Los Pirineos franceses se visten de blanco, de deporte, de fiesta…Más de 400 kilómetros, con 38 estaciones, del Atlántico al Mediterráneo.
Verdes y ocres durante la mitad del año, salvajes, ondulados o agrestes, los Pirineos franceses se convierten con la caída de los primeros copos en blancos y plateados, en una gigantesca alfombra sobre la que deslizarse en cualquiera de las muchas posibilidades que ofrece la nieve para los aficionados a los deportes… y para los que no lo son tanto. La vertiente francesa de esta majestuosa cordillera de más de 400 kilómetros, que se extiende desde el Océano Atlántico hasta el Mar Mediterráneo, limitando estrechamente con España, con la que compite y a veces comparte atractivos, estaciones y propuestas.
Cuenta la leyenda que tras la muerte de Pirene, hija de Atlas, un Hércules trastornado enterró a la joven en un enorme mausoleo de piedras. Aquel mausoleo que sellaba su tumba se convirtió ni más ni menos que en los Pirineos. Hoy, hoteles, campings, restaurantes, alojamientos rurales, estaciones de esquí y termales, empresas de aventura… han convertido esta región en un paraíso para las vacaciones en cualquier época del año, pero sin duda el invierno es una de las más espectaculares. Aunque el turismo y los deportes sean sus principales activos, se ha tenido un especial cuidado en preservar tanto el patrimonio natural como el cultural, dos de sus grandes tesoros. Los bellos espacios naturales con los que cuenta el Pirineo Francés son un regalo para los amantes de la montaña, la flora, la fauna y el deporte puesto que son muchas las actividades que en ellos se pueden realizar y muchos los rincones por descubrir.
La importancia de los ecosistemas existentes en esta vertiente francesa de los Pirineos, ha obligado a su protección formal para preservarlos de la influencia del hombre, con el fin de que las generaciones venideras puedan disfrutar de ellos en el futuro. Lugares como el Valle dOssau, Neouvielle o Mont Valier han sido declarados Reservas Naturales. La más importante, sin embargo, es el Parque Nacional de los Pirineos, creado en 1967, que comprende casi 48.000 hectáreas, y va desde el valle de Aspe en Pirineos Atlánticos al oeste, hasta el valle de Aure en Altos Pirineos al este. Limita durante más de 100 km. con el Parque Nacional de Ordesa y Monte Perdido en España y otras reservas naturales en Francia como la de Néouvielle. En el Parque de los Pirineos se encuentran más de 200 lagos de alta montaña así como las cumbres más altas de los Pirineos franceses.
A lo largo y ancho de los Pirineos el amante de la montaña puede elegir entre infinidad de actividades a realizar al aire libre: senderismo, escalada, BTT, rafting, kayak, paseos a caballo, parapente… Y en invierno las posibilidades se multiplican; desde las actividades tradicionales como el esquí alpino o de fondo, excursiones en raquetas, paseos en trineo con perros… a nuevas modalidades como el biathlón (esquí de fondo, asociado al tiro con carabina), BTT sobre nieve, ski joëring (esquí tirado por un caballo), trottiski (patinete sobre nieve)… y para los más creativos, construcción y noche en iglú o en una yourte (cabaña mongol), o escultura de hielo. Sin duda, la mejor forma de disfrutar de la naturaleza: combinar la aventura con el deporte, el descanso con la acción.
El conjunto de estaciones de esquí de los Pirineos franceses ofrece uno de los espacios esquiables más grandes del mundo. Hay 28 estaciones de esquí de pista, repartidas por 6 departamentos y 3 regiones, 771 pistas con 369 remontes y 2.875 cañones de nieve. También 15 espacios nórdicos, con 800 kilómetros de pistas. Y para que todo resulte fácil, hay forfaits manos libres, forfaits recargables por Internet o por teléfono, jornadas de esquí consumidas y automáticamente cargadas en tu cuenta, consejos de seguridad… Todo ello para conseguir el principal objetivo: más esquí y menos molestias.
