En la ciudad más alta de Portugal, un aire de montaña, ligero y saludable, corre por entre las calles medievales a las que el granito confiere nobleza y un color oscuro.
Situada en pleno paisaje montañoso de la Serra da Estrela, Guarda fue uno de los bastiones más importantes de un conjunto de fortificaciones que defendían la frontera portuguesa con el Reino de León en la Edad Media. Con vestigios de ocupación humana desde la prehistoria, la ciudad más alta de Portugal fue oficialmente fundada por Sancho I, que la dotó de carta foral en 1190. La puerta guardada del territorio nacional es también la puerta de un distrito digno de descubrir, en el que se cruzan la ruta de las Aldeas Históricas con los Castillos de Frontera, la ruta de las Juderías y la prehistoria del país.
Ese es el color de la Sé Catedral (sede catedralicia). Alta, inmensa e imponente, tiene aspecto de fortaleza con sus poderosas torres que se yerguen como símbolo de defensa de la fe y del territorio. Y si el exterior nos impresiona por la inspiración del diseño y de la decoración gótica, una vez dentro sorprende por la aplastante altura de las naves y por un enorme retablo todo esculpido en piedra.
Fuera, en la plaza, las arcadas del siglo XVI albergan cafés en los que podemos descansar y ver cómo late el corazón de la ciudad. De aquí parten calles estrechas de palacios de granito y casas antiguas con ventanas góticas y gárgolas en los aleros. Todo el centro histórico está protegido por murallas, puertas y torres medievales que han llegado casi intactas hasta nuestros días.
Junto a las murallas se encuentra la judería. La mayoría de las construcciones se remonta a la Edad Media y conserva símbolos grabados en la piedra y la arquitectura original con dos puertas, una estrecha para acceder a la planta superior, residencia de la familia, y otra más ancha para la tienda de la planta baja, ya que la mayoría de los judíos se dedicaba al comercio.
La visita no estará completa sin no se pasa por el Museo de Guarda, situado en el antiguo palacio episcopal, por la Iglesia de la Misericordia, de interior barroco, y por la Iglesia de San Vicente, con importantes paneles de azulejos. Fuera del centro urbano, la Capilla de nuestra Señora de Mileu, de estilo románico, es uno de los monumentos más antiguos, anterior al siglo XII.
Fuente y más info: https://www.visitportugal.com