El evento quiere ser reconocido como Fiesta de Interés Turístico Nacional. Desde hace quince años la villa marinera de Laredo rememora el desembarco en 1556 de Carlos V camino de su retiro en el monasterio de Yuste, donde moriría dos años después. Es la conmemoración estrella de la ruta que recuerda el último viaje del emperador.
El emperador Carlos V parecía tener una especial predilección por Cantabria. En su primer viaje desde Flandes, con apenas 17 años, cuando iba a tomar posesión de la corona de Castilla, tenía previsto atracar en Santander. Solo el mal tiempo lo impidió, y en septiembre de 1517 la armada tuvo que tomar tierra en Tazones, Asturias, un minúsculo pueblo que vivía de la pesca de ballenas, casi en la frontera con Cantabria. Unos días después reemprendió viaje, pero enseguida se sintió enfermo y hubo de detenerse en San Vicente de la Barquera, ya en Cantabria, en el convento franciscano de San Luis, del siglo XV. Cuando se encontró mejor, los habitantes de esta villa marinera organizaron en la ría, con la marea baja, lo que para Carlos fue un raro espectáculo que no comprendió del todo. Al terminar, le explicaron que había asistido por primera vez a una corrida de toros. Casi cuarenta años después, también en septiembre pero de 1556, Carlos V cansado, agobiado por la agitada vida política que se cernía sobre sus dominios, y tras haber abdicado y dividido su imperio entre su hermano Fernando y su hijo Felipe, regresó a Castilla desde Flandes con la intención de curar la enfermedad de la gota que le consumía. Este último viaje lo realizó por mar desde el puerto de Flessinga, no muy lejos de Bruselas donde había abdicado, hasta el puerto cántabro de Laredo, donde llegó el 28 de septiembre. Después continuaría por tierra hasta la comarca extremeña de la Vera, de la que le habían hablado muy bien gracias a su buen clima y su posición alejada de las grandes ciudades. Pensaba albergarse en el palacio que mandó construir junto al monasterio de Yuste.
Carlos V desembarcó en Laredo con su galera Espíritu Santo, escoltado por una escuadra de 56 navíos y acompañado por sus hermanas, Leonor y María. La comitiva no fue recibida con los honores propios de la época por una descoordinación organizativa. La máxima autoridad fue el corregidor de la Villa. Carlos V era en ese momento un hombre enfermo y estaba agotado, por lo que no podía andar y fue transportado en silla de mano hasta la Casa Torre, situada en la puebla vieja de Laredo, donde se alojó durante varios días. Al día siguiente de su llegada, un temporal se llevó a pique su nave y causó la muerte a 80 personas de su comitiva. En esos primeros días, Carlos V estuvo de muy mal humor. No solo por la pérdida de personas en la tempestad sino también porque no habían llegado los 4.000 ducados que esperaba, ni el Condestable de Castilla, ni sus médicos, ni los capellanes que necesitaba. Pese al enfado, sabemos que el monarca dejó un terno (vestimenta eclesiástica), unos vasos litúrgicos y dos facistoles que todavía se conservan en la Iglesia de Santa María de la Asunción de Laredo. El 5 de octubre el cortejo real bajó por la empinada calle de San Marcial y, cruzando la plaza, subió la pequeña cuesta de la hoy plaza Cachupín y abandonó la villa, iniciando lo que hoy se conoce como la Ruta de Carlos V, que atraviesa España desde Laredo a Yuste.
El que fuera el último desembarco de Carlos V se celebra ahora en Laredo con una gran fiesta que dura toda una semana y que este año tiene lugar del 22 al 28 de septiembre. Sin duda el acto principal de los festejos y el que tiene más público es el desembarco del emperador en Cantabria el viernes 26, precedido de un desfile con casi 1.000 participantes ataviados con trajes inspirados en los atuendos de aquella época que recorre las calles del centro. Hay un desfile de autoridades y participantes que sale de la Casa de Cultura de Laredo y se dirige al encuentro del emperador en la Playa Salvé.
Tiene una gran participación altruista por parte de los ciudadanos tanto laredanos como foráneos, que se apropian de las costumbres y de las vestimentas del siglo XVI y consiguen trasladarnos al año 1556. La llegada de Carlos V a la playa es objeto de un caluroso recibimiento con representaciones musicales y de baile y unas espectaculares justas en las que los caballeros demuestran ante el emperador su valor y destreza con la lanza, bailes, música y todo tipo de representaciones de época. Este año participan, entre otras, la compañía francesa ‘Entr’Act’ con su espectáculo ‘La serpiente que se muerde la cola’ o la compañía del Foc, llegada desde Barcelona, con su espectáculo ‘Girafoc’. La agrupación local Aldaba aprovechará para estrenar un nuevo repertorio en el contexto de su tradicional bienvenida a Carlos V. El espectáculo concluirá con el disparo de fuegos artificiales desde La Atalaya.
El emperador Carlos V siempre destacó por ser un hombre de paladar exquisito y de deleite por la buena mesa. Por eso, para finalizar la velada se realiza una gran cena medieval en el curioso túnel de la Atalaya, de casi dos kilómetros, que atraviesa una colina que bordea el mar y fue construido en el siglo XIX para acceder al puerto que arrasó una inoportuna tempestad. Es un enclave inigualable, que hace honor a la época y a los manjares, debilidad del emperador.
