Al paso de la Güeste debes protegerte para que no te arrebaten el alma, marcando un círculo en el suelo con sal, tiza o una rama de tejo y metiéndote en él.
La Plataforma «La Parva» en colaboración con la Asociación Cultural Montaña de Vadinia y con el apoyo del Ayuntamiento de San Andrés del Rabanedo, recuperaron en la tarde-noche de ayer “la güeste de ánimas” en la localidad leonesa de Trobajo del Camino
A las 20,3o horas se ponía en marcha la espectral comitiva con la muerte como personaje que guiaba al grupo de almas en pena que con los sudarios blancos, sus esquilas, faroles y antorchas en mano, iluminaron y sobrecogieron a las personas que esperaban su paso misterioso, en las calles de Trobajo del Camino.
Esta espectral procesión de ánimas en pena recorrieron ayer la calle la Iglesia, calle la Cuesta, avenida de Párroco Pablo Díez, avenida de la Constitución, calle Santiago, calle Félix Rodríguez de la Fuente, para regresar a la iglesia de Trobajo de nuevo por la Avenida de Pablo Párroco Díez y calle dos de mayo.
Al paso de la Güeste debes protegerte para que no te arrebaten el alma, marcando un círculo en el suelo con sal, tiza o una rama de tejo y metiéndote en él.
Una vez más La Parva pone en valor una parte de la cultura leonesa. En esta ocasión ha sido la mitología leonesa y las ánimas en pena, la que se acercaron a las calles de de Trobajo de Camino desde las montañas de Riaño.
Una tradición muy leonesa
La cultura popular leonesa guarda el recuerdo de este mito, al que se dan nombres como güeste, huéspeda de ánimas, Estadea en Zamora, procesión das ánimas o la buena xente.
Todas estas denominaciones aluden a una entidad mitológica formada por una comitiva espectral que, saliendo de iglesias o cementerios, se manifiesta ante los vivos por la noche en los caminos y también ante los enfermos moribundos con el fin de anunciar una muerte, o bien para llevarse a alguien al más allá.
La primera referencia a este tema en tierras del antiguo Reino de León la encontramos en el Auto de los desposorios de Moysen, escrita en Salamanca alrededor de 1570, y donde se cita varias veces a la mala güeste.
En otra obra literaria con fuerte impronta leonesa, la novela picaresca de principios del siglo XVII, La Pícara Justina, su protagonista describe cómo una tropa de canónigos vestidos de blanco iba entrando por diferentes puertas de la Catedral de León, y que Justina comparó con la «güeste».
Nuestra tradición advierte de lo peligroso que es tratar con estos espectros, y apunta algunas claves para evitar que puedan causar mal, por ejemplo, trazando un círculo con sal o una rama de acebo, meterse dentro para aislar a la persona viva del contacto con los muertos, pues resulta letal tocar a los espectros.