Eran las 11 de la noche cuando la comitiva de la Orden de los Pobres Caballeros de Cristo o Caballeros del Templo de Salomón conocidos por su nombre más popular de “Caballeros Templarios” salían desde el Paseo del Río en total oscuridad, solo alumbrada bajo la luz de las antorchas que portaban y con la primera luna llena del verano como testigo.
Corre el año 2016 de Nuestro Señor. Estamos en Pons Ferrata, Ponferrada, Puente de Hierro. Mandado construir en 1.082 por el obispo Osmundo de Astorga para que los peregrinos del Camino de Santiago pudieran cruzar más fácilmente el Río Sil, allá en los confines occidentales del Reino de León, el Reino más poderoso de la Hispania medieval.
Al poco de construir este puente de hierro se fundó la Iglesia de San Pedro, en el año 1086 y a su alrededor surgió «La Puebla de San Pedro» que es como se llamó primeramente a Ponferrada, para pasar a denominarse poco después Ponte Ferrato. Pasó por diversas manos entre ellas la de los Templarios que hoy desfilan, y que se encargaban precisamente de la defensa del Camino de Santiago y de los peregrinos que acuden a visitar la tumba del apóstol y que en esta noche del 2 de julio vuelven a su legendario Castillo.
Cuando en 1178 Ponferrada pasa a depender de la Orden del Temple por donación de los Reyes Leoneses, los templarios se encontraron una pequeña fortaleza que fue en su origen castro y posteriormente ciudadela romana. Corría el año 1180 cuando el rey leonés Fernando II concede a la villa los primeros fueros, ocho años antes que su joven hijo Alfonso convocara en San Isidoro la Curia Regia que dio origen al nacimiento del Parlamentarismo europeo.
Durante los siglos XIII y XIV, Ponferrada ya amurallada, comienza a crecer y a desarrollarse, al aparecer tanto en intramuros como en los alrededores, campesinos, comerciantes y artesanos, a la sombra del camino, y que originó un crecimiento rápido y sostenido. La muralla construida cuenta con cuatro puertas de entrada: El Cristo, Paraisín, Las nieves y Las eras, y en las afueras de la villa se asienta la comunidad judía.
Desde entonces Ponferrada y los templarios están unidos por la tradición, la historia y por su Castillo. Son los templarios, protectores de los peregrinos y de la Ciudad de Ponferrada, fundados en Tierra Santa después de la conquista de Jerusalén en el siglo XI. Eran «monjes» en el sentido de que hacían votos -especialmente, el de proteger los Santos Lugares y el recorrido de los peregrinos- y vivían la obediencia a una regla que marcaba sus obligaciones religiosas y las exigencias de su comportamiento y vestimenta.
De haberse aplicado estrictamente su primitiva regla algunos de los que participaban el pasado sábado en el cortejo hubieran sido duramente castigados por llevar modernas zapatillas deportivas, espantosas sandalias chirucas o utilizar el móvil en tan solemne acto. De igual forma serían castigados aquellos taberneros que en tierra de tan excelentes caldos ofrecen en el «menú templario» vino de Castilla-La Mancha y agua de Castellón.
Dicho esto, la comitiva de Templarios con sus inmaculadas capas blancas y cruz paté roja en el pecho sube la avenida que les lleva a su Castillo. El silencio de la noche solo es roto por la Banda de Música de la Ciudad de Ponferrada que acompasa magníficamente el cortejo. El sonido que aportaron a esta noche mágica y esotérica fue simplemente magnífico. No cabe otra calificación más que excepcional a su soberbia actuación en riguroso directo.
Frey León Guido de Garda, superviviente de mil y una batallas en Tierra Santa, Maestre de la Orden de los Caballeros Templarios, vuelve a la ciudad del Puente de Hierro para sellar con el rey Fernando II de León un pacto de eterna amistad y entregarle la Ciudad de Ponferrada para custodiar los símbolos hallados en la tierra sagrada de Jerusalén: el sagrado Arca de la Alianza y el Santo Grial.
