Versión clásica

La moción de la autonomía leonesa.

Ha llegado la hora de que se escuche al pueblo, de que se tome nota de lo que viene pidiendo y de que se adopten las medidas oportunas para corregir una situación que no puede ser peor… ¿o sí?

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Fotografía: Martínezld

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Y hubo tempero… Quizá fueron las pertinaces lluvias de los últimos meses o la necesidad de unos apoyos para seguir gobernando. ¿Ejemplos? Haylos en el gobierno central y hasta en los gobiernines autonómicos. Hablo, evidentemente, aunque, en algún caso, haya que precisarlo para los no iniciados o los que nos leen desde lugares alejados de nuestra realidad geográfica o política, de la moción presentada en la Diputación leonesa a propósito de los deseos de los habitantes de esta tierra de encontrar un camino para labrarse un mejor futuro, fuera de esta comunidad autónoma en la que nos metieron de hoz y coz, contra el deseo de los leoneses y que está empobreciéndonos en todos los sentidos; justo sería reconocerlo. Después de casi 40 años, los hechos bien merecen un análisis y una toma de decisiones valientes.

¡Que no tiene validez jurídica o que hubiera debido haberse planteado de otro modo! Puede. Pero la inanición es aún peor, y las batallas que no se dan, son las únicas que tienen ya un resultado cierto: están perdidas de antemano.

Fotografía: 1983

manifestación leonesista Febrero 2020

Febrero 2020

¿Qué León (léase el término con la extensión geográfica o política que el lector decida) está harto de esta situación autonómica incómoda, injusta, absurda, odiosa, empobrecedora, anticonstitucional y antihistórica…? Eso es tan palmario que lo único que impide verlo es la ceguera política de los más recalcitrantes; o de los más interesados en que todo siga igual, incluso siguiendo el consejo de Giuseppe Tomasi di Lampedusa en la novela El Gatopardo. Vienen haciendo, incluso ayer mismo se vio, las más extrañas cabriolas dialécticas para seguir engañando al pobrecito cazurro (¿Dónde está la bolita, la bolita…?), seguros de que, ante las papeletas de una mesa electoral, seguirá metiendo el voto de siempre; aunque no pueda ver a sus hijos más que un par de veces al año, tenga que desplazarse al médico a varios kilómetros de distancia o ya ni siquiera recuerde cuándo disfrutaba de los mínimos servicios públicos que, sin embargo, sigue pagando con sus impuestos. Aquello de la solidaridad interterritorial y hasta intracomunitaria se diría ha pasado a mejor vida; más los leonesines de a pie están anclados, sin remedio, si esto no se resuelve, a una mucho peor calidad de vida de la que disfrutaron en el pasado.

Y todo, piénsese bien, por culpa de la decisión de un par de políticos (Martín Villa y Peces Barba… menos mal que esta vez no había a tiro un obispo para colocarle el sambenito, como en la decisión de antaño sobre la ubicación de algunas empresas). Un par de personajes, sin duda, con objetivos bien diferentes, pero que exhibieron un argumento de “peso”. León debía formar parte de una comunidad grande con Castilla “por razones de Estado”. Lo cierto es que las mismas nunca fueron explicadas, pero trascendieron algunas ideas al respecto y que iban hacia el hecho de tratar de “contrarrestar, con una comunidad fuerte, los nacionalismos periféricos”. Desde luego nunca se encomendaron a Santa Lucía… O puede que ya en ese momento estuvieran sobrados de miopías complicadas con una buena dosis de astigmatismo, o simplemente que tuvieran otros objetivos menos confesables. Del señor ese de Santa María del Páramo siempre nos hemos temido lo peor… Pues ¿qué decir de los resultados? Contrarrestar, contrarrestar… no parecen haberlo conseguido.

Mucho se ha escrito ya, tanto del proceso autonómico (anómalo, caciquil, mendaz) como de la trayectoria de esta comunidad autónoma en la que León se encuentra atado y amordazado, y por lo tanto a disgusto; no se trata aquí y ahora de repetirlo, si bien, iremos, en esta sección, recordando y recomendando una mínima bibliografía leonesista (usamos el término tanto en un aspecto reivindicativo como en el de reflexión sobre la realidad leonesa). Lo que pretendemos es que una serie de figuras, una serie de leoneses convencidos y conocedores de esta realidad a la que aludimos, expongan, semanalmente, sus opiniones y lo hagan de una manera sencilla, llana, al alcance de todos…

manifestacion leonesista y reindustrización de villablino 16 febrero.

Esta reflexión estaría dedicada, de manera especial, a los que lo ignoran todo o casi todo de esto que alguien denominó en un determinado momento “la desazón leonesa” y que ahora ha dado un salto cualitativo. Pretendemos que un lector que se encuentre lejos de nuestro entorno geográfico, político, vivencial, en suma, sea capaz de entender el porqué de este deseo, de este grito leonés de libertad (no queremos seguir uncidos a este carro, atascado por demás, ni continuar en una situación no elegida), de igualdad (puesto que tenemos el mismo derecho, sino más, que el resto de las regiones del Estado a disfrutar de una autonomía propia) y de fraternidad (pedimos, entonces, que los demás entiendan nuestra postura y hasta sepan ser solidarios con los que han venido dando casi todo y, a cambio, no han recibido casi nada; los indicadores económicos ahí están para demostrarlo). Y eso sin hablar de las manipulaciones históricas, etnográficas, etc.

Ha llegado la hora de que se escuche al pueblo, de que se tome nota de lo que viene pidiendo y de que se adopten las medidas oportunas para corregir una situación que no puede ser peor… ¿o sí? Si seguimos haciendo lo mismo, cometiendo los mismos errores y transitando por idénticos caminos llegaremos a los mismos lugares y a las mismas conclusiones; pero esto no sería propio de seres inteligentes.

En nada perjudica a nadie que el pueblo leonés que tuvo el primer parlamento de la historia de Europa (Cortes leonesas de 1188, la Cuna del Parlamentarismo), pueda contar con el suyo propio. En nada beneficia al común que sigamos profundizado en el pozo de nuestras desgracias, entre otras, perdiendo población a un ritmo de más de 10.000 personas año o exhibiendo números de desempleo más propios de países en desarrollo.

Volvemos a reivindicar nuestros derechos y, como suele argumentarse, el que usa de su derecho, no daña a nadie. Eso creemos… ¿o sí?.

Texto: Hermenegildo López

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