Con la excepcional presencia de los Pendones Históricos del Reino de León (Pendón de Clavijo, Pendón Real de León y Milagroso Pendón de San Isidoro).
A las 11:00 horas salía del interior de la Real Basílica Colegiata de San Isidoro con traje oscuro, camisa blanca y corbata negra los Caballeros y vestido o traje oscuro y blusa blanca las Damas, Medalla, hábito doblado en el brazo, y guantes en la mano los miembros de la Cofradía de la Muy Ilustre, Real e Imperial Cofradía del Milagroso Pendón de San Isidoro con dirección al Ayuntaminento de León para recoger a las Corporaciones Locales de Astorga y León.
Abría la comitiva la Agrupación de Gaitas «Virgen del Camino», Caballeros y Damas de la Cofradía del Milagroso Pendón de San Isidoro escoltando los atributos regios (corona, cetro, espada) además de una corona de laurel.
A continuación miembros de la Corporación Provincial con El Presidente de la Diputación a la cabeza, autoridades militares y académicas, miembros de las Corporaciones de Bragança y Miranda de Douro.
Tras la Cofradía del Milagroso Pendón las Corporaciones Locales de Astorga y León, con los cuatro maceros y la guardia de gala, para cerrar la comitiva los tres pendones históricos del Reino de León: Pendón de Clavijo, Pendón Real de León y Pendón de Baeza y la Agrupación Musical de las siete palabras.
Ya en la S.I. Catedral de León, se ofició una solemne eucarístia presidida por el Excelentísimo y Reverendísimo Señor Don Jesús Fernández González, Obispo Auxiliar de Santiago de Compostela. Los sonidos del nuevo órgano de la Catedral de León a cuyo teclado estaba el magistral organista Samuel Rubio, creo una atmosfera difícil de explicar. Sencillamente fue una ceremonia excepcional, digna de la impresionante Catedral de León, que mandó construir precisamente Ordoño II donando para ello su Palacio.
Al finalizar la misa el Abad de de la Muy Ilustre, Real e Imperial Cofradía del Milagroso Pendón de San Isidoro efectuó una invocación histórica al Rey Ordoño II, que solo se puede clasificar como magnífica y seguidamente se realizó ante su tumba un Solemne Responso Real, la cual se encuentra en la girola de la Pulchra Leonina.
A la salida centenares de leoneses, algunos con banderas dieron color y calor a tan importante acontecimiento. Tras la misa nueva procesión cívica con los tres pendones históricos del Reino de León.
Una vez finalizados estos Actos, a las 14:30 horas se celebró una comida oficial de gala con las autoridades asistentes, en la Casa de Espiritualidad de San Isidoro.
El domingo, 19 de octubre 2014, la la Muy Ilustre, Real e Imperial Cofradía del Milagroso Pendón de San Isidoro se trasladará a Oviedo donde a las 12:00 horas, en la S.I. Catedral de Oviedo, se celebrará una Solemne Eucaristía presidida por el Excelentísimo y Reverendísimo Señor Don Jesús Sanz Montes, Arzobispo de Oviedo, seguida de un Solemne Responso Real en la Capilla de los Reyes, en memoria de los Reyes Astures, antecesores de los Monarcas Leoneses
Ordoño II, semblaza de un gran Rey.
Ordoño II de León (c. 871-León, junio de 924) fue rey de Galicia (subordinado al Rey de León) entre los años 910 y 914, y Rey de León desde el año 914 hasta su muerte.
Hijo segundo de Alfonso III, fue un soberano enérgico y batallador que sometió a su autoridad única los territorios del reino leonés y combatió exitosamente contra los musulmanes, que aún dominaban la mayor parte de la península Ibérica. Su reinado supuso el tránsito tácito y tranquilo del regnum asturum al regnum Legionis, con la sede regia ya establecida definitivamente en la ciudad de León.
Nacido alrededor del año 871, fue el segundo de los hijos de Alfonso el Magno, rey de Asturias, y de su esposa, la reina Jimena. Por parte paterna era nieto del rey Ordoño I y de su esposa, la reina Nuña. Fue educado por los Banu Qasi de Zaragoza. Colaboró en las tareas de gobierno durante el reinado de su padre.
