En la tarde de este pasado sábado 18 de junio la comitiva partía de la plaza de Santa Marina rumbo al claustro de San Isidoro, para recrear un año más las Cortes Leonesas de 1.188 convocadas por el joven Rey Alfonso IX (VIII en la cronología de León).
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Como cada mes de junio, León acude un año más a su cita con su historia de la mano del profesor Hermenegildo López para recrear en el Claustro de la Real Basílica de San Isidoro su Curia Regia de 1.188, conocidas también como Cortes Leonesas.
Acostumbrados a «folcloradas» sin ningún tipo de rigor histórico y con puestas en escenas mas propias del Carnaval que de una recreación histórica, sorprende la forma rigurosa y magistral que año tras año el profesor Hermenegildo López, alma de esta representación, con la colaboración de un grupo de amantes de la historia leonesa, en su mayoría gentes del leonés Barrio de Santa Marina, y amantes de las tradiciones y la historia, pero simples aficionados en esto del arte dramático nos lleva a la ensoñación de aquel León de 1.188 en la que un chaval de apenas de 17 años – el Rey Alfonso IX- marcó un hito en la historia del mundo.
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Pocos saben que tras estas Cortes de 1.188 consideradas la primeras cortes democráticas del mundo, las segundas también acaecieron en este Reino en 1.202 en la localidad de Benavente, con mayor representación de villas y ciudades que en las primeras. Y que León, de nuevo, albergó las terceras, en 1208, a las que habría que añadir que, en Benavente, se reunirían nuevas Cortes en 1228, cuando ya los demás reinos habían tomado buena nota de los hechos, ante las demandas de sus ciudades.
De estas primeras Cortes salieron derechos tan importantes como la inviolabilidad del domicilio, del correo, la necesidad del rey de convocar Cortes para hacer la guerra o declarar la paz, además de garantizar numerosos derechos individuales y colectivos. Y en las de Benavente de 1.202 es donde se fijaría, por primera vez, lo que hoy denominamos Presupuestos Generales del Estado.
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La teatralización de esta Curia Regia de 1.188 fue precedida de un desfile que partía a las 20,00 horas de la Plaza de Santa Marina para continuar hasta Plaza de Regla, donde se realizó una breve presentación del acto, para concluir en la Plaza de Santo Martino, como novedad este año, con un homenaje a la figura de Alfonso IX, frente a la estatua situada en el centro de dicha plaza y en dónde se depositó una corona de laurel.
Posteriormente la comitiva accedió al claustro de San Isidoro y para dar comienzo la representación, con una duración aproximada de 1 hora y con un aforo completo.
Comenzaba el acto recordando el narrador «que hace 835 en estos mismos lugares, se produjo un acontecimiento que, a día de hoy, y después de no pocas dificultades, nos ha sido reconocido y nos convierte, de facto, en la Cuna del Parlamentarismo».
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El 18 de junio del año 2013 en la lejana Corea, la UNESCO sancionó que la Carta Magna leonesa, los Decreta de nuestro Alfonso con motivo de las Cortes habidas en 1188, eran el testimonio más antiguo del parlamentarismo y que debían entrar, de pleno derecho, en el exclusivo club de los documentos que forman parte de la Memoria del Mundo».
Poco a poco el narrador, un año más, iba cautivando a los espectadores, «Había una vez, en un reino muy cercano, muy cercano, un joven príncipe llamado Alfonso… pero, ¿qué estoy diciendo?, probablemente debería comenzar de otro modo esta narración no vaya a ser que también ustedes, como ocurre con algunos, lo terminen interpretando como un cuento.
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Aunque, a decir verdad, tiene todos los ingredientes clásicos para serlo. Un breve resumen de la trama: un príncipe huérfano y aparentemente desvalido, madrastra que le odia y que anhela el puesto de ese príncipe para su propio hijo, intrigas varias en las que interviene hasta el Papa de Roma, nobleza levantisca que pretende aprovechar la ocasión para seguir aumentando en poder y en riqueza, etc.
