Versión clásica

La muerte de Ramiro II el Grande.

Recibió sepultura en la iglesia de San Salvador de Palat del Rey de la ciudad de León que Ramiro mandara construir, entre los años 931 y 951, en recuerdo de su homónima de la ciudad de Oviedo.

Ramiro II de León, el Invicto

Ramiro II, Rey de León, llamado el Grande, el Diablo o el Invicto. Cuadro de la colección Reyes de León del Ayuntamiento de León. Palacio del Conde Luna de León. Fotografía: Martínezld

Sobre la cuestión de las fechas del nacimiento o la muerte de nuestros primeros reyes, hay siempre dudas e interpretaciones diversas. En el caso que nos ocupa, podrían deberse, simplemente, a un hecho que sí parece probado: el día 5 de enero del año 951, el “Invicto de Simancas”, Ramiro II, después de 20 exitosos años de reinado y encontrándose débil y enfermo, decide abdicar.

Parece ser que su enfermedad (una cardiopatía, para el Dr. García-Osuna) se habría agravado en un viaje a la siempre recordada ciudad de Oviedo, donde había pasado gran parte de su juventud, por lo que decidió, sin dudarlo un momento, la vuelta a la caputregni, buscando, no tanto una recuperación, que ni siquiera vislumbraba, sino dejar claras algunas disposiciones que habrían de seguirse cuando ya no estuviera en este mundo.

A nadie se le oculta que el rey debía ser consciente de la situación que podría plantearse, después de su fallecimiento, por lo que deseaba dejar patente, que el trono quedara en manos de su hijo Ordoño III, habido con su primera esposa, Adosinda Gutiérrez, de la que se había visto forzado a separarse, como sucedería en demasiadas ocasiones a lo largo de nuestra historia, por cuestiones de consanguinidad.

Iglesia de Palat de Rey

Iglesia de Palat de Rey en la Ciudad de León. Es considerada como la más antigua conocida de la ciudad. Fotografía: Martínezld

Así las cosas, ese 5 de enero, en la iglesia de San Salvador de Palat del Rey, que formaba parte del monasterio construido para su hija Elvira, que había deseado entrar en religión (antecedente claro del Infantado leonés), el rey llevaría a cabo una singular ceremonia que se asemejaba a la de San Isidoro, en su despedida del mundo: despojado de todos sus atributos reales y habiendo cubierto de ceniza su cabeza, en señal de arrepentimiento y consiguiente penitencia, de acuerdo con la costumbre de la iglesia católica, el gran Ramiro, abdicó en su hijo y pidió perdón público por su pecados.

Es muy probable que, en aquel momento tan solemne, se produjera algo parecido a lo que la Biblia nos cuenta en el fallecimiento de Job. Así dice el libro sagrado: “Entonces Job se levantó, rasgó su vestido y se rapó la cabeza. Luego cayó en tierra, adoró y dijo: Desnudo salí del vientre de mi madre, desnudo allá regresaré. Yahvehme lo había dado, Yahvehme lo ha quitado; bendito sea el nombre de Yahveh”.

Esta ceremonia será copiada poco más de 100 años más tarde por otro gran rey “leonés”, aunque navarro de nacimiento: Fernando I, esposo de Sancha I de León, en este caso en San Isidoro, iglesia palatina del reino y panteón de la familia real leonesa.

Iglesia de Palat de Rey en la Ciudad de León

Iglesia de Palat de Rey en la Ciudad de León. Junto a ella hubo un cementerio donde fueron enterrados los reyes leoneses Ramiro II, Ordoño III, Sancho I de León​ y Ordoño IV.​ Tras el paso y devastación de Almanzor en el 988, estos enterramientos se trasladaron al Panteón Real. Fotografía: Martínezld

.

Pero dediquemos unas palabras a esta iglesia de San Salvador de Palat del Rey que Ramiro mandara construir, entre los años 931 y 951, en recuerdo de su homónima de la ciudad de Oviedo. Estamos, por lo tanto, ante el templo más antiguo de la ciudad de León, humilde y casi desconocido para la mayor parte de los leoneses y encastrado en el barrio que hoy es, quizá para nuestra propia mortificación, el buque insignia y uno de los grandes atractivos turísticos de la, antaño, orgullosa urbe regia: me refiero a lo que comúnmente se denomina “el Barrio Húmedo” …

Sala Ramiro II Palacio del Conde Luna

Sala dedicada al reinado de Ramiro II en el Centro de Interpretación del Reino de León, ubicado en el Palacio del Conde Luna. Fotografía: Martínezld

Sin embargo, esta humilde y vetusta iglesia, con una indudable imagen de templo parroquial de uno de nuestros pueblos, fue la que albergó el primer panteón de los reyes de León, trasladados más tarde a San Isidoro por mor de los destrozos causados en el cementerio anejo y el templo mismo por las incursiones de Almanzor. Y a punto estuvo la piqueta municipal, tan destructora como el citado, de acabar con esta herencia. Mas, por suerte, los estudios del arquitecto Juan Crisóstomo Torbado y del historiador y arqueólogo Manuel Gómez-Moreno Martínez, consiguieron devolver a la vida a quien estaba, irremisiblemente, condenado a muerte.

