Versión clásica

La primera reconquista de Almería

El cerco de Almería por las tropas leonesas habría durado apenas 15 días y la ciudad se rindió el día 17 de octubre.

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Alcazaba de Almería. Fotografía: Martínezld

El 17 de octubre de 1147, es decir, hace 874 años (a retener este dato puesto que, con motivo de la fecha redonda de los 875 años, algo debería llevarse a cabo entre las ciudades de Almería y León o incluso la inauguración de esa soñada estatua ecuestre a nuestro Alfonso VII), se producía lo que se ha dado en llamar “la primera reconquista de Almería”. Título, incluso, de un sesudo estudio de Joaquín Francisco Socías Márquez, de 366 páginas y del año 2015, además de suponer (La conquista de Almería) un añadido importante a la Crónica del Emperador Alfonso VII (Chronica Adefonsi Imperatoris). Existen también varios y significativos trabajos académicos y hasta nos encontramos ante el argumento de una obra de teatro del siglo XVII. El autor de la misma es desconocido y en ella se entremezclan, como era habitual en la época, los hechos históricos con una serie de leyendas que embellecen el conjunto y que, supuestamente, rodearon la citada reconquista de la ciudad. Algunas ya nos son conocidas.

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Alcazaba de Almería. Fotografía: Martínezld

Digamos también que, por desgracia, como muchas de nuestras obras de arte del pasado, incluso hasta claustros enteros de monasterios desamortizados, se encuentra en Estados Unidos; en concreto en la Hispanic Society de Nueva York. Cabe afirmar, sin embargo, que, con estudio previo y prólogo de D. Antonio Serrano, director del Aula de Teatro de la Universidad de Almería, la obra fue reeditada, por primera vez en España, y representada en octubre de 2014, con motivo, precisamente del 867 aniversario de la conquista.

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La manipulación histórica llega hasta la Catedral de Almería, en cuyo panel resumen de la historia de la Ciudad denominan a nuestro Alfonso VII como de «Castilla». Fotografía: Martínezld

Este hecho, hoy está aparcado ya en el baúl del olvido, como todo lo referido a los aconteceres encabezados por los leoneses del medievo, o incluso manipulado, no sé si con nuestro consentimiento o nuestro silencio cómplice; sin embargo, supuso un acontecimiento de la mayor importancia, en el momento y en el contexto de los tiempos. Y lanzamos, una vez más esta queja por el simple hecho de que, en los sucesos que se describen, en la mayor parte de los estudios, se miente siempre, pues se denomina a nuestro emperador “Rey de Castilla y León” o, lo que es ya casi un sarcasmo y un insulto a los leoneses, “Rey de Castilla”.

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Alcazaba de Almería. Fotografía: Martínezld

No estamos hablando, entonces (y ya ha quedado claro), de la conquista de Almería llevada a cabo, en el año 1489, por los Reyes Católicos, sino de una muy anterior (342 años antes), en la que los leoneses, como se expresa el Poema de Almería, “tenían el puesto más alto de todo el reino hispano… e irrumpen (en el campo de batalla) a manera de un león”.

Recordemos: nos encontramos en pleno furor religioso de la segunda Cruzada, convocada en 1145 por el papa Eugenio III. En la misma no participaron los reinos hispanos, precisamente porque, en forma de cruzada, se acometió esta conquista que estamos glosando.

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Alcazaba de Almería. Fotografía: Martínezld

La Segunda Cruzada fue la primera en la que participaron algunos reyes europeos, como Luis VII de Francia, esposo de la gran dama de la Edad Media, Leonor de Aquitania, o el emperador del Sacro Imperio Romano-Germánico, Conrado III.

La citada cruzada, sin embargo, fue un completo fracaso y únicamente podemos constatar, en ese embate, algunos éxitos en la Península Ibérica; en concreto, la conquista de Almería, la de Lisboa, en la que participaron especialmente escoceses, flamenco y normandos, camino de Tierra Santa, y la de Tarragona, con idénticos apoyos.

Alfonso VII de León

Coronación Alfonso VII de León. Vidriera Ayuntamiento de León. Fotografía: Martínezld

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Pero volvamos a lo nuestro. No podemos olvidar que, el 25 de mayo del año 1135, había tenido lugar la coronación, en León, en la antigua catedral de Santa María, del único rey peninsular que alcanzó tal honor: nuestro Alfonso VII, hijo de Urraca I, la primera reina titular de Europa, y nieto del gran Alfonso VI, el conquistador de Toledo, que ya se intitulaba “emperador de toda Hispania”.