Toda la colección, como pueden comprobar. La única diferencia es que, además de ser realidad, esta historia, por lo constatado posteriormente, no tuvo un final feliz… Pero eso, si viene al caso, se lo contaremos otro día. ¡En León tenemos tanta historia!; mas a nadie le ha parecido nunca de interés ni representarla ni publicitarla ni exhibirla fuera de nuestro pequeño entorno, temerosos quizá, de que, de nuevo, nos insulten o nos desprecien por ello. ¿Será nuestro sino? Algunos, con menos galones, parecen tener más prerrogativas».
Y continuaba a un público ya totalmente entregado «Sin embargo, no podemos dejar de decirles que, bien a pesar de todo, como un cuento o una simple fábula han querido ver nuestra historia y nuestras realizaciones algunos que siguen deseando ardientemente que lo que ocurrió no hubiera ocurrido.
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Por eso, estos hechos y lo que los mismos representaron han venido siendo negados y hasta despreciando a los que tenían la osadía de recordarlos. Para ello se han utilizado toda clase de argucias, enredos y patrañas; así, sumando esfuerzos de los unos y de los otros, lo que hoy tratamos de relatar a ustedes parecía haber sido definitivamente enterrado en el baúl de las leyendas, oculto por el polvo de la incuria y cerrado con siete llaves perdidas, como las de la canción, en el fondo del mar. ¡Y todos tan contentos!»
Y acabada la introducción «Algunos, como se puede fácilmente deducir, atacados por un más que evidente complejo de Edipo, han preferido, como en el conocido apólogo indio, verse tuertos a cambio de disfrutar de la ceguera del vecino.
Mala cosa, puesto que los logros del Reino de León deberían también ser exhibidos, como tintes de gloria, por todo el país y, si me apuran un poco, y traspasando fronteras, hasta por Europa misma, siempre al encuentro de unas raíces que unan a sus pueblos, tantas veces enfrentados por incontables y cruentas guerras.
Pero vayamos ya a los hechos y pónganse en situación. Allá por el año 1188, como hemos señalado, en estas tierras del Reino de León, en esta misma ciudad que ahora nos acoge y casi en estos mismos lugares, ocurrió un hecho que cambiaría para siempre la historia del mundo».
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En ese momento el joven rey Alfonso entra en el claustro isidoriano para subir al escenario junto con los más próximos: encabeza el Armiger que porta el estandarte real, sigue el Escribano y los dos Maceros. Al final el rey. Delante del trono estén colocados el escudo y la espada del rey.
Para centrarnos en los antecedentes que rodean esta Curia Regia, de nuevo el narrador pone al público en antecedentes «Alfonso, el nuevo rey, próximo a cumplir los 17 años, acaba de enterrar a su padre Fernando II en Santiago de Compostela. Su madrastra, Urraca López de Haro, hermana del Señor de Vizcaya que le presta su apoyo, pretende apartar al príncipe del trono que le corresponde por herencia, para poner en su lugar a su hijo, el príncipe Sancho. Ya anteriormente había intentado envenenarlo y, según D. Lucas de Tuy, canónigo que fue de esta Colegiata, el infante fue curado milagrosamente por San Isidoro con el agua que había brotado ante el altar de esta basílica llena de magia y de misterios.
Pues bien, la fortuna y la habilidad de los consejeros de Alfonso juegan a su favor y así, en abril de dicho año 1188, convoca, en estos sagrados lugares, sede del Palacio Real, una Curia, a imagen de lo que ya había hecho su padre Fernando II, con los Grandes del Reino y los representantes más preclaros de la Iglesia.
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Pero en esta ocasión hay una gran diferencia con las anteriores, puesto que aquí, por vez primera en la historia de Europa, (que, a todos los efectos, es tanto como decir en la historia del mundo) los “cives electi”, los hombres buenos, los ciudadanos elegidos en las ciudades y villas más importantes de su reino tendrán posibilidad de debatir ante el rey, de exponer sus quejas y de buscar soluciones a sus problemas. Son los albores de la democracia parlamentaria. Escuchen, escuchen…».
