El catedrático Fernando Rodríguez Garrapucho, padrino del Doctorando, ha sido el encargado de pronunciar la Laudatio.
La Universidad Pontificia de Salamanca (UPSA) ha nombrado en la mañana de ayer martes doctor honoris causa en Teología a su Santidad el patriarca ecuménico de la Iglesia ortodoxa y arzobispo de Constantinopla Bartolomé I. La ceremonia de investidura, presidida por el Gran Canciller y obispo de Ciudad Rodrigo y Salamanca, Mons. José Luis Retana, ha estado marcada por el compromiso del diálogo ecuménico de las iglesias cristianas y ha contado con la intervención del Rector de la Universidad, Santiago García-Jalón, y la lectura de la Laudatio por parte del padrino y profesor Fernando Rodríguez Garrapucho.
El acto ha comenzado con la intervención de la secretaria general, Mirian Cortés Diéguez, que ha leído el acta de concesión para, una vez abierto el claustro, dar comienzo a la sesión con la presencia del Doctorando.
Laudatio
El catedrático Fernando Rodríguez Garrapucho, padrino del Doctorando, ha sido el encargado de pronunciar la Laudatio. Su discurso se ha centrado en cinco puntos de su trayectoria que justifican este reconocimiento. En primer lugar, la gestión dialogal de su misión, “por su espléndida actividad en la cooperación interortodoxa, intercristiana e interreligiosa, así como por las visitas formales a líderes católicos, veterocatólicos, ortodoxos y musulmanes. Sus esfuerzos promoviendo la libertad de culto y los derechos humanos, así como sus iniciativas a favor de la tolerancia religiosa en el mundo son universalmente reconocidos”.
En segundo lugar, por la reconstrucción de las Iglesias ortodoxas, ya que “fue el principal desafío afrontado por su Santidad tras la caída de la Unión Soviética. En vez de construir muros, había que tender puentes (…) y en 2019 presidió la creación de la autocefalia de la Iglesia de Ucrania, lo que le ha acarreado grandes sufrimientos y el rechazo del patriarcado de Moscú. Su papel como líder espiritual del cristianismo ortodoxo no ha hecho más que crecer durante su pontificado”.
En tercer lugar, por el Concilio Panortodoxo en 2016 porque ha significado “una gran apología del diálogo dentro de la Ortodoxia, y con otras Iglesias cristianas, y un laudable exhorto a la comunidad internacional en pro de ‘una resolución de los conflictos armados’ en Oriente Medio”.
El cuarto motivo se ha centrado en la Ecología por ser conocido como “el patriarca verde al ser un líder religioso preocupado por los problemas medioambientales. Entiende que debemos aprender a sensibilizar más nuestras comunidades cristianas, hacer que nuestro comportamiento con la naturaleza sea más respetuoso, y adquirir, en fin, un corazón compasivo”. Y, por último, por la cercanía ecuménica con la Iglesia católica debido a que “su Santidad ha sido cordial y sin fisuras con los tres papas de Roma de su patriarcado: San Juan Pablo II, con Benedicto XVI y con Francisco”.
Finalmente, Rodríguez Garrapucho ha señalado que “la virtud que mejor define a nuestro ilustre Doctorando honoris causa es la paciencia. A su paciencia une su inteligencia y claros principios, cristianos y sociales de repercusión mundial”.
Discurso de Gracias de S.S. Bartolomé I
Su Santidad el patriarca ecuménico de la Iglesia ortodoxa y arzobispo de Constantinopla, Bartolomé I, ha destacado en su Discurso de Gracias que “si bien nos sentimos honrados por este conmovedor reconocimiento de nuestro modesto servicio para promover las relaciones y conversaciones entre Iglesias cristianas y Comunidades interreligiosas, nos gustaría llamar su atención sobre la visión esencial y misión excepcional de la Iglesia de Constantinopla, a la que hemos tenido la suerte de servir durante más de treinta años como pastor espiritual. (…) Nuestra Iglesia ha promovido proféticamente la causa de la unidad ecuménica entre confesiones cristianas distanciadas y otras comunidades religiosas, tanto a través del vibrante movimiento ecuménico desde principios hasta mediados del siglo XX, como también a través del vital diálogo interreligioso realizado durante la última parte del siglo XX”.
