Este abril, desde el Museo de León destaca como Pieza del Mes una serie de fichas de nácar en un estuche forrado en seda roja y azul. Las piezas están caladas por los bordes, en sus anversos aparecen escenas chinescas y en sus reversos retículas con estrellas. Formarían parte de un juego de naipes conocido como Nain Jaune o Enano amarillo, del que faltaría el tablero.
Se trata de un juego francés nacido en Lorraine en 1760, casi tres décadas antes de la Revolución Francesa. En los años de esta se popularizó por toda Europa y tras un periodo de cierto olvido, resurgió con fuerza durante los años de la Restauración, tras el Imperio Napoleónico. Fue un juego muy popular entre la burguesía, que tras el Antiguo Régimen se había convertido en el estamento social predominante.
Una burguesía cuyo dinero procedía de las industrias y de los negocios, frente a los nobles terratenientes, y se convirtió en una clase media acomodada -aunque muy heterogénea- y la beneficiaria de los procesos revolucionarios que se viven en Europa en el siglo XIX. Si bien se habrían enfrentado a los privilegios de los que gozaban los aristócratas durante la Revolución Francesa, acabarán por imitar muchos de sus comportamientos y modos de vivir.
Son habituales en las casas burguesas salones de visitas y decoraciones con objetos suntuosos y exclusivos que demostraban el poder adquisitivo, la reputación y el gusto refinado de sus dueños, muy preocupados por las apariencias y el qué dirán. Preocupaciones que les acompañarán en las calles de la ciudad, que se convierten en grandes escenarios de representación. Se vuelven habituales en las familias acomodadas españolas divertimentos sofisticados, objetos franceses y muchos otros procedentes de lugares tan exóticos y románticos como China o Japón. Parte de tales rasgos de la burguesía decimonónica se dejan entrever en la pieza que destacamos este mes.
La parte del juego que no conservamos, el tablero, se dividiría en cinco parcelas: cada una con la representación de una carta de la baraja francesa. En la parcela central, con el siete de diamantes, aparecería un personaje vestido de amarillo, que dará nombre al juego. En las diferentes fracciones del tablero se colocan algunos getones o gitones (del francés jeton) -las fichas, los tantos- como los que conservamos en el museo. Los circulares valen un punto, los rectangulares de menor tamaño cinco y los más grandes diez.
Se reparten las cartas y cada jugador, en su mano, debe colocarlas en orden -as, dos, tres…- sin importar el palo. Quien empieza decide qué carta lanza y luego sigue echando números sucesivos hasta que no puede continuar, momento en el que se cambiaría el turno. Cuando un jugador arroja alguna de las cartas representadas en el tablero, el jugador que la echó se llevaría los gitones -y, por tanto, los puntos- de la parcela correspondiente. El objetivo sería descartarse y llevarse el mayor número de puntos.
La pieza del mes constituye una oportunidad para conocer más detenidamente alguno de los bienes expuestos en el Museo, mediante una explicación detallada durante las visitas guiadas, que se desarrollan gratuitamente de martes a sábado, a las 12’30 horas.