Dicho esto habló el Rey » Nobles y grandes señores de mi Reino, ilustres prelados representantes de las diócesis del mismo y señores abades de los más importantes monasterios que en él tienen su acomodo. Mucho os agradezco la fidelidad que supone vuestra presencia aquí y el apoyo que con ella brindáis a la legitimidad de esta casa real leonesa que encarno, tras la desgraciada muerte de mi padre, el rey Fernando, hijo del gran Alfonso, el Emperador de toda Hispania que Dios guarde. La trayectoria de mi padre y sus esforzados hechos en la Reconquista y en la defensa del reino, le han merecido el apelativo de El Noble, justo a todas luces.
Bien sabéis, sin embargo, también, de las dificultades por las que atravesamos y, por ello, siguiendo las costumbres de mis antepasados, os he convocado en Curia Plena. Necesitamos tomar decisiones de la mayor gravedad y con toda urgencia.
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La guerra nos amenaza, no solo por el Sur contra nuestros eternos enemigos, los infieles, sino por el Este, con mi primo Alfonso, el castellano, que intenta invadir nuestras tierras y hasta por el Oeste, por donde avanzan las tropas de Portugal, desgajado, ha poco, de este nuestro reino. Pero es más doloroso aún que en el interior de nuestras propias fronteras se estén produciendo disensiones a favor de mi madrastra y de mi hermano, el bastardo príncipe Sancho. Las necesidades son muchas, las urgencias todas. Nuestras decisiones no pueden esperar más, puesto que tenemos que actuar frente a todas estas circunstancias y tantos y tan poderosos enemigos».
Y el rey escuchó los alegatos en uno y otro sentido en relación con permitir el acceso de los representantes del pueblo a estas Cortes. Por aquí desfilaron los representantes de las ciudades del Reino: León/Llión, Astorga, Ciudad Rodrigo, Zamora/Çamora, Salamanca, Benavente, Toro, Ledesma y Oviedo/Uvieu, pero también los Obispos de Zamora y León o el Abad de San Miguel de Escalada.
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La nota de color y exótica la pusieron, como ya es costumbre en esta recreación, las danzas del Estudio de Danza Camino López que deleitaron al público con sus pañuelos muticoloristas y luces leds.
Un año más los leoneses que acudieron a presenciar esta recreación cerraron los ojos a la realidad que les rodeaba y se dejaron llevar a ese año de 1.188 en dónde el Reino de León era el Reino mas potente de la Hispania Medieval. Un reino que durante más de 300 años tuvo sus propios Jefes de Estado, su propia lengua, nombró embajadores, acuñaba moneda y legislaba; un gran reino muy avanzado para su época.
Y esa pasión por el Reino de León, Hermenegildo López, autor de la recreación, la traslada de forma sublime y magistral a los espectadores.
Un año más esos espectadores pudieron disfrutar con el magnífico coro del Císter de Sandoval, que puso la solemnidad al acto sobre todo cuando, de forma magistral, interpretó el «Te Deum laudamus». ¡Qué joya musical tan desconocida es este coro!.
Esta teatralización ha estado organizada por la Asociación el Trovador Leonés, M.I.R. e Imperial Cofradía del Milagroso Pendón de San Isidoro, la Coral Gregoriana del Císter, Museo de San Isidoro y el Estudio de Danza Camino López con el patrocinio del Ayuntamiento de León.
Y por cierto, la simbología leonesa estuvo presente en la teatralización,, simbología que al parecer debe producir sarpullidos en algunos organizadores de otras recreaciones y por eso llenan los mercados medievales de nuestro Reino con flores de lis, jarrones, ciervos, osos, osos amorosos y toda clase de fauna menos el león rampante o pasante, el símbolo real mas antiguo de Europa.