Hoy, esta pequeña iglesia, testimonio de gran parte de nuestra historia, que se puede seguir en sus múltiples restauraciones y ampliaciones, goza de la calificación de Bien de Interés Cultural y forma parte del catálogo del Patrimonio Histórico de España.

No nos olvidamos, sin embargo, de nuestro tema principal: la muerte del rey Ramiro II y las diferentes fechas en las que la misma pudo acontecer.

ramiro II de León, el invicto o el grande

Estatua de Ramiro II en la plaza de Oriente de Madrid. «Reinando Ramiro segundo, consultó con los magnates de su reino de qué modo invadiría la tierra de los caldeos, y juntando su ejército, se encaminó á la ciudad que llaman Magerit (hoy Madrid), desmanteló sus muros, hizo muchos estragos en un domingo, y ayudado de la clemencia de Dios, volvió a su Reino en paz con su victoria». Fotografía: Martínezld

Para algunos, sería simplemente “en los finales del mes de enero del dicho año”, otros aquilatan un poco más señalando el día 31 como fecha de su óbito; sin embargo, recientes estudios han venido a contradecir ambas hipótesis, si bien nosotros, por el hecho de que, tradicionalmente, se ha considerado esta fecha del 31 como la más plausible, hemos querido detenernos en la misma para recordar al gran rey Ramiro, conocido por la historia como el Grande o incluso como el Invicto, aunque, para sus enemigos, sería siempre Ramiro el Diablo, precisamente por su furia contra ellos y por los desastres que les causaría, de los que recordamos, simplemente, dos: la gran victoria de Simancas (939) -considerada como la mayor de las batallas de la Edad Media hispana y, quizá, la más importante, puesto que desgastaría el poder del califato de Córdoba, con lo que, muy pocos años más tarde nacerían del mismo los diferentes reinos de Taifas, mucho más vulnerables- y, por no citar más que una que sirve, no obstante, de claro ejemplo de su exitoso reinado, en sus últimos días, en el año 950, y ante la hambruna que padecía el reino por la escasez de grano, causada por la falta de lluvias, el rey decidió llevar a cabo una aceifa, una correría por tierras musulmanas con el objetivo de hacerse con víveres y grano para sus súbditos.

La misma tenía, además, otro objetivo:  parar la ofensiva de los enemigos por tierras de Salamanca, camino de Galicia. Lo cierto es que, también esta será una gran victoria porque consiguió reponer las menguadas despensas de sus súbditos, incluso a costa de su salud, ya, como decimos, bastante deteriorada.

Quedan por dilucidar, a pesar de lo dicho, algunos argumentos que tratan de demostrar, incluso documentalmente, la tesis de que el rey no fallecería ese 31 de enero. Existe un documento de venta de una propiedad, llevada a cabo el 21 de febrero, en el que taxativamente se afirma que la misma tiene lugar “reinando el rey don Ramiro en León”; otro tanto ocurre el día 24 de marzo. Debemos deducir, por lo mismo, que don Ramiro, aunque hubiera abdicado, se mantenía aún en vida, si bien, muy mermado en sus condiciones vitales por lo que se mantenía tranquilo en la capital del reino.

Se aventura, entonces, que la fecha de su fallecimiento bien pudiera haber sido en los primeros días del mes de junio del citado año de 951.

responso por los Reyes de León

Hoy el Rey Ramiro II reposa en el Panteón Real de San Isidoro de León. Fotografía: Miguel Ángel Herreros

Nos queda aún una piedra en la mochila que no nos resignamos a soltar: algunos historiadores, incluso franceses, juzgando la importancia de este rey, su forma de encarar el gobierno, su visión de la guerra y sus triunfos tan sonados frente a un enemigo que, hasta ese momento, se juzgaba superior, pero que fue siempre batido por él, habría sido capaz de adelantar en varios siglos la denominada Reconquista.

La prueba es que, con su caballo llegó a pisar las playas andaluzas. Solo la reiterada política de traición del conde Fernán González y sus intentos de independencia, fueron un obstáculo definitivo para lograrlo; bien a pesar de la capacidad de perdón de Ramiro el Invicto que le encerró un par de veces en León pero que no le sometió al mismo castigo que a su hermano y sus primos: la desorbitación. Incluso en eso demostró su magnanimidad para con sus súbditos.

  • Textos: Hermenegildo López
  • Fotografías: Martínezld

Utilizamos cookies

Este sitio web utiliza cookies para medir y obtener datos estadísticos de la navegación de los usuarios, y que el visitante tenga la mejor experiencia de usuario. Puedes configurar y aceptar el uso de cookies a continuación.

Más información
Configuración Aceptar todas