Convocada bajo el lema «Sin infraestructuras nuestros pueblos se quedan sin futuro, que nadie diga que fuimos cómplices de su desaparición» la «quedada» en defensa del tren de la FEVE ha sido organizada por Comunidad Leonesa (Coordinadora de Organizaciones, Asociaciones y Colectivos) y “La Parva” (Plataforma de Tradiciones y Cultura Llïonesa),
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A las 09,45 salía de la estación leonesa de La Asunción-Universidad el tren que llevaba a los participantes de esta quedada a Cistierna. Un tren que debido a la alta demanda de hoy domingo llevaba una doble composición de dos unidades y además revisor, al menos hasta La Vecilla.
Dos reflexiones antes de arrancar. La primera que a estas alturas de la película FEVE-RENFE no sabe cómo se denomina esta Comunidad Autónoma. La primera, en la frente, «Castilla-León». Cuándo se enterarán de que es Castilla Y León. La segunda, destacar la ausencia de políticos, cargos electos, concejales, sindicatos y demás colectivos.
Y para dar una imagen de abandono el tren que nos llevaba a nuestro destino estaba totalmente grafiteado por esos nuevos vándalos del spray cuya impunidad debería sonrojar a políticos y jueces. Sin embargo el tren estaba por dentro tremendamente limpio y cuidado.
Un viaje que evocaba épocas pasadas, que traían recuerdos de mi niñez en aquel tren-botijo. Un tren que nadie quiere cerrar, pero que nadie hace nada por salvarlo. Un tren que es la verdadera columna vertebral de la ribera del Torío.
Echaba de menos el tradicional traqueteo del tren, ese «chacachá del tren, qué gusto da viajar cuando se viaja en express» que dice la canción que vino a mi mente en ese momento. Hacía tiempo que no montaba en este tren, lo reconozco, la última vez fue para ir a Manzaneda de Torío a la romería de las Manzanedas, que por cierto fue gratis puesto que no había revisor.
Viajar en el tren de la FEVE, además de una necesidad para los habitantes de las zonas por las que pasa, sería un gran motor turístico si se promocionara adecuadamente. A Alicia. mi compañera de asiento. le comentaba que uno de los mejores viajes de mi vida fue el que hice en este tren en una versión cutre del transcantábrico: León-Bilbao-Santander-Oviedo en el año 2009.
Aquel viaje, al igual que el de este domingo, son recuperar el gusto por viajar y disfrutar el placer del viaje en sí mismo, de los impresionantes paisajes de la Ribera del Torío para luego adentrarnos en la montaña leonesa.
Dos horas para hacer León-Cistierna, sí amigo lector, dos horas para recorrer los casi 70 kilómetros que separan la capital de este viejo Reino con Cistierna ubicada a los pies del macizo de Peñacorada y bañada por las aguas del Esla. Esto es el «fAVE», la baja velocidad española.
Empezamos a cruzar pueblos en lo que es un compendio de geografía leonesa. Primero el alfoz de León, Villa Romana (cuya Quinta Romana ni se sabe el tiempo que lleva cerrada), luego Villaquilambre, Villasinta, para llegar a la primera estación «grande», San Feliz de Torío, lugar en donde se encuentran los cocherones de los trenes de lujo de FEVE.
Seguimos viaje, ahora Palazuelo, Garrafe, Manzaneda, Matueca y Pedrún en cuyas instalaciones se ha instalado un dinámico albergue rural «La Xana del Torío» un proyecto y espacio múltiple abierto al público y a todo tipo de iniciativas y propuestas: taberna musical, buena comida casera, sala de conciertos y que próximamente contará con un aula de la naturaleza, huerta permaculturada y granja escuela con animales rescatados de explotaciones ganaderas.
Seguimos. El tren ya enfila Pardavé, Naredo para llegar a Matallana, primer lugar donde se baja y sube gente. Continuamos hacia La Vecilla pasando por Robles de Torío, La Valcueva, Aviados, (cuyo castillo fue mandado derruir por Carlos I por haber apoyado sus moradores a los Comuneros y hoy origen de diversas rutas de senderismo) y Campohermoso.
En la Vecilla nos cruzamos con el tren de regreso a León. Me hubiera gustado haberme bajado a visitar el museo del gallo inaugurado en el 2014 y que se ha convertido en un referente entre los aficionados a la pesca.
Nuestro viaje continúa. Llevamos ya una hora de viaje, pero se me está haciendo muy corto. Pasamos por Valdepiélago, Otero, La Mata y Barrio. En estas estaciones más de lo mismo. Ni sube ni baja gente, a pesar de que ahora el viaje es gratuito por haber dejado al revisor en La Vecilla.
Sorprende que en las estaciones más grandes del recorrido esté el jefe de estación con su tradicional gorra roja y su banderín dando la salida al tren, convirtiendo esta acción en todo un ceremonial.
Llegamos a Boñar, la Villa más guapa que dice su dicho, la de los maragatos en la torre y el negrillón hoy convertido en una moderna escultura.
Aquí sí baja gente. Breve parada y nos adentramos en la montaña oriental leonesa camino de Cistierna pasando por La Losilla, la Devesa, los Barrios, la Ercina (en donde se encuentra un coqueto albergue municipal que oferta numerosas actividades de multiaventura) y Yugueros.
Aunque parezca mentira nuestro tren llega con una puntualidad suiza. Fin de nuestro viaje. El tren sigue prácticamente vacío hasta Guardo.
Ahora tenemos un par de horas para disfrutar de esta localidad que celebraba este domingo la VII edición de la Perimetral de Peñacorada, una carrera BTT con dos recorridos, de 50 y 30 km. aproximadamente.
En Cistierna se encuentra el Museo del Ferroviario ubicado en el antiguo economato del Ferrocarril de La Robla-Bilbao.
El edificio alberga en una primera sala un amplio conjunto de objetos que acompañaban la vida de los trabajadores del ferrocarril, desde el montaje de las vías del tren a la Oficina del Jefe de Estación.
En otra sala, de audiovisuales, se presenta una muestra de fotografías que ya son historia del ferrocarril y una proyección que resume los más de 100 años de vida del Ferrocarril Hullero.
Tras el tapeo por Cistierna a las 13,27 aparece nuestro tren procedente de Guardo, cuyo castillo, según cuenta la tradición fue demolido para generar piedras para las vías de este tren de vía estrecha, pero esa es ya otra historia.
Subimos al tren y deshacemos nuestro camino para regresar a León a donde llegamos de nuevo con una extremada puntualidad a las 15,19.
Texto y fotografías: Martínezld