El Castillo de Ponferrada ha vuelto a recibir este sábado el asedio de los “Irmandiños” de la mano de los Caballeros de Ulver, 556 años después.
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A las seis de la tarde las puertas de la fortaleza templaria de Ponferrada cerraban sus puertas para preparar la recreación histórica del asedio de los Irmandiños, hecho acaecido en el año de 1467. Durante todo el día el patio de armas de la fortaleza templaria acogía una reconstrucción de un campamento militar y vida cotidiana del siglo XV.
Media hora después salían del Castillo de Ponferrada los miembros de la Asociación Caballeros de Ulver perfectamente ataviados con las armaduras y corazas unos y vestiduras blancas de campesinos otros, para realizar la recreación del asedio al Castillo por parte de los irmandiños.
La recreación comenzó en la plaza de la Encina para continuar en los aledaños de la fortaleza templaria y para finalizar en el patio de armas. Durante una hora volaron flechas y bolas de catapulta, hoy de goma, hasta derrotar a los Irmandiños los partidarios del entonces señor del Castillo, Don Pedro Álvarez Osorio, conde de Lemos gracias a la traición del Conde Don Álvaro de Trastámara.
Esta recreación está organizada por la Asociación de Caballeros de Ulver en colaboración con el Ayuntamiento de Ponferrada.
Los irmandiños y el castillo de Ponferrada
Los irmandiños fueron tropas populares formadas por labradores e hijos de caballeros que se unieron para sublevarse contra los señores de Galicia en el siglo XV.
Está considerada como una de las mayores revueltas sociales de Europa. Durante esa época el Conde de Lemos tenía la posesión del Castillo de Ponferrada junto múltiples propiedades, gran parte en la vecina Galicia: Cornatel, Villafranca, Corullón, Balboa, Serracín, Monforte de Lemos, Sarria, Castro Caldelas…
Consciente del gran peligro que corre con la revuelta gallega, ordena el 8 de febrero de 1465 a su alcaide de Monforte de Lemos que entregue a su hijo Alonso, el cual toma posesión de Monforte 4 días más tarde.
Los irmandiños respetan a Alonso pero tras su muerte por la peste en 1467, las posesiones del condado de Lemos son atacadas.
Las primeras fortalezas bercianas (Balboa, Cornatel, Sarracín y Corullón) son arrasadas y finalmente es en la de Ponferrada en la que con ayuda del Conde Don Álvaro de Trastámara, que hasta aquel momento había apoyado a los irmandiños, se pone freno a la revuelta irmandiña.
Como recompensa por el cambio de bando el Conde de Trastámara, gran enemigo del Conde de Lemos, recibe las villas de Sarria y Chantada por parte de Don Pedro Álvarez Osorio. Con este acuerdo el Castillo de Ponferrada se libra de su inminente derrota y los irmandiños son vencidos.
La Gran Guerra Irmandiña
La Gran Guerra Irmandiña tuvo lugar entre 1467 y 1469. Los preparativos para la formación de una Irmandade Xeral (Hermandad General) empezaron en los años anteriores por parte de Alonso de Lanzós y con el apoyo de varios ayuntamientos (La Coruña, Betanzos, Ferrol, Lugo), que actuaron como motores iniciales del movimiento. En este caso, la revuelta irmandiña fue una auténtica guerra civil por la participación social que tuvo.
Años consecutivos de malas cosechas y pestes provocaron una revuelta popular. Según los testigos del juicio Tavera-Fonseca, los irmandiños contarían con unos 80.000 efectivos. En la organización y dirección de la guerra irmandiña participaron varios grupos sociales: campesinos, gentes de ciudades, baja nobleza, hidalguía e incluso miembros del clero (varios miembros de la estructura eclesiástica apoyaron económicamente a los irmandiños).
Los jefes del movimiento pertenecían a la baja nobleza (hidalgos). Pedro Osorio actuó en el centro de Galicia, sobre todo en la zona compostelana, Alonso Lanzós dirigió la revuelta en la zona norte de Galicia y Diego de Lemos encabezó las acciones irmandiñas en el sur de las provincias de Lugo y norte de Orense.
El auge del movimiento irmandiño fue posible por la existencia de lo que el estudioso Carlos Barros G. llamó «mentalidad justiciera y antiseñorial» de la sociedad gallega bajomedieval, que rechazaba las injusticias cometidas por los señores, considerados popularmente como unos «malhechores».
Los enemigos de los irmandiños fueron fundamentalmente nobles laicos, dueños de castillos y fortalezas y encomenderos de las principales iglesias y monasterios.
Los irmandiños destruyeron alrededor de 130 castillos y fortalezas durante los dos años de la guerra irmandiña. Los linajes Lemos, Andrade y Moscoso fueron el blanco preferido de los irmandiños. Los irmandiños, por el contrario, no atacaron a los eclesiásticos.
En un primer momento, parte de la nobleza que sufrió la ira de los irmandiños huyó a Portugal o a la vecina Castilla. En 1469, Pedro Madruga inició desde Portugal el ataque feudal, con el apoyo de otros nobles y de las fuerzas del arzobispo de Santiago de Compostela.
Las tropas feudales, que contaban con una mejor maquinaria de guerra (las tropas de Pedro Madruga usaban modernos arcabuces), vencieron a los irmandiños, arrestando y matando a sus líderes. La victoria de las tropas de Pedro Madruga se debió en parte al apoyo de los reyes de Castilla y Portugal, además de la división de las fuerzas irmandiñas.
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Los caballeros de Ulver
Caballeros de Ulver es una asociación cultural sin ánimo de lucro fundada en el año 2009, vinculada a la Recreación Histórica en la provincia de León. Recientemente les hemos visto recrear de forma magistral la Batalla de Villadangos.
La temática recreada por esta asociación gira en torno a las diferentes etapas de la Edad Media en España, desde el siglo X al XV, que muestra mediante objetos réplica de los hallados en la península en esta época, contextualizándolos mediante los roles, vestimentas, aptitudes y explicaciones de nuestros integrantes.
Esta asociación trata de impulsar la utilización de la recreación histórica como un recurso didáctico más a la hora de dar a conocer y ayudar a entender nuestro pasado y nuestra historia.
Agradecimientos
No podemos finalizar este reportaje sin mostrar nuestro agradecimiento tanto a los responsables de los Caballeros de Ulver como al personal del Castillo de Ponferrada por la facilidades prestadas para el desarrollo de este reportaje.