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León recrea el infame tributo de las 100 doncella o cuando los leoneses dijeron NO

La recreación del tributo de las 100 doncellas celebrada este pasado sábado está organizada por la Federación de AA.VV. “Rey Ordoño”, en colaboración con el Ayuntamiento de León y la colaboración desinteresada de los diferentes barrios y sus juntas directivas, El Trovador Leonés y la Escuela de Danza Camino López.

Este sábado pasado tuvo lugar la recreación del tributo de las 100 doncellas que comenzaba con el anuncio a caballo de la entrega de doncellas.

Era ya por la tarde, a partir de las 18,30 horas cuando comenzó en si,  el acto de recogida de las Doncellas en cumplimiento del Tributo, para lo cual salieron dos comitivas, la una desde la Plaza del Grano y la otra de Puerta Castillo, ambas con destino a la Plaza de Regla.

Una vez mas la pluma del profesor Hermengildo López nos traslada a ese León medieval, capital del Reino mas poderoso de Hispania. Un reino que años después sería la cuna parlamentarismo.

Un reino que acuñaba moneda,  nombraba embajadores, tenía su propio Jefe de Estado y se regía por sus propias normas. Un Reino, en definitiva dueño y señor de su destino.

El acto que se recreo este sábado por cuarta vez narra unos hechos que, para algunos son simplemente una leyenda, para otros una triste y vergonzante realidad ocurrida en un pasado lejano, cuando los reinos cristianos del norte y frente a un enemigo muy superior, no encontraron otra opción que la de cambiar seguridad por un tributo sonrojante, ese que denominamos tradicionalmente el de las 100 doncellas.

Desde los lejanos tiempos del rey Mauregato, los reyes cristianos cumplían puntualmente con el infame tributo de las cien doncellas (50 nobles y 50 plebeyas), que debían ser entregadas a los califas musulmanes a cambio de no sufrir sus ataques. De este centenar de desdichadas, León aportaba una parte, procedentes de las parroquias de San Marcelo, San Martín, Santa Ana y Santa María del Mercado.

Impresiona la fuerza con la que el autor de la teatralización narra los hechos de boca de tres mujeres, Elvira, Leonor de Garavito y Leonor de Quiñones, que por la inanición y cobardía de los leoneses deben ser enviadas como parte del tributo, amenazando con cortarse una mano o matarse antes que ir a las tierras del sur.

INTERVENCIÓN DE ELVIRA

“¡Deteneos! Aún no está dicha la última palabra… Soy Elvira, una campesina recogida en las tierras altas de este reino. Escuchadme hombres de León. ¡Cobardes! ¿A tierra de moros nos lleváis? En el valor de vuestros corazones y no en la hermosura de vuestras mujeres debéis fundar la defensa de nuestra tierra. Escuchad ahora mi respuesta: muerta tendrá que ser, pues viva no conseguiréis llevarme”.

INTERVENCIÓN DE LEONOR GARAVITO

Compañeras mías de infortunio; para las que no me conocéis, me llamo Leonor Garavito y quiero decir que estoy muy de acuerdo con lo que acaba de exponer Elvira; bien sabéis que, entre los animales, que carecen de toda racionalidad, es costumbre que los padres defiendan a sus hijos. Y así vemos que una sola gallina defiende con su pico y con sus alas a sus polluelos, aunque sean veinte, del fiero gavilán. ¿Es posible que la nobleza de León, que los soldados de este reino hagan entrega de sus hijas al Moro enemigo? Es cosa bien contraria a la ley de Dios y del mundo, que bien parece que somos menos que gallinas. O quizá gallinas y bien cobardes sean más bien los que así se atreven a actuar.

INTERVENCIÓN DE LEONOR DE QUIÑONES

De acuerdo, por mi parte también. Como vosotras, doncellas elegidas para formar parte de este nefando tributo, me encuentro en este trance aun descendiendo de una de las grandes familias de este Reino. Soy Leonor de Quiñones y, si, a pesar de lo dicho, nos apartan de nuestra tierra, yo tengo la solución. Escuchad: si en mucho estimamos nuestras vidas más debemos estimar nuestra honra. Así que, si vosotras quisierais, yo os diría cómo quedásemos vírgenes y con honra. Bien sabéis que para una mujer hay pocas cosas de mayor fealdad que ser manca. Unas a otras debemos cortar y quemar nuestras manos, cuando nos hallemos lejos de aquí, así ni el Emir ni nadie de su corte nos tocará.

Ante esta demostración de arrojo, el rey decidió negar para siempre el tributo y presentó batalla ante las tropas de Abderramán II, al que derrotó -supuestamente ayudado por el mismísimo Santiago- en la que hoy conocemos como batalla de Clavijo.

Se trata de una tradición documentada desde antiguo que cada vez resulta más interesante para los visitantes por su vistosidad, que unida a su situación actual junto a la festividad de San Froilán y su declaración de Fiesta de Interés Turístico Regional hacen de ella uno más de los atractivos de nuestra ciudad para el turismo.

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