El Fuero de León son el conjunto de disposiciones dictadas en 1017 por rey de León Alfonso V para todo el Reino de León.
La Catedral de León se convirtió en la tarde de ayer en el escenario de la Lectura de los Fueros de León. El acto, que comenzó a las 20.30 horas en el Claustro de la Catedral con limitación de aforo y medidas higiénicas, ha estado organizado por SOFCAPLE (Sociedad para el Fomento de la Cultura de Amigos del País Leonés) en colaboración con el Ayuntamiento de León y otras administraciones.
Se trata de “una fecha que es esencial para la historia de León y de España”, ha precisado el alcalde de León, José Antonio Diez, quien ha recordado que la celebración ha quedado totalmente condicionada por las medidas higiénico sanitarias derivadas de la contención de la pandemia que impiden hacer el acto masivo, como se merecía esta fecha.
Este conjunto de leyes establecidas por Alfonso V en el siglo XI es fundamental en la historia del Reino de León y de España porque regulan aspectos sociales, institucionales y económicos del Reino y de la ciudad de León. En concreto, los Fueros de la Ciudad de León, cuyo milenario se ha conmemorado este primer sábado de agosto, fueron promulgados en 1020 y forman parte de las leyes más antiguas con jurisdicción en todo el reino que se conocen sientan bases para organizar la repoblación en el reino y para marcar e impulsar toda la vida en su territorio.
“Unos textos de relevancia mundial que refuerzan la importancia de León históricamente como reino de referencia, determinante influencia histórica y jurídica en esos siglos y germen también del Parlamentarismo, ese título esencial para nuestra historia reconocido por la UNESCO”, ha explicado el regidor.
La Lectura de los Fueros de León es prólogo a una serie de actividades que se desarrollarán a lo largo del año, si es posible. A esto se le añadió la presentación del libro sobre el Fuero de León, una edición magistral que ha coordinado Vicente Carvajal de SOFCAPLE y que “será un joya bibliográfica e histórica que pondrá el acento en el importante papel histórico de estos documentos del Fuero de León, primeros textos históricos de regulación de las normas de convivencia y germen de texto similares en todo el mundo”, ha puntualizado José Antonio Diez.
Los Fueros de León
El acto que ayer se celebró, presidido por el Pendón Real de León, en el claustro de la Catedral reunió a un nutrido grupo de representantes tanto de pequeños municipios del alfoz de León como del mundo de la empresa, de la Universidad o de la Cultura para leer los 40 preceptos que componen los fueros. No hay que olvidar que el fuero regulaba del alfoz de León, que abarca Santas Martas, Quintanilla del Camino de Cea, Cifuentes, Villoria, Villafeliz, Milleras, Cascantes, Villadelid, Villar de Mazarife, el Valle del Ardón y el territorio de los Oteros.
Para los profanos diremos que el Fuero de León son el conjunto de disposiciones dictadas en 1017 por rey de León Alfonso V para todo el Reino de León. Está compuesto por 48 preceptos de los que parte son normas de carácter general y el resto son disposiciones de ámbito local.
Estos 20 primeros artículos se decretaron para ser aplicados en todo el Reino de León, incluyendo León, Galicia, Asturias y Castilla. En ellos se regulaba la posesión pacífica de los bienes por parte de la Iglesia. También se busca proteger a sus miembros, tanto del clero secular como regular, confirmando su autoridad judicial y la autoridad directa del obispo.
También se garantizaba una cierta autonomía judicial, y unas mínimas garantías jurídicas, un intento de separación de la Iglesia y el Estado.
Se regulaba la relación entre rey y pueblo con protección de personas y bienes. Este precepto será una innovación importante. También se habla del matrimonio, protegiendo a la mujer y sus bienes, propio de la legislación leonesa. Se especifica el derecho de la mujer a heredar.