Por motivos desconocidos, los hijos de Alfonso III se rebelaron contra su padre en el año 909. Aunque el infante García, hermano de Ordoño, fue apresado y encerrado en el castillo de Gauzón, un año después Alfonso III fue obligado a abdicar por sus hijos y a repartir su reino entre ellos.
El Reino de León correspondió al hijo primogénito, el infante García, el de Asturias correspondió al infante Fruela, y el de Galicia al infante Ordoño, subordinados ambos hermanos menores a García. Alfonso III falleció en la iudad de Zamora el 20 de diciembre del año 910.
A la muerte de su hermano García, ocurrida en la ciudad de Zamora en el año 914, Ordoño II heredó el Reino de León ya que, aunque su hermano había contraído matrimonio, falleció sin dejar descendencia. Como si creyera de obligado cumplimiento sucesorio alguna norma legal o consuetudinaria, el Continuador de la Crónica Albeldense afirma que “a la muerte de García, su hermano Ordoño -ut decebat- adquirió el gobierno del reino”. El historiador cordobés Ibn Hayyan señaló en su obra que:
“…al morir su hermano García la cristiandad unánimemente lo llamó desde León y Astorga, capitales de su reino; dejó como vicarios en Galicia condes de su confianza y se fue a la comunidad que le dio el más completo señorío, demostrando su esfuerzo en la lucha contra sus enemigos musulmanes, aunque Dios puso coto a sus proezas, devolviéndoles la fuerza cuando fueron al poco reunificados por el califa Al-Nasir, que desbarató a los cristianos por favor divino”.
En el periodo comprendido entre la muerte del rey García I en la primera mitad de 914 y el comienzo del reinado de su hermano, en los primeros días de diciembre del año 914, existe un intervalo de varios meses con ausencia de actividad en la curia regia leonesa. Algunos historiadores opinan que Ordoño II debió contraer una grave enfermedad en tierras de Badajoz, y que antes de ir a León para ser proclamado rey se dirigió hacia sus dominios gallegos. Allí, en un documento otorgado en favor de la diócesis de Mondoñedo, el monarca expresó lo siguiente:
“Presiento que mi muerte está próxima y que no me queda otra esperanza que la misericordia del Omnipotente y la intercesión de los santos.”
Sin embargo, el monarca debió recuperarse plenamente, ya que a principios de diciembre fue aclamado como rey en la ciudad de Santiago de Compostela. Afirma el Post-Albeldense que Ordoño Adefónsiz, “debelador de Cristo”, fue aclamado soberano por todos los magnates de España, obispos, abades, condes y primates, reunidos en asamblea general, siéndole impuesta la diadema regia el 12 de diciembre de 914, tras haber sido ungido por doce obispos en el trono de León.
En el año 916 el rey Ordoño II, que hacía pocos meses había ocupado el trono de León, venció a los árabes en la batalla de San Esteban de Gormaz. Como señal de agradecimiento a Dios por la victoria, cedió su palacio para construir la primera catedral. Bajo el episcopado de Fruminio II, es transformado el edificio en lugar sagrado. El templo estaba custodiado y regido por monjes de la orden de San Benito, y es muy probable que su estructura fuera muy similar a la de tantos otros existentes durante la mozarabía leonesa.
La muerte de Ordoño II se produjo por causas naturales en torno al 20 de junio del año 924, en la ciudad de Zamora, cuando contaba con 52 años, al cabo de nueve años y medio de reinado. Tras su fallecimiento sus restos mortales fueron trasladados a la ciudad de León, donde fueron enterrados en la iglesia del Salvador que el mismo había mandado construir. Poco días después su hermano Fruela II se proclamó rey, para gran disgusto de sus hijos, que se vieron obligados a refugiarse en Galicia por un tiempo.
Siguiendo la tradición cristiana de enterrar dentro de los templos a quienes encarnaban la autoridad “venida de Dios”, aquella sencilla catedral muy pronto se vio enriquecida con los restos del rey Ordoño II. Siguiendo los deseos del difunto monarca, sus restos mortales recibieron sepultura en la en la girola tras el altar mayor de la Catedral de León, que él había ordenado erigir.
La Primera Crónica General relata del siguiente modo la defunción del monarca leonés:
“Después tornose para León, et desi fuesse para Çamora. Et estando y adolescio et muriose dessa dolentia. Et fue enterrado en León en la eglesia de Santa María, que es la Cathedral. Et fue el so enterramiento fecho muy onrradamientre. Pero dize don Lucas de Tuy que quando este rey don Ordonno se sintio dolient, que se fizo luego levar para León, et que y murió”.
