El I.E.S Fernando I, proviene de la fusión en 1994 de los dos centros de enseñanza secundaria existentes en la localidad y acoge alumnos de las comarcas de Tierra de campos, Los Oteros y La Vega del Esla.
El curso 73/74 fue el primero del Instituto de Bachillerato «Fernando I», heredero del Colegio Libre Adoptado existente hasta entonces en la localidad, algunos de cuyos profesores pasaron a hacerse cargo del nuevo Centro. En 1984 se inaugura el Instituto de Formación Profesional, construido en terrenos colindantes con el anterior.
De la fusión de estos dos centros,realizada en julio de 1994, nació el actual Instituto de Educación Secundaria (» I.E.S.»), que en el curso 1996/97 vio incrementada su tradicional población estudiantil y docente con la incorporación de los alumnos y profesores del Primer Ciclo de E.S.O.
A partir del año 1996 y ante el aumento espectacular de la población estudiantil, se inició una remodelación de las instalaciones deportivas y de recreo. Tras una larga trayectoria de obras de mejora, se ha conseguido recientemente un conjunto muy digno y atractivo para todo tipo de actividades lúdicas y culturales al aire libre.
En los últimos años, el centro se ha modernizado, con la adecuación de la mayor parte de sus aulas para la utilización de pizarras digitales, cuenta con proyección multimedia en la mayor parte de las aulas y dos pizarras digitales interactivas, cobertura de red inalambrica en la totalidad del centro.
Quien era Fernando I
Fernando I de León, llamado «el Magno» o «el Grande» (c. 1016-León, 27 de diciembre de 1065), fue conde de Castilla desde 1029 y rey de León desde el año 1037 hasta su muerte, siendo ungido como tal el 22 de junio de 1038.
Era hijo de Sancho Garcés III de Pamplona, llamado «el Mayor», rey de Pamplona, y de Muniadona, hermana de García Sánchez de Castilla. Fue designado conde de Castilla en 1029, si bien no ejerció el gobierno efectivo hasta la muerte de su padre en 1035. Se convirtió en rey de León por su matrimonio con Sancha, hermana de su rey y señor, Bermudo III, contra el que se levantó en armas, el cual murió sin dejar descendencia luchando contra Fernando en la batalla de Tamarón.
Sus primeros dieciséis años de reinado los pasó resolviendo conflictos internos y reorganizando su reino. En 1054, las disputas fronterizas con su hermano García III de Pamplona se tornaron en guerra abierta. Las tropas leonesas dieron muerte al monarca navarro en la batalla de Atapuerca.
Sometidos los condes leoneses y seguras las fronteras, Fernando I se aplicó a consolidar las estructuras e instituciones de su reino, ya pacificado. Jugó un papel fundamental en la política peninsular y en la configuración del mapa político del siglo XI. Asimismo, en cuanto a política legislativa, su labor fue muy importante, reformando algunos aspectos de la Curia Regia leonesa, o restableciendo el derecho canónico visigodo mediante diferentes normas recogidas en el Concilio de Coyanza (1050 ó 1055), que fue presidido por el mismo monarca.
Llevó a cabo una enérgica actividad de Reconquista, tomando las plazas de Lamego (1057), Viseo (1058) y Coímbra (1064). Además sometió a varios de los reinos de taifas al pago de parias al reino leonés. Al morir dividió sus reinos entre sus hijos: al primogénito, Sancho, le correspondió el estado patrimonial de su padre, el condado de Castilla, elevado a categoría de reino, y las parias sobre el reino taifa de Zaragoza; a Alfonso, el favorito, le correspondió el Reino de León y el título imperial, así como los derechos sobre el reino taifa de Toledo; García recibió el Reino de Galicia, creado a tal efecto, y los derechos sobre los reinos taifas de Sevilla y Badajoz; a Urraca y a Elvira les correspondieron las ciudades de Zamora y Toro, respectivamente, también con título real, y unas rentas adecuadas.
Tradicionalmente se le ha considerado el primer rey de Castilla y fundador de la monarquía castellana, y muchos historiadores siguen manteniendo esta tesis. No obstante, parte de la historiografía más actual considera que Fernando no fue rey de Castilla y que el origen de este reino se sitúa a la muerte de este monarca, con la división de sus estados entre sus hijos y el legado de Castilla al primogénito Sancho con título real. En palabras de Gonzalo Martínez Diez:
Uno de los principales resultados de la política de Fernando I fue el sometimiento de varios de los reinos de taifas y el cobro de las parias (impuesto por la protección y por no ser atacados) a las taifas más ricas, como Toledo, Sevilla, Zaragoza o Badajoz. A la vez, se produjeron varios ataques y conquistas. Destacan la conquista de las plazas portuguesas de Lamego (1057) y Viseo (1058) y la toma definitiva (1060) de las de San Esteban de Gormaz, Berlanga de Duero y demás castillos y plazas del río Bordecorex, en territorio del alto Duero. Asimismo, las tomas temporales de Toledo (1062) y Zaragoza (1063), y la definitiva de la estratégica Coímbra (1064), junto al río Mondego, que puso bajo el mando del conde mozárabe Sisnando Davídiz.
Respondiendo a los pactos acordados, Fernando I envió a su hijo, el infante Sancho, en ayuda de al-Muqtadir, rey taifa de Zaragoza, cuando la plaza de Graus se vio atacada (1063) por Ramiro I de Aragón, su hermanastro, que fue derrotado y muerto. Posteriormente, condujo una expedición de castigo al valle del Ebro (1065) con el fin de vengar una matanza de cristianos acaecida en Zaragoza y reclamar a al-Muqtadir el vasallaje y el pago de las parias, que no habían sido dadas. Tras este castigo, la expedición continuó hacia Valencia, donde su rey Abd al-Malik ben Abd al-Aziz al-Muzaffar Nizam al-Dawla, tras resistir el asedio de la ciudad, plantó lucha en la batalla de Paterna, donde acabó derrotado. Al poco, Fernando I se sintió enfermo y ordenó la vuelta a León.
Fernando I llegó a León el día de Nochebuena de 1065 y su primera visita fue para la iglesia de San Isidoro, encomendándose a los santos para que le auxiliaran en su tránsito a la otra vida. Aquella noche acompañó en el coro a los clérigos, salmodiando los maitines en rito mozárabe, y al clarear el día de Navidad vio que la vida se le acababa.
Fue enterrado en el Panteón de Reyes de San Isidoro de León que él había construido, junto a la supuesta tumba de su padre, Sancho el Mayor
A su muerte, en vez de respetar el derecho visigodo y leonés que impedía dividir las posesiones reales entre los herederos, siguió los principios jurídicos navarros de considerar al reino como un patrimonio familiar. Así, de forma similar a cómo hiciera su padre con él y el resto de hermanos y hermanastros, repartió en su testamento sus territorios entre todos sus hijos: su primogénito Sancho heredó Castilla, que se convirtió así en reino, y las parias de Zaragoza; su favorito, Alfonso, recibió el reino principal y predominante, León, y las parias de Toledo; García, Galicia y Portugal con título real y las parias de Badajoz y Sevilla; a su hija Elvira le correspondió el señorío de la ciudad de Toro y a Urraca el de Zamora, obteniendo ambas el título real y un importante patrimonio económico: el señoraje de todos los monasterios del reino
Dónde está
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