El principal monumento de Cimanes de la Vega es la ermita de la Virgen de la Vega del siglo XI. En ella se celebra la fiesta de la Virgen de la Vega el segundo domingo de mayo y está precedida por una novena en la que participan, un día cada uno, nueve pueblos de la comarca.
Los cimientos de la ermita actual, al menos parte de ellos y parte de sus muros, datan del siglo X. Sobre ellos hubo un armazón de madera que sostenía el tejado o cubierta, según la historia de Gómez Moreno.
Parece que esto duró hasta el siglo XIII, momento en que sufrió una reforma de gran importancia, dividiendo el cuerpo de Iglesia en tres naves con sus arcos, columnas y bóvedas.
Así se ha conservado hasta la actualidad, con alguna pequeña reforma. Lógicamente pensando, se puede suponer que si ya existía una ermita en honor de la Virgen de la Vega y que a ella se atribuye la victoria de los cristianos contra los moros, cristianos agradecidos (como solían ser siempre nuestros antepasados) aumentaron su fervor y devoción a la Virgen.
En acción de gracias aumentaron también el recinto material del Santuario primitivo, construyendo sobre el mismo suelo el actual y grandioso edificio.
Un siglo después, en el siglo XIV se adosó al cuerpo de Iglesia el pórtico de entrada cuyos arcos no guardan armonía con el resto del Santuario, netamente románico en toda su construcción, pues son de líneas ojivales. En el siglo XVI sufrió la última reforma de importancia y ampliación, en que sin tocar a lo ya existente, se agrandó todo el bajo presbiterio o crucero y el ábside de la nave central de forma semicircular; el crucero está rematado en su parte superior y central por una hermosa cúpula en forma ovoidal, ricamente labrada en su concavidad, sobre escayola, con cuatro grandes ojos de buey que dan luz al santuario. Al mismo tiempo se hizo una hermosa sacristía embovedada, adosada al ábside por la parte meridional y la torre cuadrada que se alza, altiva y esbelta, en la parte norte del santuario hacia media distancia de la longitud del mismo. Esta última reforma es toda ella de piedra labrada y muy bien pulimentada.
El ábside está rematado en su interior por una lonja de naranja que hace de bóveda, adornada con finos nervios de arquitectura ojival que la hacen más vistosa y agradable. En la parte norte del ábside, se conserva parte de un muro antiguo, sobre el que se construyó el actual, en que se ve un dintel horizontal y otro al lado, a más baja altura, en forma de arco de medio punto, hoy también cerrado con piedra. Dice la tradición, era la puerta por donde pasaba la reina Urraca, desde su palacio, construido en las inmediaciones, hasta el santuario.
El altar mayor
La mayor joya que alberga nuestro santuario bajo su bóvedas después de la imagen de la Virgen es el retablo del altar mayor cuya descripción hace maravillosamente el famoso historiador Gómez Moreno en la forma siguiente: Retablo de estilo Berruguete, muy bien conservado con finas tallas de grotescos, trofeos, figuras mutiladas, etc., en frisos, pedestales, columnas y orejeras y las armas de Pimentel (Conde de Benavente, General que asistió a la toma de Granada por los Reyes Católicos). Compónese de Banco, dos cuerpos y ático: en el primero hay apóstoles de relieve hasta medio cuerpo; en los demás se distribuyen nueve tablas pequeñas con asuntos del Evangelio, inspiradas también en lo de Berruguete, y aunque incorrectas siempre, sus composiciones ofrecen novedad, viveza de actitudes y asesorías interesantes, en especial la de la Epifanía.
La imagen que hoy preside en su trono el vetusto santuario, probablemente es del siglo X y con toda seguridad antes del siglo XII, no sería temerario sospechar o imaginar que fuera una copia más o menos fiel de la imagen que presidió el santuario primitivo antes de la aparición.
Esta imagen de la Virgen de la Vega es una talla de madera, en posición sentada, de ochenta centímetros de altura y treinta de base de su peana, tiene al niño sobre las rodillas, de frente y en el centro, sostenido por la mano izquierda de la Virgen, pues en la otra tiene una piedra representando el hecho de la aparición tirando piedras contra los moros, el niño tiene la mano izquierda sobre la mano de la Madre y en la derecha también una piedra, el manto de la Virgen y el vestido del niño están pintados de una pintura de oro finísimo dado a la plancha, el resto de pintura ya sin color, pero pudiendo garantizar ser la primera pintura que recibió la imagen.
También merecen ser mencionadas en estas páginas las andas que han portado durante siglos tan vetusta y preciada imagen. Son del siglo XVI al XVII de madera muy pesada, ricamente doradas y rematadas con pelícano, como símbolo de la Eucaristía, en su cúpula sostenida por cuatro columnas, en la concavidad de la mencionada cúpula está decorada con atributos del Espíritu Santo.
Fuente: Ayuntamiento de Cimanes de la Vega