Además establecía la obligación de pagar impuestos al monarca y la obligación de acudir al «fonsado», o sea, al llamamiento de guerra, excepto para los caballeros recién casados, porque debían engendrar un hijo
Pero no menos importante es la parte que regulaba a la Ciudad de León y su alfoz. Se reglamenta la propiedad privada y la inviolabilidad del hogar, la inmunidad a la mujer en ausencia del marido.
También se estipula la obligación de los leoneses de establecer una vez al año, solía ser en cuaresma, las medidas de pan, vino y carne, y el salario de los trabajadores. Establecía la “paz de mercado” los miércoles, imponiéndose sanciones a los que la violaran. Regulaba los oficios artesanales, de modo que cada uno solo trabajase en su oficio
Y finalmente se establecen los medios de las pruebas y las formas de las pesquisas. Todo esto hace 1.000 años. Fue la primera recopilación de fueros en la península ibérica. Su datación ha sido siempre problemática, se sostiene que se promulgó el 30 de julio del año 1017 tras la reunión de la Curia plena celebrada en la antigua catedral románica de Santa María de León.
Así, según unos autores, de esta Curia habrían salido las disposiciones generales del Fuero y que tendrían validez en todo el Reino, manteniendo además que, posteriormente, en 1020, se habrían añadido los preceptos locales sobre la ciudad y el alfoz de León.
Sea como fuere ayer, los que tuvimos el privilegio de estar en este claustro se nos hizo sentirnos orgullosos de ser simplemente leoneses sin añadidos modernos. Fue uno de esos momentos de ensoñación. Cerrar los ojos e imaginarnos el año 1020 en dónde nuestro barbudo rey intentaba no solo reconstruir la Ciudad de León tras las incursiones de Almazor sino también pacificar su Reino. Un Reino capaz de legislar y ser pionero en establecer los derechos de sus ciudadanos.
Un Reino que supo organizarse, hasta ser el reino más poderoso de la península. Hoy mil años después no somos ni la sombra de lo que fuimos. Nos gobiernan desde Instituciones extrañas, impuestas y artificiales como la Junta de Castilla y León. Por cierto al acto estaba invitado el Presidente de las Cortes de Castilla y León Luis Fuentes que, como no, excusó su asistencia (aunque en su agenda publicada en la web de las Cortes de Castilla y León no tuviese programado ningún otro acto).
Reseñar que el Vicepresidente de la Diputación de León Nicanor Sen en la presentación ofreció un brillante discurso sobre la historia de León y la importancia de estos fueros y del Reino de León que a más de uno se le erizaron los pelos. También destacar la presencia leyendo un precepto del fuero de la Alcaldesa de San Andrés del Rabanedo quien este pasado 30 de julio ha dado un paso adelante en la consecución de la Autonomía de León.
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Ni los años, ni siquiera los siglos entienden de contingencias
Ni los años, ni siquiera los siglos entienden de contingencias; por ello y bien a pesar de las circunstancias, con acceso controlado, con palabras intervenidas, con algunas claras alusiones a nuestro devenir histórico y hasta con algunas evidentes modulaciones políticas para no enfadar al poder, mezclado provincia y Reino, en la tarde-noche de ayer, tuvo lugar la lectura pública de los 48 preceptos que componen el Fuero o los Fueros de León.
En 1017, un jovencísimo Alfonso V que había llegado al trono con apenas 7 años, tras la muerte de su padre Bermudo II, tuvo el acierto de escuchar a sus asesores y elaborar lo que hoy se considera la primera recopilación de leyes, recogidas en 20 preceptos, que vendrían a poner orden y dotar de determinadas libertades civiles a los habitantes de su reino.
En 1020, es decir, justo hace un siglo, se determinaron nuevas normas (28) para la urbe regia, León, además de su alfoz, en un intento claro de atraer habitantes y prosperidad a la misma y a sus ciudadanos. ¡Después de todo, qué poco cambian los tiempos!… o las necesidades, quizá.
