Oseja no aparece en las fuentes escritas hasta el año 999, cuando los condes leoneses de Flainez entregan la iglesia de Santa María de Oseja y sus propiedades al monasterio de Sahagún. Este hecho y el silencio arqueológico hacen que los posibles datos que podamos deducir del celtismo del topónimo deban quedar, por el momento, en un plano hipotético, aunque otros muchos nombres de lugar parecen indicar que Oseja fue celtízada.
Situada esta localidad dentro del Parque Nacional de Picos de Europa fue definida por el Conde de Saint-Saud como «una vasta cubeta circular con un cono rocoso majestuosamente colocado en su centro. Es la Pica Ten». Además de esta montaña de forma piramidal, un circo de cumbres rodean Oseja: Pozúa (1923 m), Pico Jario (1908 m) o Niajo (1739 m), desde cuyas cimas, majadas, laderas, bosques, senderos o praderías el visitante puede contemplar las vistas más espectaculares de este valle de alta montaña que ha sido calificado por algunos como «la Suiza cantábrica».
La inexistencia de un desarrollo industrial en el siglo pasado permitió la conservación de una de las masas forestales de especies autóctonas más importantes y valiosas de España, que sirve de hábitat a una gran biodiversidad.
Santa Maria de Oseja fue en su origen una iglesia de fundación privada perteneciente a los condes de Flainez, en la que había un único clérigo que era al mismo tiempo el administrador de sus propiedades, que se extendían hasta Cuetos Negros y el Puerto de Panderruedas y que se ampl¡aron en el año 1005 con otras tierras que un clérigo llamado Veqito donó a dicha iglesia (y por extensión a su patrón, Sahagún localizadas en los términos de Vierdes, Pío, Ribota y en los parajes de Becenes y Beza. Nada hay en la documentación medieval, sino al contrario, que certifique la extendida (pero errónea) idea de que Santa Maria de Oseja hubiese sido un monasterio en la Alta Edad Media. Lo que Santa Maria de Oseja tuvo en dicha época fue un simple título monástico, bajo cuyo apelativo no se escondía ninguna realidad conventual. Este fenómeno fue muy frecuente en el periodo, tanto que el propio San Fructuoso ya había hablado en su Regla de estos «falsos monasterios» altomedievales.
A fines de la décima centuria y a lo largo del siglo Xl la documentación de Sahagún nos habla de la iglesia de Santa María situada en el mismo lugar en el que hoy se levanta la soberbia fábrica actual de la parroquia de Nuestra Señora de la Asunción, construida en el siglo XIX; de la fuente que existía bajo ella y que hoy lleva el nombre de La Fuentona; de la ería cercada que se encontraba junto a la iglesia y que hoy es el lugar de La Cortina; y, en suma, del caserío que debía existir entonces en sus proximidades y que constituía el actual barrio de Caldevilla, llamado así por ser la «cabeza de la vílla».
A partir del siglo XII, como consecuencia del aumento demográfico que acusa el norte peninsular, debieron originarse los barrios de El Coto, Las Cortes, La Llana, Quintana y La Pandiella, algunos de ellos documentados en el año 1304. Nombres como La Llana o La Pandíella hacen referencia a rasgos topográficos; Quintana es el elemento básico del poblamiento asturiano; El Coto y Las Cortes nos están hablando de lugares reservados para el encierro del ganado; y en el lugar conocido como Palacio debió haber existido algún edificio de fábrica antigua del que no tenemos noticia. Así mismo, en esta época se aumenta el espacio cultivable en las praderías de Berrunde, sobre todo para árboles frutales.
La Edad Moderna dejó en Oseja varios edificios de notable factura. Hacia comienzos del siglo XVI se construyó la ermita de San Roque, posiblemente tras alguna de las muchas epidemias del periodo Se edificó, como era habitual en estos casos, en un emplazamiento estratégico a las afueras del pueblo y a la orilla de un camino (la calzada romana o Senda del Arcediano). La función de estas ermitas durante el Antiguo Régimen era la de auxiliar a las parroquias en tiempos de necesidad, a la vez que facilitaban la asistencia espiritual de los grupos marginados de la sociedad.
La ermita de San Roque fue reconstruida en 1703 a costa de los vecinos de Oseja. Como marcaban las pautas del momento, para favorecer su mantenimiento económico era frecuente que se estableciesen en ellas capellanías.
Un caserón, hoy en ruinas pero que hasta hace poco poseía un magnífico arco de considerables dimensiones, es el que se conoce desde antiguo en Oseja como la Casa del Conde, situado en el barrio de Las Cortes. Esta casa quizá perteneció a la familia de- D. Pedro Díaz de Oseja, arcediano de Villaviciosa en la Iglesia de Oviedo, al que una fuente no atestiguada le supone «conde palatino» (cargo burocrático del palacio Vaticano). Justamente al lado de dicho caserón aún se observan unos arcos que la tradición asigna a la casa que dicho arcediano hizo construir para albergue de la escuela elemental por él fundada, según sus propias palabras «junto a la casa vieja en que yo nací». De la misma época o algo posterior es la Casa Rectoral, con características constructivas similares, así como algunas viviendas particulares de los alrededores.
