigos de la cofradía el Regina Coeli. El ceremonial en este lugar se modificó a lo largo del siglo XVIII con la pérdida del Niño Jesús.
Según cuenta la leyenda una mañana de romería el tiempo aciago impidió completar el recorrido con la Virgen de la Concha, volviéndose la cofradía desde la Cruz del Rey don Sancho hasta su templo. Al regresar a San Antolín la imagen del Divino Infante ya no se encontraba en las andas, para sorpresa de todos, la imagen apareció en las inmediaciones de la Hiniesta. Desde entonces la imagen del Niño se pierde en la estación ante la Cruz del Rey don Sancho, haciendo el camino hasta las inmediaciones de la Hiniesta en brazos de un mayordomo. La romería continuaba unida en torno a la Virgen hasta el humilladero que se alzaba en las cercanías el teso de la Salve, donde se entonaba de nuevo el canto del Regina Coeli.
Al llegar a la Hiniesta la comitiva de Zamora es recibida por los vecinos de la Hiniesta, encuentro manifestado en el saludo de rúbricas que realizan los pendones, insignias que representan a la comunidad que los porta. Desde ahí la comitiva se dirige a la iglesia donde se produce uno de los hitos más significativos de la romería, la Virgen de la Concha en el sentido opuesto a las agujas del reloj bordea el perímetro del templo, una tradición que se conserva desde la ceremonia de consagración de la iglesia en pleno siglo XIII.
A continuación se celebra la Misa ante la imagen de la Virgen de la Hiniesta en la que participa la cofradía, para ello se dispone a la Virgen en el presbiterio del templo, consignándose en los estatutos de 1860 la obligación de procurar una mesa para la Virgen de la Concha con el mejor ornato posible. Finalizada la función religiosa se produce un tiempo de convivencia para reponer fuerzas antes de regresar a la ciudad.