Un emperador, por definición, tiene reyes y nobles a él asociados, y como tal, Alfonso se decide a llevar a cabo empresas que le granjeen la obediencia y el fervor de sus súbditos. Por esa razón, y continuando la labor de sus predecesores, decide impulsar las conquistas en el Sur y, a lo largo de los años siguientes, se hace con plazas de la importancia de Jaén o Córdoba, si bien esta la pierde al poco tiempo.

alfonso VII

Alfonso VII. Colección de Cuadros de los Reyes de León. Palacio del Conde Luna. León

Sin embargo, el emperador se fija un objetivo muy concreto que es la conquista del puerto que sirve para el desembarco de nuevas tropas africanas, en este caso, los encorajinados almohades: Almería; ese será el hecho de armas que le pondrá, a su entender, en la historia. De ahí su enorme pesar cuando, más tarde, se produzca la pérdida…

La conquista de este enclave es también de vital importancia para los intereses del conde de Barcelona, Ramón Berenguer IV, su cuñado, y hasta para los genoveses que encuentran en los musulmanes unos competidores que no desean, si quieren ejercer un dominio efectivo sobre el Mediterráneo. Evidentemente, estos últimos, como buenos comerciantes de la época, no darán nada por nada y, además de luchar por sus propios intereses, exigen la tercera parte del botín que suponga la conquista de la ciudad.

En la difusión de la convocatoria para esta cruzada colaborará de una manera muy importante y eficaz un personaje llamado Marcabrú (1110-1150), músico nacido en Gascuña y asentado en la corte leonesa. Para lograr atraer a los caballeros del sur de Francia, algunos ya vasallos del emperador, a esta aventurara escribió una trova denominada “Pax in nomine domini” que surtió el efecto buscado. Así muchos provenzales se unirían también a la causa, como lo había hecho ya el rey de Pamplona y Nájera, García V Ramírez.

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Alcazaba de Almería. Fotografía: Martínezld

Los sucesos se producirán de la manera siguiente: el 23 de mayo las tropas se van acantonando en Toledo para, desde allí, dirigirse hacia el Sur. En el camino caerán una serie de castillos, enclaves y hasta ciudades muy bien fortificadas, como era el caso de Baetia (Baeza) que se entrega al emperador el 25 de julio de dicho año de 1147, después de la intervención milagrosa de San Isidoro, lo que llevó a la creación de la Muy Ilustre, Real y Imperial Cofradía del Milagroso Pendón de San Isidoro, o Pendón de Baeza, algo de lo que ya nos hemos ocupado en esa sección.

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Alcazaba de Almería. Fotografía: Martínezld

El cerco de Almería habría durado apenas 15 días y, como afirmábamos más arriba, la ciudad se rindió el día 17 de octubre. El rey nombraría como delegado suyo a Ponce de Cabrera y los genoveses harían lo propio para Otón de Bonvillano.

Así, en un documento del 25 de noviembre del mismo año (1147), se reconoce al emperador Alfonso VII de León como señor de León, Toledo, Zaragoza, Nájera, Castilla, Galicia, Córdoba, Baeza y Almería. Hasta ahí alcanzaban los territorios del emperador y por ende los límites del Reino de León.

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Alcazaba de Almería. Fotografía: Martínezld

Cierto es que la mayoría de sus conquistas en el Sur peninsular se perdieron más tarde, pero esta temprana conquista de Almería demostró que, si se prescindía, si se hubieran olvidado los intereses personales de cada uno de los reyes o reyezuelos de la península, el objetivo de la reconquista se hubiera alcanzado en aquellos momentos o incluso en circunstancias anteriores (Ramiro II, Fernando I, Alfonso VI) y siempre bajo la batuta del Reino de León y su política de neogoticismo.

Y, si la conquista de Almería no se consolidó, podríamos preguntarnos, claro está, si sirvió de algo la misma, si tuvo algún resultado palpable de cara al futuro…

signum Alfonso VII

Firma de Alfonso VII el Emperador

Citemos al menos uno. Este hecho supuso, por ejemplo, la firma del Tratado de Tudellén (27 de enero de 1157) por el que el Reino de Aragón y el Reino de León se atribuían los derechos sobre los territorios a conquistar en el futuro. Ramón Berenguer se reservaba la zona mediterránea que comprendía Valencia, Denia y Murcia, mientras que el resto de al-Andalus quedaba como área de expansión de los descendientes de Alfonso VII, salvando los límites de conquista del Reino de Portugal que se está consolidando en aquellos momentos, pero que aún no interviene, proactivamente, en la política peninsular.

De otro lado, con esa actuación, se introdujo también, en esta zona del Oeste del Mediterráneo, el concepto de cruzada que se verá utilizado en el futuro y con buenos resultados, naturalmente. Cuando el enemigo aprieta y los opositores se unen, las perspectivas de éxito son, necesariamente, mucho mayores.

En este caso, la bula papal, Divina dispensatione, sirvió para incentivar a muchos cristianos a participar en la conquista de un enclave en poder de los “enemigos de la fe” y, por lo mismo, se otorgaban a los combatientes idénticos privilegios e indulgencias que si hubieran ido a pelear en la recuperación de los Santos Lugares.

Bueno es, entonces, remover, de vez en cuando, las telas de araña que se han apoderado de nuestras mentes, por haberlo hecho previamente de nuestra historia, y seguir proclamando, con sano orgullo, que somos los depositarios de una herencia que ya querrían para sí algunos otros.

  • Textos: Hermenegildo López
  • Fotografías: Martínezld

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