Fácilmente visitables desde Amán, forman parte de una de las rutas más atractivas de Jordania. La zona del Desierto del Este de Jordania puede que sea la menos conocida de todo el país y la más aislada, y quizá sea por eso por lo que adentrarse en ella es sentirse como un auténtico explorador. Zona de desierto árido donde el horizonte es interminable, guarda el eco de beduinos y omeyas.
Aunque son llamados “Castillos del Este” no se tratan de castillos palaciegos sino de complejos construidos por los omeyas en los primeros años del Islam que servían como refugio de caza, casas de baños, centros de agricultura y comercio, pabellones de descanso y baño, y también como centros militares donde los gobernantes acercaban posturas con los beduinos. Además, y por imposible que parezca, era zona de parada de caravanas y comerciantes que se dirigían a Damasco así como escala para los peregrinos que se dirigían a La Meca, por lo que se trata de un rico ejemplo de arte y arquitectura islámica. Sus interiores con mosaicos, frescos, ilustraciones en estuco, casi siempre con motivos vegetales y árboles frutales, cuentan la historia sobre cómo era la vida durante el siglo VIII.
El de Qusayr-Amra es uno de los monumentos mejor conservados y el más bonito de los castillos del desierto. Declarado Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO, sus paredes y techos interiores están decorados con frescos que representan imágenes de caza, mujeres bañándose o los seis reyes del mundo (uno de ellos el rey hispanovisigodo Don Rodrigo). Dos de las habitaciones tiene el suelo cubierto por coloridos mosaicos y en una de sus cúpulas se encuentra una representación del hemisferio norte con los signos del zodiaco. Los baños eran utilizados por el señor de Amra y también por los viajeros que transitaban la ruta comercial.
Otro de los castillos del desierto que merece una parada es el de Qsar al-Karraneh. Construido en el siglo VII, aunque nunca llegó a ser terminado. A pesar de tener dos plantas con torres defensivas poco tenía que ver con su función. Su patio está rodeado de unas 60 habitaciones decoradas por columnas, frisos con rosetones e inscripciones, una de ellas con la fecha 710 convirtiendo así a Karraneh en uno de los más antiguos. Se cree que el edificio estaba destinado al hospedaje de las caravanas, aunque es muy probable que fuese centro de encuentro entre líderes omeyas y beduinos.
El impresionante fuerte de Qasr al-Azraq se sitúa a las afueras de la ciudad de Azraq, la más importante de la zona Este jordana. También fue construido sobre un fuerte romano y ocupado por los omeyas. Es conocido por haber sido residencia de Lawrence de Arabia en el invierno de 1917. Aunque después del terremoto de 1927 quedó casi destruido, todavía se puede adivinar el comedor, la cocina y los establos y una pequeña mezquita del siglo XIII.
Los castillos pueden ser visitados en circuitos de un día desde Amán o bien pasando una noche en la ciudad de Azraq. Sin duda una excursión recomendable para adentrarse en los inicios de la cultura omeya.
Jordania, un oasis de paz en Oriente Medio
El Reino hachemita de Jordania, sorprende al viajero por ser una nación moderna, dinámica, estable y totalmente segura. Desde las evocadoras y antiguas estepas de Wadi Rum hasta el bullicioso centro de Amán, y desde las majestuosas ruinas de antiguas civilizaciones hasta el esplendor atemporal del Mar Muerto, Jordania se revela como un destino único de lugares imponentes y misteriosos, alojamientos de alto nivel, exquisita gastronomía e incontables actividades para inspirar, motivar y rejuvenecer al visitante.
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