Hoy en día, las únicas que viven en Filfla son las aves; el paíño europeo, la perdela atlántica y la gaviota de patas amarillas, pero no siempre fue así.
Madrid, 24 de diciembre de 2021-. Malta es uno de los destinos más interesantes y con más cultura e historia del mundo. No es difícil entender el por qué este archipiélago es el destino perfecto tanto en invierno como en verano. Cuando se habla de las islas maltesas siempre se hace referencia a Malta y a sus hermanas pequeñas, Gozo y Comino, pero lo cierto es que hay todo un mundo más allá que descubrir. Hoy descubriremos Fifla, la isla más desconocida del país.
Malta, situada a medio camino entre África y Europa, está compuesta por cinco islas principales, de las cuales tan solo tres están pobladas.
Alejado de las zonas más turísticas, al sur de la isla, se pueden conocer impresionantes templos megalíticos como el de Ħaġar Qim, una zona en la que se puede practicar trekking y disfrutar de unas vistas impresionantes. Con una excelente costa y libre de turistas, pasado el valle de Zurrieqal fijar la vista en el mar se puede divisar una gran formación rocosa que sin duda, despierta la curiosidad.
Fifla, una isla despoblada y prohibida es la que más cerca queda de Túnez. Lo curioso de esta localización es que no aparece en ninguna guía turística y quizás eso se deba a que desde 1988 solo es posible visitarla si se tiene un permiso, ya que es una reserva natural para diversas especies marinas y aves migratorias.
El origen de Filfla se remonta a la Edad Media. La leyenda cuenta que en esta isla existía un pequeño caserío donde la gente llevaba una vida indecente por la cual Dios se sentía ofendido. Este exigió al pueblo que cambiaran su forma de ser y actuar, pero sus advertencias fueron ignoradas provocando un castigo divino. El caserío fue arrancado y lanzado al mar y Filfla se quedó despoblado.
Historias aparte, se cree que Fifla fue considerada sagrada por los pueblos prehistóricos y que durante un tiempo tuvo construcción humana. La capilla dedicada a la Asunción de la Virgen María datada en 1343 es la prueba de que este islote no siempre estuvo despoblado. La capilla se hundió cuando un terremoto en 1856 destruyó gran parte de la zona. Por suerte, la pintura que adornaba sus paredes fue retirada años antes y hoy en día se puede disfrutar de ella en la capilla de Santa Catarina en Zurriqueq.
Hoy en día, las únicas que viven en Filfla son las aves; el paíño europeo, la perde la atlántica y la gaviota de patas amarillas, pero no siempre fue así. Hasta 1971 esta isla fue usada como campo de tiro por el ejército británico y las rocas gigantescas que se pueden divisar a lo lejos son el resultado de este.
En la actualidad solo se puede visitar Filfla con varios servicios turísticos que llevan en barco a los más curiosos para contarles su leyenda y poder ver el islote más de cerca.
Un espacio natural del que solo se conoce una leyenda y donde tan solo unos poco privilegiados pudieron pisar alguna vez sus tierras.
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