Sus palabras, en esta línea, han destacado la importancia del servicio ecuménico: “Saludamos el generoso honor de este doctorado honoris causa en nombre de la institución del Patriarcado Ecuménico. Porque el servicio ecuménico es nada menos que el ADN mismo del Patriarcado Ecuménico. A pesar de las críticas persistentes y equivocadas, la Iglesia de Constantinopla nunca ha percibido su ministerio o misión como una forma mundana o un modelo secular de expansionismo. Más bien, entiende su propósito y aspiración como la aceptación universal y el avance de la dignidad humana y la justicia social en cada persona, creada a imagen de Dios y en cada rincón del mundo de Dios”.
Por otra parte, su Santidad ha hecho referencia a la situación actual, especialmente en Ucrania y en Oriente Medio. “En un mundo destrozado por contrastes y conflictos, el intercambio de un diálogo pacífico y constructivo constituye la única manera de lograr la reconciliación y la unidad (…). Porque la verdad no teme al diálogo; al contrario, la verdad siempre invita y persigue el diálogo (…). Todos hemos visto las trágicas consecuencias de un mundo que rechaza el diálogo y refuerza la división. En los últimos meses hemos observado la destrucción de vidas humanas y la devastación del medio ambiente natural en la invasión injustificada de Rusia, y no provocada, al territorio soberano de Ucrania. Y ahora, ante nuestros propios ojos, vemos la devastadora pérdida de innumerables vidas inocentes, junto con la pérdida destructiva de estructuras e infraestructuras en Oriente Medio, donde ha estallado nuevamente un conflicto perpetuo, porque como seres humanos no estamos dispuestos a colaborar y ceder por el bien de nuestros hermanos y hermanas, así como por la protección de la creación sagrada de Dios. En el pasado, junto con nuestro querido hermano, el Papa Francisco, nos esforzamos por reunir y dialogar con los líderes de Israel y Palestina. Y hace solo unos días emitimos una firme declaración contra el uso de la violencia supuestamente para establecer la paz”.
Las palabras de su Santidad Bartolomé I han finalizado con un llamamiento a la paz y al diálogo “este espíritu de diálogo sincero y amoroso es el que la Iglesia de Constantinopla ha puesto en práctica en sus relaciones entre los cristianos divididos, proclamándolo al mismo tiempo a todos los creyentes y personas de buena voluntad, dondequiera que se encuentren. Sabemos por amarga experiencia que la religión puede fácilmente ser utilizada indebidamente como bandera de fanatismo y conflicto. Sin embargo, también estamos convencidos de que la “paz que sobrepasa todo entendimiento” (Filipenses 4, 7), así como el “amor que todo lo excusa, todo lo cree, todo lo espera y todo lo soporta” (1 Corintios 13, 7) finalmente prevalecerán, si nuestra fe en Dios nos llena también de fe unos en otros”.
Gratulatoria
El Rector, Santiago García-Jalón, ha señalado en la Gratulatoria que “este es un día memorable. La Universidad pretende distinguir a una personalidad señera, pero, al mismo tiempo, confiriendo un doctorado de este género, la Universidad queda honrada al incorporar a su cuerpo de doctores a quien por la excelencia de sus méritos destaca sobre el común. Y así, el honor mencionado en el título atañe tanto a quien se quiere honrar otorgándole la dignidad de doctor cuanto a la Universidad que lo concede y queda de este modo enriquecida”.
En esta línea, ha concretado que “al aceptar nuestro homenaje, su Santidad Bartolomé I escribe una página inolvidable en la historia de nuestra Universidad”.