Es conmovedor leer o incluso escuchar, como ha sido el caso, esos decretos, por cierto, no solo innovadores sino incluso predecesores de lo que ocurriría en 1188 con otro Alfonso, también niño, que se atrevió a admitir a los hombres buenos de las ciudades más importantes de su reino, para debatir, en igualdad, con el clero y con la nobleza.
El lenguaje utilizado sonaba como un canto mozárabe de aquellos que fueron desapareciendo con la llegada del rito romano en tiempos de otro de los Alfonsos, el VI, que duerme el sueño de la paz en el lugar en el que deseó hacerlo, Sahagún.
Claro es que hoy ya nadie se expresaría en latín (ni siquiera el clero), aunque fue utilizado por alguno de los lectores en el impresionante marco del claustro de la maravilla gótica que hoy nos contemplaba, cierto es que en nuestras calles tampoco oímos el romance leonés al que se tradujo de inmediato aquel latín que el pueblo no entendía, aunque también fue utilizado, con orgullo, por varios de los intervinientes… incluso sería imposible que algún juez llegara a dictar alguna de las sentencias que se contemplan en el citado Fuero y que tanto sorprendieron al escaso auditorio, que seguía el acto, pues las normas derivadas de la pandemia no permitieron más que la asistencia de unas 120 personas.
Sorprende, es evidente, que se anuncien penas eternas para quien se atreviera a mentir en un juicio, tal se consideraba la gravedad del hecho o que se debieran pagar 5 sueldos si se falseaba el peso del pan, por ejemplo. Pero no es menos sorprendente el hecho de que, en aquellos años en los que la falta de libertades era más que evidente, se le concedieran una serie de derechos a la mujer, especialmente en ausencia del marido, se protegiera el derecho de la casa (inviolabilidad del domicilio), se fijara la medida o el peso de determinados alimentos básicos y hasta el sueldo de los trabajadores para que no hubiera agravios entre los mismos. Modélico, sí señor.
Esa fue la principal razón por la que, acompañando a determinados representantes políticos, entre los que se contaban varios alcaldes de los pueblos del alfoz citados en el Fuero, también tuvieran su protagonismo los representantes actuales de los “gremios”: vinateros, carniceros, empresarios, etc. o figuras de la sociedad civil como arquitectos, médicos, profesores… e incluso niñas de enseñanza primaria.
Esa es la semilla que debe ser sembrada, esa es la apuesta que debemos jugar; en este mundo de relativismo, de monopolio de ideas, de manipulación de la historia de los pueblos; los que tenemos, en este momento, el testigo y la defensa del legado de nuestros ancestros, debemos poner pie en pared y no transigir una mentira más, no podemos consentir que se pisotee ni uno solo de nuestros derechos, que se oculte ni una sola de nuestras realizaciones o que incluso alguien intente impunemente atribuírsela. Ni podemos ni debemos; no es algo ni siquiera nuestro, puesto que pertenece tanto a los que ya se han ido como a los que vendrán en el futuro.
A un milenio de aquella fecha de tal importancia que fue capaz de marcar un antes y un después en la historia de las leyes del mundo, bien merece la pena reflexionar sobre lo que hemos sido, lo que somos y lo que seremos, si la voluntad no falta y el ánimo no decae.
Hermenegildo López
Texto íntegro de la intervención del Alcalde de León
La determinación y valentía de nuestros antepasados confieren al Reino de León un papel esencial en el desarrollo de la historia desde la Edad Media hasta la época actual.
Fueron esos años, convulsos en la península ibérica, en el Reino de León, los que marcaron lo que somos hoy y, sin duda, lo que queremos ser y seremos mañana.
Con orgullo, recuperamos hoy, de nuevo, esa herencia como pueblo que nos ha hecho pasar a la historia como la Cuna del Parlamentarismo y que no debe nunca, nunca, caer en el olvido.