Frente a la iglesia y en el centro mismo del barrio de Caldevilla se levanta la Casa solariega de los Piñán: un caserón de dos pisos y planta rectangular con dos ventanas abocinadas en el piso bajo, con sus cuadras, su huerta trasera y su amplia corralada para las caballerías a la que se accede por un gran arco de medio punto, junto al cual existe una hornacina para la colocación de algún santo protector, y en cuyo interior todavía resiste en pie la vieja panera documentada en el año 1794, hoy en una ubicación distinta.
Los restantes edificios que Oseja conserva datan todos de los siglos XIX y XX, como la ya mencionada iglesia parroquial de Nuestra Señora de la Asunción: un magnífico y monumental edificio (con mucho el más sobresaliente del concejo) levantado sobre la antigua iglesia de Santa María y construido en 1855 a costa del ilustre sajambriego D. Ignacio Díaz-Caneja y Sosa, obispo de Oviedo. La iglesia es de estilo neorrománico y planta de cruz latina, en una de cuyas capillas reposan los restos de D. Ignacio y de su hermano D. Joaquín Díaz-Caneja, ministro de Gracia y Justicia durante el gobierno de Istúriz.
Por último, el actual edificio que alberga las dependencias del Ayuntamiento y que sustituyó en esta función a La Torre, situada en un emplazamiento distinto y hoy desaparecida, fue costeado en parte por suscripción popular y en parte por el prócer sajambriego D. Félix de Martino en 1909. En la misma época se construye el edificio de la Escuela, situado en el camino que conduce al barrio de La Pandiella. La emigración a América también dejó en Oseja, como en tantos otros lugares, algunas casas de indianos que contribuyen a embellecer la ya de por sí hermosa fisonomía de este pueblo leonés.
La Casa del Conde
Un caserón, hoy en ruinas pero que hasta hace poco poseía un magnífico arco de considerables dimensiones, es el que se conoce desde antiguo en Oseja como la Casa del Conde, situado en el barrio de Las Cortes.
Esta casa quizá perteneció a la familia de- D. Pedro Díaz de Oseja, arcediano de Villaviciosa en la Iglesia de Oviedo, al que una fuente no atestiguada le supone «conde palatino» (cargo burocrático del palacio Vaticano). Justamente al lado de dicho caserón aún se observan unos arcos que la tradición asigna a la casa que dicho arcediano hizo construir para albergue de la escuela elemental por él fundada, según sus propias palabras «junto a la casa vieja en que yo nací». De la misma época o algo posterior es la Casa Rectoral, con características constructivas similares, así como algunas viviendas particulares de los alrededores
El Valle de Sajambre
El Valle de Sajambre, concejo leonés cuyo excepcional enclave al norte de la Cordillera Cantábrica le confiere peculiares características, constituye él solo la entera cuenca inicial del Río Sella. Su orografía evoca la forma de un gigantesco cuenco de formas irregulares, en cuyas laderas destacan numerosos surcos y arrugas que, desde lo alto, confluyen hacia el interior, abocando a lo más profundo del cuenco, por donde discurren las aguas del naciente Río Sella.
En el Valle de Sajambre, y de forma genérica, cabe distinguir tres distintos y bien diferenciados niveles paisajísticos. Un primer nivel, alto, de irregulares cumbres rocosas; un segundo y muy amplio nivel medio, de bosque, con algunas manchas dispersas de verde pasto y que, en su conjunto, cubre la mayor extensión del territorio sajambriego; y un tercer nivel, bajo, de praderías de siega, con arbolado disperso, donde se asientan los cinco pueblos del concejo, y por donde discurre el cauce del Rio Sella, que marca el eje primordial del desnivel d& valle, con sus tres afluentes principales: por su margen izquierda el Río Zalambral, y por su margen derecha los más cortos nos de Verrunde y Agüera.
El Río Sella, buscando su desagüe hacia el mar, abrió una profunda hendidura en las montañas del norte del Valle de Sajambre, tallando así el espectacular desfiladero de Los Beyos, atormentado y violento escenario orográfico que contrasta con la suavidad y placidez del valle en que nacen sus aguas.
El concejo de Sajambre completa su territorio con la boscosa ladera de la margen izquierda del Río Dobra correspondiente a las declives orientales del Pico Jano, ya fuera del propio valle natural de Sajambre. La peculiaridad de Sajambre como concejo leonés, estando situado al norte de la Cordillera Cantábrica, habrá que buscarla en la tradicional dificultad de comunicación de los pueblos sajambriegos con sus vecinos del norte, también ribereños del Sella como ellos.
- Fuente y más info: http://www.aytoosejadesajambre.es