En su Gratulatoria, García-Jalón ha destacado que “la Universidad quiere también honrar y expresar su cordial afecto y su admiración hacia una venerable y dignísima Iglesia hermana nuestra, que atesora insondables riquezas de la perenne tradición del cristianismo y regenera la teología y la vida de la Iglesia romana con aguas siempre vivas”.
En sus palabras, el Rector de la Universidad ha deseado a su Santidad que “quiera Dios, y ese es también nuestro deseo, que vuestra visita a la Universidad Pontificia de Salamanca, Universidad de la Conferencia Episcopal Española, os sea ocasión de reposo y que, a cambio de la luz que habéis difundido en vuestro viaje, ex oriente lux, encontréis hoy entre nosotros unas horas de descanso que os sean como el amable sosiego del atardecer”.
El acto ha contado, además, con la asistencia del Nuncio Apostólico en España, Mons. Bernardito Cleopas Auza; el cardenal arzobispo de Estocolmo, Mons. Lars A. Arborelius; el obispo de León, Mons. Luis Ángel de las Heras; los metropolitas de Calcedonia, S.E. Emmanuel Geron; Lemnos, S.E. Ierotheos; Francia, S.E. Demetrios, y España y Portugal, S.E. Bessarion Komziás; la vicerrectora de la Universidad de Salamanca, Ana María Martín Suárez; los embajadores de Grecia en España, Ilias Fotopoulos, y de Grecia en Portugal, Ioannis Metaxas; la exembajadora de Austria en España, Ullrike Tilly; el exembajador de España en Suecia, Antonio Núñez García-Saúco; el subdelegado de Defensa en Salamanca, Emilio García Herrera, y el teniente coronel jefe de la Comandancia de la Guardia Civil en Salamanca, Pedro Merino Castro, entre otras autoridades académicas, empresariales, civiles y militares.
Biografía de su Santidad Bartolomé I (extracto de la Laudatio)
Su Santidad Bartolomé I, de nombre secular Demetrio Archondonis, nació en la aldea de San Teodoro (hoy Gökçeada), isla de Imbros (Turquía), el 29 de febrero de 1940. Desde el 2 de noviembre de 1991, fecha de su elevación al Santo Trono, es el 270º arzobispo de Constantinopla, Nueva Roma, y patriarca ecuménico (nombre histórico que data del siglo sexto), bajo cuyo título es considerado como primus inter pares (el primero entre iguales) en la Iglesia ortodoxa, y el líder espiritual de los ortodoxos todos del mundo en su tradición bizantina.
Recibió su educación elemental y secundaria en Imbros y Estambul. Brillantemente licenciado en Teología por la Escuela Teológica de Halki en 1961. Ese mismo año fue ordenado diácono por el metropolita Melitón de Calcedonia y recibió el nombre de Bartolomé.
Seguidamente, prosiguió estudios de graduado en el Pontificio Instituto Oriental de la Universidad Gregoriana de Roma. Continuó con sus estudios en el Instituto Ecuménico de Bosey (Suiza) y en la Universidad de Munich (Alemania). Su tesis doctoral, presentada en la Universidad de Atenas, versó sobre el Derecho Canónico, siendo enseguida miembro fundador de la Sociedad de Derecho Canónico de las Iglesias Orientales.
Ordenado sacerdote en 1969, el venerable patriarca Atenágoras I lo elevó poco después al rango de archimandrita. Entre 1968 y 1972 sirvió como decano asistente en la Escuela de Teología de Halki y en 1972 asumió la dirección de la oficina privada patriarcal fundada por su santidad Demetrio I, patriarca de Constantinopla. Consagrado obispo en 1973 y promovido a metropolita de Filadelfia, en enero del año 1990, fue nombrado metropolita de Calcedonia, y el 2 de noviembre de 1991 llegó al Trono Ecuménico, como sucesor del fallecido Demetrio I.
Su Santidad habla griego, latín, turco, inglés, francés y alemán. Es doctor honoris causa por una veintena de universidades de todo el mundo, a las que hoy se une la Universidad Pontificia de Salamanca.