Hoy, casi novecientos años después los caballeros del Temple portan a hombros, con los ponferradinos como testigos, sus dos más preciadas reliquias: El Santo Grial y el Arca de la Alianza para ser ocultada en los sótanos y galerías subterráneas de la fortaleza ponferradina.
Para los más profanos os diré que el Santo Grial según la leyenda, era la copa o vaso que usó José de Arimatea para recoger la sangre de Jesucristo en la Cruz. Esta leyenda del santo Grial está unida a la orden de los Caballeros Templarios. Pero también santo grial significa para otros, Sangre Real y hace alusión a que Jesús resucitado se casó y tuvo hijos y esos hijos eran el secreto del “Greal”. Pero esa es otra historia que hoy no toca contar. Hoy solo toca disfrutar de una calurosa y magnífica noche de verano berciana con una espléndida y cuidada puesta en escena del regreso de los Templarios a su Castillo más emblemático.
Decir también que el arca de la Alianza es la caja que guardaba las Tablas de la Ley de Moisés con los Diez Mandamientos, y constituye, sin la menor duda, el objeto sagrado más codiciado de cuantos han sido buscados por el hombre. Hace 3000 años el Arca fue traída a Jerusalén y adorada como el más sagrado de los objetos sagrados, para las gentes de entonces, el Arca significaba la personificación de la presencia de Dios en la Tierra. Sin embargo, en algún momento de ese remoto pasado, el Arca desapareció, esto dio origen a una búsqueda que ha inspirado a creyentes y cazadores de fortunas durante milenios. Hace casi 1000 años, las cruzadas cristianas recuperaron el control de Jerusalén de manos de los musulmanes que habían gobernado la ciudad desde el siglo VII y con ello recuperaron también el Arca de la Alianza. El arca se perdió en la noche de los tiempos hasta que Hollywood con Indiana Jones la recuperó y popularizó su existencia.
Años atrás en 1.055 sus tatarabuelos, los Reyes leoneses Fernando I (Ferdinand al Kabir, emir de Liyyun) y su mujer Sancha reciben el Santo Grial de manos del Emir de Denia «porque quería congraciarse con él y mantener la paz». El cómo y el porqué el Santo Grial y el Arca de la Alianza aparecen en Ponferrada novecientos y pico años después, es uno de los misterios aún sin resolver, quizás pudiera explicarse que debido a las toneladas de tierra con que fue rellenado el castillo para hacer un campo de fútbol a principios del siglo XX, contribuyera a esconder aún más estas reliquias en los subterráneos del Castillo hasta que las obras reconstrucción iniciadas en el año 2005 espalaron el patio de armas.
La comitiva llega al Castillo con un silencio sepulcral, solo roto por el «gañán» de turno o la «choni» gritona de rigor que nunca faltan a este tipo de eventos y que no son conscientes de lo que molestan al resto de la gente, o esos niños asilvestrados que campan a su aire sin que sus padres hagan nada por domarlos.
Es entonces cuando una gran explosión de luz y color arropa la entrada del Santo grial y del Arca de la Alianza al Castillo de Ponferrada, en donde será escondido de nuevo por los Templarios en los sótanos secretos de la fortaleza ponferradina hasta la primera luna llena del verano del año próximo.
Suena fuerte y potente: “ Yo, Guido de Garda, Maestre de la fortaleza de Ponsferrata, comprometo a todo el pueblo de Ponferrada para que vuelva cada año a renovar este compromiso festivo con su historia y su leyenda hasta que el tiempo llegue a borrar la línea del horizonte.”
Música, fuegos artificiales, animación de calle, y degustaciones gastronómicas hacen de la Noche Templaria una de las fiestas más animadas no solo del verano ponferradino si no de todo el Reino de León.
Un año más un espectáculo magnífico. Un año más la leyenda continúa.
Texto y fotografías: Martínezld