Claro que no todo ha de ser esfuerzo y deporte, en los Pirineos franceses también hay tiempo y espacio para el descanso, la salud y el bienestar. Francia que siempre ha sido líder en propuestas de spa y talasoterapia no hace una excepción en los Pirineos. Existen 15 espacios de relajación y bienestar. Tienen como particularidad ofrecer sus prestaciones exclusivamente en agua termal. Los espacios termolúdicos están dirigidos fundamentalmente al relajo pero no olvidan los tratamientos para determinadas enfermedades sobre las que sus aguas aportan indudables ventajas: reumatología, flebología, ginecología, obesidad…
Históricamente, los centros termales como el de Eaux-Bonnes, o el de Luchon, o también Cauterets fueron muy recomendados por los beneficios de sus fuentes. En la actualidad, estos centros se han adaptado a la demanda de la puesta en forma, desarrollando sus actividades y ofertas, para captar una clientela más joven y dinámica. Por este motivo, y en concordancia con la estrategia económica, se han creado diferentes spas y centros termo-lúdicos en cada estación. En Ax-les-Thermes, por ejemplo, les Bains de Couloubret, invitan e entrar en un universo, a la vez, antiguo e imaginario. En Barèges, el centro termo-lúdico ofrece la posibilidad de relajarse de forma contemplativa, observando el cielo estrellado, gracias a su cúpula observatorio, en forma de bóveda estrellada. En Loudenvielle, el centro Balnéa ha creado un espacio japonés, compuesto de tres lagunas exteriores, con diferentes temperaturas, desde las cuales cada uno puede relajarse, frente a los nevados Pirineos.
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Pero los que además de deporte y bienestar quieren algo más, en los Pirineos encontrarán numerosos restos monumentales que se han podido conservar como fieles testimonios del paso de diferentes culturas: restos prehistóricos, castillos medievales, abadías, iglesias barrocas y románicas, catedrales y molinos o, simplemente, pintorescas casas y calles pirenaicas, salpican toda la geografía francesa. Pueblos que permanecen todavía arraigados a tradiciones y costumbres como los deportes vascos, en la parte atlántica del Pirineo francés, las distintas celebraciones del carnaval cargadas de un carácter mitológico, la celebración de la Semana Santa, la devoción a la virgen de Lourdes o los bailes tradicionales como las sardanas en el Pirineo Oriental, son sólo algunos ejemplos.
Los valles preservados conservan su esencia natural desde hace siglos y el paisaje sigue marcado por la tradición pastoril. En los Pirineos no hay fábricas ni industrias, sólo grandes extensiones vírgenes y pueblos anclados a lo largo de las laderas de las montañas que han sabido conservar su encanto y autenticidad.
Por otra parte, la mesa pirenaica francesa, inspirada en la robusta cocina del suroeste se enriquece con recetas sabrosas y productos derivados de la caza: cordero acompañado de habichuelas, jabalí, perdiz, palomas y otras aves, carnes magras o adobadas… Siempre, la comida se debe comenzar con la garbure, solido potaje de legumbres de temporada enriquecido con tocino, con muslos adobados o con carene de ave. En cualquiera de los restaurantes se pueden encontrar los productos estrella de la región: el cerdo negro de Bigorre, la judía Tarbais, el carnero de Barèges-Gavarnie, el cordero de los Pirineos, la trucha Fario, los quesos de Barousse… Estos platos revelan sin duda la necesidad de degustarlos acompañados de un vino con cuerpo.
La vida en las estaciones no se detiene al cerrarse las pistas. Muchas de ellas proponen actividades a la caída de la noche como discotecas o eventos especiales. Con todos estos atractivos, el Pirineo Francés se ha convertido hoy, en uno de los destinos más elegidos por los amantes de la montaña que desean descansar en lugares confortables situados en parajes idílicos y, a la vez, disfrutar de la naturaleza en su estado más puro.
Cómo ir:
Por carretera hay numerosos accesos abiertos las 24 horas, aunque en ocasiones pueden estar cerrados por las condiciones meteorológicas. Para los que prefieran acercarse en avión, el avanzado buscador de vuelos baratos www.jetcost.es sugiere las conexiones más fáciles a los aeropuertos de Biarritz, Pau Pirineos, Tarbes-Lourdes-Pirineos, Toulouse, Carcassone o Perpignan, que se encuentran a pocos kilómetros de las principales estaciones de esquí de los Pirineos franceses.
Texto y fotografías: Enrique Sancho