La Crónica Post-Abeldense describió a Ordoño II como: “Prudentísimo en la guerra, justo y muy misericordioso con los ciudadanos, piadosísimo y entrañable, fuera del usual modo humano, para los infelices y los pobres y famoso por su honestidad en todos los negocios concernientes al gobierno del reino.”
Añade «No sabía descansar» (labori nescius cedere), temiendo que el ocio menguara su preocupación por los asuntos del reino. Ordoño II se sentía heredero de la España visigoda y aspiraba a su restablecimiento, adquiriendo un gran renombre que le llevó a figurar en numerosos romances y cancioneros.
Ordoño II de León fue el primer monarca enterrado en la ciudad de León y, hasta el siglo XIX, la misa diaria de Alba era ofrecida en memoria de este Rey y de sus sucesores. Su hermano, el rey Fruela II de León, también fue sepultado en el mismo templo, aunque en la actualidad se desconoce el paradero de su sepultura o de sus restos mortales. No obstante, diferentes autores señalan que tras haber sido sepultado en la catedral leonesa, los restos de Fruela II fueron trasladados al Panteón de Reyes de la capilla de Nuestra Señora del Rey Casto de la Catedral de Oviedo.
Texto: Martínezld y Wikipedia.Fotografías: E. Toral y Martínezld
Monición del Abad de la Real e Imperial Cofradía del Pendón de San Isidoro o de Baeza en el homenaje a Ordoño II en el 1100 aniversario de su coronación.
Excelentísimo y Reverendísimo Sr. Obispo, Muy Ilustres Señores Canónigos de esta Santa Iglesia Catedral y de la Real Basílica isidoriana, Excelentísimas e Ilustrísimas autoridades civiles, militares y académicas, Ilustres miembros de la Imperial y Real Cofradía del Milagroso Pendón de San Isidoro, leoneses, visitantes, amigos todos.
Hay fechas que el destino, el azar, quizá la trascendencia, ¿por qué no? han elegido con especial complacencia para constituirse en un devenir sin retorno, un antes y un después, un punto de inflexión en lo que venimos denominando la historia; y no precisamente la pequeña: la gran historia de nuestro país. Hoy tenemos el privilegio de poder celebrar una de ellas y hasta, con un poco de imaginación, vivirla en primera persona. A ello os invitamos.
Sobre estos mismos lugares, revestidos aún de recuerdos legionarios hechos mármol, en fechas muy próximas a un día como el de hoy (quizá por los principios del mes que viene), un joven y animoso rey de Galicia, hijo del gran Alfonso III, había sido llamado desde una jovencísima corte leonesa (que apenas contaba entonces con cuatro años), tras el efímero y anodino reinado de su hermano García I, para ocupar el trono de la que, tras él, se iba a convertir de facto en la ciudad que marcaría, ya para siempre, y de manera indeleble, el futuro de la Península Ibérica.
Nadie podría tacharme de exagerado si, a la luz de esa misma historia que hoy nos contempla, echara la vista atrás para enumerar los logros de este Reino que, el gran Ordoño II, en apenas 10 años de fructífero reinado, asentó sobre firmes cimientos a pesar de los siempre recurrentes topos que intentaron repetidamente socavarlo. El legado de este pueblo, de este Reino de León, debe ser exhibido con orgullo y aireado sin miedo alguno a la rosa entera de los vientos: en estos últimos tiempos, venimos celebrando con gozo el reconocimiento que nos era debido como Cuna del Parlamentarismo, pero nadie duda que otros tintes de gloria nos corresponden aún. ¿Dónde se elaboraron, sino, las primeras leyes, los primeros derechos ciudadanos? Poco más de dos años nos faltan ya para transitar por el primer milenario del Fuero de León, modelo de los que le siguieron. ¿Y quién apostó más por la recuperación de la patria visigoda sino los descendientes de este Ordoño? ¿Desde dónde se trazaron los límites geopolíticos de la Península Ibérica? ¿Quién alumbró la primera institución con estatuto de universidad? ¿Dónde se coronó el único emperador de Hispania, nuestro fundador, Alfonso VII? ¿De dónde nació Portugal sino de las entrañas de este mismo reino elevado a la consideración de tal por quien aquí hoy recordamos, temido por los unos y buscado como aliado por los más? En apenas diez años de reinado, y como resumen del mismo podemos afirmar que las tropas leonesas, a cuya cabecera siempre cabalgara, habían llegado hasta Badajoz, por el este, y hasta el Henares por el sur; con atrevidas incursiones hasta la misma Sevilla.
