Hoy un tren histórico de ALSA formado por coches de la serie 3000/5000, construidos entre 1920 y 1950 y que, normalmente, prestan servicio en Madrid, en el popular Tren Turístico de Felipe II que une Madrid y El Escorial, recorrerá esta vieja infraestructura.
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La rampa de Pajares o bajada de Pajares, situada en la cordillera Cantábrica, es el tramo del ferrocarril de León a Gijón que salva el desnivel de la cordillera Cantábrica por el puerto de Pajares. Su último tramo fue construido entre 1880 y 1884 y es considerada como una de las mayores obras de ingeniería en España en el siglo XIX. Según Trevor Rowe, destacado aficionado al ferrocarril y fotógrafo ferroviario de Gran Bretaña, la vía férrea por Pajares era, en 1970, «uno de los pasos montañosos más difíciles de Europa».
Tras la apertura de la variante de Pajares, en noviembre de 2023, estaba previsto que la Rampa de Pajares quedara clausurada como paso ferroviario, debido al alto coste de su mantenimiento pero afortunadamente ello no ha sido así. Trenes históricos como el que hoy recorrerá esta vieja infraestructura, o de mercancías, o el tren playero aún la siguen utilizando.
La Rampa de Pajares considerada una infraestructura fundamental ha desempeñado un papel crucial a lo largo de estos años en el transporte por ferrocarril, facilitando la comunicación entre el norte y el centro del país.
Según Hacar y González, para el público en general, la rampa de Pajares está comprendida entre la estación de Puente de los Fierros, en la parte asturiana, y la boca sur del túnel de la Perruca, en la parte leonesa. Sin embargo precisan que entre las «personas vinculadas a la infraestructura ferroviaria en el noroeste de España, y más concretamente a la línea de León a Gijón» la rampa comprende en el lado asturiano hasta la antigua estación de La Cobertoria (9 km más), que es el tramo en el que la vía mantiene un pendiente casi constante en torno a las 20 milésimas.
En dirección desde León a Gijón, la vía asciende desde la estación de Busdongo (a una cota de 1230 m s. n. m.) hasta la boca sur del túnel de La Perruca (1270 m s. n. m.), que es el punto más alto del recorrido. Este túnel discurre bajo la divisoria de las provincias de León y Asturias. Hasta la estación de La Cobertoria, en el concejo de Lena, desciende 927 m con una pendiente casi constante de 20 milésimas, en una longitud de 49 km. Hasta la estación de Pola de Lena el 44% del trazado se realiza en curva, generalmente de radio de 300 m.
La construcción de la rampa supuso la perforación de 61 túneles además de 156 pontones y puentes, metálicos y de fábrica. Entre estos últimos destacaba, por su longitud, el viaducto de Parana, en las proximidades de la estación de Puente de los Fierros. Realizado en hierro con tres vanos y en curva, sus 130 m de longitud total fueron sustituidos por un terraplén posteriormente..
Desde Busdongo hasta Puente de los Fierros hay una sucesión de 63 túneles, de los que cuatro son artificiales. En su inauguración, el tramo tenía 61 túneles, totalizando el recorrido subterráneo casi 25 de los 42 km del recorrido (60 % de la longitud del tramo). De ellos, seis superan la longitud de 1000 metros: La Perruca, con 3072 m; La Pisona, 1050 m; La Sorda, 1076 m; Congostinas, de 1170 m; El Capricho, de 1838 m; y Orria, de 1057 m.
El de La Perruca, es recto y está situado entre los municipios de Villamanín (provincia de León) y Lena (provincia de Asturias). Fue calado en mayo de 1883; su perforación se hizo manualmente y con la ayuda de perforadoras de aire comprimido como las utilizadas en la excavación de túnel de San Gotardo. La excavación se efectuó desde las dos bocas y en los frentes creados en tres pozos intermedios. Al término de su construcción era el túnel de mayor longitud construido en España.
Desde 1884 se han construido varios túneles artificiales para proteger la vía férrea de las avalanchas de nieve en los puntos más conflictivos.
Para la construcción de la rampa, entre Puente de los Fierros y Busdongo, el tramo fue dividido en cinco trozos. El primero en el que empezaron las obras fue el conocido como túnel de la Perruca y sus avenidas, entre la estación de Busdongo y el valle de las Piedras, con cuatro túneles del recorrido: el de la Perruca y los tres cortos siguientes, Maja del Estudiante, La Calera y Loma del Asno.
Los restantes cuatro trozos, denominados en conjunto como la bajada de Pajares, se numeraron del uno al cuatro desde el valle de las Piedras hasta la estación de Puente de los Fierros y se adjudicaron agrupados de dos en dos: los trozos primero y segundo a Francisco Buergo y Salustiano Regueral, y el tercero y el cuarto al ingeniero Eduardo Calleja, autor del proyecto del trazado de todo el tramo. El límite entre ambas concesiones se situaba en el valle de Salguero.
El 15 de agosto de 1884 fue inaugurado el tramo de Busdongo a Puente de los Fierros.
El acto, celebrado en un templete engalanado situado en la boca sur del túnel de la Perruca, contó con la presencia del rey de España, Alfonso XII, de su esposa, María Cristina de Habsburgo-Lorena, de la princesa de Asturias, María de las Mercedes de Borbón y Habsburgo-Lorena, del presidente del Congreso, Francisco de Borja Queipo de Llano, y de diputados y senadores por Asturias.
Las autoridades llegaron a Busdongo en un «Tren Real» que había partido desde Segovia a las 9 de la noche del día anterior. El acto consistió en la bendición de la vía y de las locomotoras del tren, Pelayo y Jovellanos, por el obispo de Oviedo, Ramón Martínez Vigil, diocesano de Busdongo; la simbólica colocación del último raíl por el rey; y la firma del acta inaugural (primera firma oficial de la princesa de Asturias, con casi 4 años), que posteriormente fue guardada en una caja de plomo, enterrada bajo el túnel. Tras el acto, el tren continuó su marcha en dirección a Gijón, rompiendo la cinta inaugural a la boca del tren. Según su horario previsto, el tren hizo paradas en los viaductos de Burón y Parana, deteniéndose en Puente de los Fierros para el almuerzo, servido por el restaurante Lardhy de Madrid.
El tren prosiguió camino hasta Oviedo (donde los relojes públicos se adelantaron veinte minutos para sincronizarse con el de la estación, ajustado a la de Madrid) y Gijón, donde los reyes embarcaron para Ferrol.