Somos así porque sobre este mismo terreno que ahora pisamos, entre viejas paredes aquí mismo o a escasos metros de aquí, en el Claustro de San Isidoro, se determinaron fueros, decretos, que marcaron la convivencia y la cotidianeidad de un Reino, que partiendo desde Asturias se extendió por amplias zonas de las antigua Gallaecia y Lusitania, por las poblaciones fronterizas de Extremadura; un Reino que fue el más importante de la historia medieval y el más prolongado en el tiempo.
Los reyes, desde Alfonso V (999-1028) hasta los últimos monarcas del reino de León, Fernando II y Alfonso IX (1157-1230), los señores laicos y eclesiásticos, los mismos pueblos acabaron de dar forma a una política foral que renovó antes que en ningún territorio la vida urbana en el occidente cristiano.
Como se destaca en la edición que de los fueros realizó el Boletín oficial del Estado hace dos años, el “fuero, entendido como documento real o señorial que concede o pacta un régimen especial para ciertas personas, territorios o comunidades, formó parte del orden jurídico del pleno medievalismo tras los siglos oscuros de no declaración. Como diploma o instrumento jurídico autorizado del poder constituido atribuye prerrogativas, libertades, franquezas y exenciones por ser ante todo una carta de privilegio que confirma, renueva o altera el orden tradicional y sus usos y costumbres. Como carta de población, furo, franquinia, estatuto municipal o costum fue pasando históricamente de generación en generación por todos los territorios como doctrina básica. Convivió con otras normas consuetudinarias, jurisprudenciales y legales hasta su desplazamiento progresivo por las ordenanzas”.
Pero sigue ahí, en nuestra historia, recordándonos lo que fuimos y lo que debemos ser.
Con orgullo procedemos hoy, mil años después de su promulgación, a la lectura de los preceptos del Fuero de León, el Forum Legionense, de 1017 y 1020, el más antiguo conocido y, sin duda, el más relevante para marcar la historia occidental, porque sus preceptos se replicaron por todo el continente y, por ende, por los territorios dependientes de esa vieja Europa.
Una treintena de ediciones reflejan la importancia que bibliográfica, histórica y legalmente ha tenido el fuero de León. Pero es la relevancia que, con orgullo – reitero- le damos los leoneses a estos textos legales, a su marco histórico y geográfico.
Cuando la realidad tan cruel que estamos viviendo en este momento, amenazados por una pandemia que se ha llevado -y no lo podemos olvidar nunca- miles de vidas de compatriotas, miles de vidas de ciudadanos de la vieja Europa y de todos los puntos geográficos, cuando un maldito virus ha desestabilizado el mundo entero recordando nuestra debilidad, hemos de enraizarnos en lo esencial. Mil años no han cambiado las preocupaciones de las personas, su seguridad, su bienestar, su integridad, su familia y su hogar.
Y, para los leoneses, además del día a día que nos permita luchar por un futuro mejor, tomando nuestras decisiones y marcando nuestro rumbo, hemos de recuperar nuestro orgullo de pueblo. Ese pueblo autor de la primera representación de los derechos fundamentales de los ciudadanos en la historia de Europa.
Pueblo que antes que en otros territorios se dictaran leyes, tuvo concilios, fueros y reyes.
Orgullosos, conscientes del papel histórico, sabedores ya también de nuestra influencia en el derecho a la seguridad personal, la propiedad privada, la herencia, las garantías judiciales como precursores de una declaración de derechos fundamentales, damos hoy lectura a los preceptos, una lectura a la que doy la bienvenida a todos y agradezco la tarea que desde la Sociedad para el Fomento de la Cultura del País Leonés han realizado para estar en este impresionante Claustro recordando nuestra historia, nuestra herencia y generando un legado para las próximas generaciones.
Gracias asimismo al Cabildo Catedralicio por la cesión de este espacio y gracias, sobre todo, a los leoneses que -con honrados, honestos, serios y trabajadores- llevan el nombre de León por el mundo, herederos de un legado y constructores de un futuro.
Somos leoneses, solo leoneses y siempre leoneses, orgullosos de ser de aquí.
Procedamos, pues, a la lectura de los preceptos.