Por todo ello, y sabiendo que he dejado mucho por enumerar, la Imperial Cofradía, sensible siempre a estos avatares de la historia leonesa, agradeciendo como se merece su nutrida e importante asistencia, les ha reunido aquí, entendiendo que teníamos un deber de justicia, un foro o una oferta ¿qué más da?, en suma, un necesario reconocimiento; quizá nosotros por unos estatutos que nos han vinculado desde nuestro origen mismo, el 25 de julio de 1147, a la casa real leonesa; pero, de otro lado, todos los presentes y aún los ausentes que nos acompañan en espíritu, todos nos sentimos reconfortados en el recuerdo de unas fechas que nos atan a un pasado y que tuvieron su concreción en la figura de un gran hombre, de este rey a quien hoy recordamos agradecidos.
Quizá no hayamos sido demasiado diligentes, pues no nos consta, en los tiempos que alcanza nuestra frágil memoria, ningún acto de este tipo, ningún reconocimiento público, a no ser esa misa y responso solemne en el Panteón real de la Basílica isidoriana del día 6 de enero, a los que desde la cima de la pirámide de aquel gran teatro del mundo, nos han legado un nombre, una cultura, unas costumbres y unos modos de ser y de relacionarnos muy distintos de los que hoy tendrían estas tierras, e incluso la Península entera, de no haber sido por el empuje de esos antepasados que supieron jugarse la vida y hasta perderla en cifras que hoy ni siquiera alcanzamos a imaginar.
Aquellos sí que eran tiempos difíciles, mas también eran tiempos en los que la fe, la constancia y la voluntad movían montañas, paraban el curso del sol y hasta conseguían la intervención de los santos protectores en reñidas batallas. Hoy, aunque de modo diferente, nos acechan otros peligros: el relativismo, la apatía, el conformismo y la falta de compromiso. No son precisamente esos los valores sobre los que se apoyara ese gran rey que hoy recordamos y homenajeamos, y, sin duda, con él, aquel Reino de León que terminó representando el imperio de la ley, por cierto, la única garantía de libertad para los pueblos.
No seamos, entonces, mezquinos con el recuerdo o no nos sentiremos capaces de encararlo sin mostrar vergüenza; no repudiemos nuestra herencia o nunca lograremos reconciliarnos con un pasado; en la medida en la que nos congraciemos con ese pasado, podremos entender nuestro presente lo que nos permitirá reconstruir nuestro futuro. Hoy también, en ese sentido, debe ser un punto de inflexión, y así lo certifican, entendemos, estas 3 enseñas históricas que presiden el acto y excepcionalmente se reúnen. Ellas son, sin duda, el testigo, no tan mudo, de nuestro glorioso pasado, de nuestro compromiso por conocerlo y divulgarlo, así como de nuestra honorable herencia. Solo en su recuerdo resurgiremos.
Muchas y sinceras gracias de nuevo por su compañía en este solemne acto, por su sincero apoyo a la realización del mismo, que se terminará ahora con el responso ante la tumba del rey; mas como el lugar es reducido rogamos que nos acompañen solamente las autoridades y los celebrantes.
Hermenegildo López
La Corporación Municipal de León acude al 1.100 aniversario de la coronación del rey de Ordoño II «bajo mazas», guardia de gala y con el Pendón Real de León.
El alcalde de León, ha asistido, en corporación, al acto de celebración de la conmemoración del Rey Ordoño II que ha organizado La Muy Ilustre Real e Imperial Cofradía del Milagroso Pendón de San Isidoro en colaboración con el Ayuntamiento de León.
Un desfile en el que han participado las corporaciones del Ayuntamiento de León, la de Astorga, y también representantes de Asturias, Zamora, Salamanca…
Las corporaciones han desfilado con la corona del Rey Ordoño II y tres pendones: el de Clavijo, el de Baeza y el del Reino de León, hasta la Catedral donde se ha celebrado una misa y posteriormente un responso.
Fuente: www.aytoleon.es