Versión clásica

Las desconocidas Reinas de León (VIII): Urraca de Portugal (c. 1148 – 1211)

Urraca era la hija mayor del primer rey de Portugal

Urraca de Portugal

Urraca de Portugal

Nos encontramos en 1165 y hace ocho años ya que el antaño extenso y poderoso Reino de León se ha visto, por segunda vez, mutilado en uno de sus territorios, después de haber perdido Portugal unos años antes. En Castilla reina Sancho III (en realidad Sancho II de Castilla, pero mantendremos la denominación “clásica” para no despistar a nuestros lectores) que acabará sus días aquel mismo verano, siendo sucedido por un niño de apenas tres años, Alfonso I de Castilla, al que dicen Octavo.

Las relaciones entre los dos hijos del Emperador, Sancho y Fernando no han terminado de asentarse (prácticamente no lo harán nunca) y el Reino de León se siente acosado tanto por el este (Castilla) como por el oeste (Portugal). Es, de nuevo, el complejo de Edipo y la necesidad de matar al padre para reafirmar la propia existencia.

En semejante situación, la diplomacia leonesa intenta, entonces, una aproximación al Reino de Portugal para, al menos, anular uno de los frentes abiertos; en ese contexto se firma la Paz de Lérez (1165) y, seguramente, se pacta el matrimonio entre Fernando II de León y Urraca de Portugal, hija mayor de Alfonso I de Portugal y de Mafalda de Saboya.

A priori, ese enlace está condenado a no ser reconocido por la Iglesia pues son primos en segundo grado. Sin embargo, alguien debió pensar que, previa una importante limosna, en algunas ocasiones, los papas daban por buenos este tipo de matrimonios (ejemplos hubo, pero más en el caso de Castilla); especialmente en este caso en el que la relación solo alcanzaba a la línea paterna, dado que la abuela de Fernando era la reina Urraca I de León y, sin embargo, en el caso del rey de Portugal, este descendía de una “amiga” del Emperador, la berciana Jimena Muñíz. Además, el Reino de Portugal mantenía unas excelentes relaciones con el papado, algo que le había servido para consolidar, incluso, su independencia del Reino de León.

 Tumbo de Toxos Outos 05 (26), Fernando II e Doña Urraca

Fotografía: Wikipedia/Tumbo de Toxos Outos. Fernando II y Doña Urraca

La boda tuvo lugar entre los meses de mayo y junio y, al contrario de lo que tantas veces hemos constatado, ni siquiera la novia es tan exageradamente joven como solía ocurrir en algunos de esos matrimonios pactados por intereses de Estado; Urraca tiene entre 15 y 17 años y Fernando 28.

Urraca, como hemos señalado, era la hija mayor del primer rey de Portugal y, seguramente, en la mente de muchos de los consejeros de Fernando estaba aún la idea de que la separación de dicho Reino matriz, de León, podría revertirse; los fallecimientos de niños y jóvenes, incluso en las familias reales, eran tan comunes en aquellos momentos… De hecho, el primogénito, Enrique, había fallecido con ocho años y el futuro heredero, el cuarto hermano de Urraca para la época (Sancho -1154-1211) no tenía más que 11.

En el lote, incluso, a la hora de tratar de cerrar heridas, entró la anulación del compromiso de matrimonio de la tercera hermana de Urraca, Mafalda, pactado con el futuro rey de Aragón, Alfonso II, para finalmente casar a este con una hija del segundo matrimonio de Alfonso VII, Sancha. Se evitaba un posible aliado para Portugal.

Ninguna de las premisas se cumplió y aquí las explicaciones son, ciertamente, insólitas. Hasta el hecho de argumentar que fue, en ese momento, cuando la Santa Sede se enteró de su parentesco… La presencia, sin embargo, en Hispania, justamente en 1174, del legado pontificio Jacinto Orsini, futuro Celestino III, supuso la condena de los pactos entre el almohade Abú Yusuf Yaqub y Fernando II, que el leonés había firmado precisamente para poder centrarse en la defensa de su Reino ante las continuas agresiones de Castilla y Portugal a pesar de algunos acuerdos pactados.

el Papa Alejandro III

El Papa Alejandro III, azote del Reino de León

En semejante situación y ante los informes recibidos, el papa Alejandro III (verdadero azote del Reino de León) opta por lo más sencillo y declara nulo el matrimonio de Fernando y Urraca que debieron separarse en el año 1175; para entonces ya había nacido, en Zamora (15 de agosto de 1171), Alfonso, monarca de León después de su padre.

¿Qué opciones tenía ante sí la reina Urraca? Las mismas que hemos visto en situaciones similares: entrar en el claustro y dedicarse a una vida de oración o, por lo menos, estar alejada del mundo. En su caso optó por ingresar, como “freira” quizá ya al año siguiente, 1176, en la Orden de San Juan de Jerusalén, para establecerse posteriormente y de manera definitiva, en el monasterio de Santa María de Wamba de dicha orden, donde fallecerá. Hay que señalar, sin embargo, que su estatus no fue como el de otras reinas que llegaron a ejercer, incluso, como abadesas de las abadías donde profesaron. Urraca debió mantener una cierta libertad de movimientos puesto que se puede constatar una actividad inusual de la misma si hubiera permanecida encerrada. Ella gestionaba su dote matrimonial que no le fue arrebatada, conservó el título de reina, hizo donaciones personales (así consta en determinados documentos) sin la intervención del rey y mantuvo tenencias fundamentales en el Reino de León, como Castroverde, Castrotorafe, Villafranca o Villalpando, nombrando en ellas a sus representantes directos e impartiendo justicia o cobrando las rentas que le correspondían.

Cabe señalar que fue una pieza fundamental para que, a la hora del fallecimiento de Fernando, no le fuera arrebatada la corona a su hijo Alfonso, y así tuvo la satisfacción de estar presente en la coronación del mismo en enero de 1188.

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Capilla de Doña Urraca en la Iglesia de Santa María de Wamba donde recibió sepultura.

Aún podemos rastrear su presencia en 1211 en el marco de la donación, a la catedral de Zamora, en la persona del obispo Martín, de la importante villa de Castrotorafe que, en algún momento, había sido incluso ofrecida directamente al papado. Es importante señalar que, en esta última época de su vida, firma algunos diplomas como “Reinando la reina doña Urraca con mi hijo Alfonso…”.

Falleció en 1211 y, para muchos de los que se han ocupado de estudiar su vida, recibió sepultura en el monasterio de Santa María de Wamba en cuya iglesia (es lo único que queda de él en este momento) hay una capilla denominada Capilla de la Reina con un epitafio que es claramente posterior a los hechos. Un misterio más para una persona que fue hija de rey, esposa de rey, madre de rey, que nunca renunció a sus prerrogativas y que le tocó vivir en un momento verdaderamente significativo de la historia del Reino de León de la que forma parte esencial.

Textos: Hermenegildo López González

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