La comida es servida sobre grandes hogazas de pan que hacen las veces de platos y, naturalmente, no faltan las especialidades de la tierra y los buenos vinos. La fiesta, declarada de Interés Turístico Regional y que aspira a conseguir en breve el título de Interés Turístico Nacional, surgió con motivo del 500 aniversario del nacimiento del monarca en el año 2000, y desde entonces se celebra en Laredo, con gran éxito de participación y aceptación. Según el alcalde de Laredo, «estamos ante una fiesta que es el embrión del que todos esperamos que próximamente sea designado como Itinerario Cultural Europeo bajo el nombre de Rutas Europeas de Carlos V».
Durante siete días, Laredo regresa al año 1556 y celebra diversos actos festivos en muchos de los rincones de la villa, donde calles y establecimientos se adornan y engalanan para recibir al emperador y su séquito. El Ayuntamiento de Laredo organiza un amplio programa de actividades, en el que destacan la escenificación del desembarco en la Playa Salvé y un mercado de época, que acoge todo tipo de espectáculos y puestos de artesanía.
Hay más de 120 puestos y 30 talleres, y junto a ellos músicos, comediantes, malabaristas y personajes variopintos deambulan por las rúas de la Puebla Vieja, mezclándose con nobles, damas de alcurnia o juglares. Además, hay demostraciones de cetrería, pasacalles con músicos, cómicos, magos y representaciones difíciles de contemplar en un mismo escenario y en las que participarán compañías de Francia, Italia, Portugal o Marruecos, así como muchas otras llegadas de diferentes puntos de la geografía nacional. Durante el fin de semana se sucederán actividades de animación en toda la villa convertida en una ciudad renacentista, con nuevas exhibiciones de cetrería y muestra de ocas, pavos, burros y dromedarios, puestos artesanales y hasta un zoco árabe.
Los más pequeños tendrán una zona infantil especialmente concebida para su disfrute. En cuanto a los espectáculos de mayor porte para el sábado, día 27, destacan los desfiles de época, la actuación ‘Saltimbanqui, hecho tu oficio!’ de la compañía francesa ‘Ouroboros’ y el Gran Torneo de Época a cargo de la compañía ‘Legend’ de Alicante. El domingo, día 28, el emperador y todos los que quieran acompañarle, degustarán la delicia vencedora de la V Ruta de la Tapa Imperial y tendrá lugar la segunda edición del Concurso-Desfile Infantil de trajes renacentistas, con grandes premios para los más pequeños.
El tirón de la fiesta del último Desembarco y de la Ruta de Carlos V ha fomentado nuevas iniciativas en Laredo, como la mencionada Ruta de la Tapa Imperial y el Festival Europeo de la Cerveza que tendrá lugar por sexto año del 9 al 12 de octubre, un poco después que la célebre y centenaria Oktoberfest de Munich. Por supuesto, es el emperador en persona quien abre el primer barril de la fiesta.
En realidad, se trata de una celebración históricamente justificada. Aunque en nuestro país se conocía la cerveza desde el primer milenio antes de Cristo (como se ha demostrado en el yacimiento arqueológico de Genó, en Aitona, cerca de Lleida), su consumo no comenzó a generalizarse hasta la llegada de Carlos V en el siglo XVI gracias al avance de esta bebida en Flandes tras añadirse lúpulo al fermento del cereal (un descubrimiento del siglo XV). Por eso en las lenguas ibéricas continuamos prefiriendo la voz castellana cerveza, la portuguesa cerveja o la catalana cervesa que era la denominación tradicional del fermento de la cebada o el trigo, mientras en el resto de Europa se utiliza la raíz bierre, bier, beer o birra que era el nombre de la nueva bebida con lúpulo.
Carlos V, a su llegada a nuestro país, trajo consigo una corte de maestros cerveceros, entre ellos Enrique Van der Trehen, su preferido, quien instaló su fábrica en el monasterio de Yuste. Estos caballeros, expertos en la elaboración artesanal de esta bebida, acompañaron al emperador en su empeño por trasladar a España el gusto por la cerveza que imperaba en Flandes, dejando una estela de espuma allí por donde pasaran.
Siglos más tarde, en la villa de Laredo, el actor que recrea al emperador Carlos V, acompañado de su maestro cervecero, su maestro tonelero, su padre confesor y su séquito en un pequeño desfile amenizado con música de la época acuden a la carpa para inaugurar el primer barril de cerveza, abriendo la espita y libando la jarra de cerveza. A continuación, Carlos V se dirige a las autoridades y al público asistentes e inaugura la Fiesta de la Cerveza. Los creadores de la fiesta son la Asociación Cultural San Rock-e (ASR) y entienden que ésta es una gran fiesta de convivencia que sigue en buena medida el modelo bávaro.
En el interior de una gran carpa se aloja una docena de stands gestionados por empresas de hostelería del municipio de Laredo que sirven cerveza junto con comida típica de distintos países. La carpa está preparada para alojar a 500 personas, al menos 150 sentadas, y en ella se celebran diversas actividades culturales y musicales que pretenden atraer público. A su vez, la ASR organiza actividades en otros puntos del municipio para lograr un festival en el que todos, visitantes y lugareños, puedan participar y beneficiarse. Además del propio festival, hay catas de cerveza, cursos formativos de cocina, conferencias, conciertos, música tradicional europea, teatro, talleres, concursos…
Más información:
Texto y fotografías: Enrique Sancho