No estamos en la Verona del siglo XVI, estamos en el Vil.lablinu (Tsaciana) del siglo XXI. No son Romeo y Julieta. Son Rodrigo y Julieta, dos de nuestros redactores que el pasado sábado 29 de agosto y después de 9 años de noviazgo decidieron unir sus vidas en un proyecto común.
Una bella historia de amor allá en los confines occidentales del Reino de León. Fue una boda atípica, con una novia que se casaba de verde y un novio sin corbata, pero fue, y así nos lo demostraron, una boda de sentimientos, de puro sentimiento. La emoción de los contrayentes estuvo a flor de piel durante toda la ceremonia.
Cuando nos dijeron que se casaban en el Albergue de Villablino nos dejaron flipados. Y junto al albergue el lugar elegido para dar el Sí QUIERO no pudo ser más emblemático: el jardín de la Fundación Sierra Pambley de Villabino, impregnado por el espíritu de la Institución Libre de Enseñanza puesto que la novia se dedica a la docencia.
Rodri, nuestro Rodri, se nos ha hecho mayor. Aun lo recordamos con esa típica coleta de estudiante «progre» y ese aire bohemio liderando los grupos a Italia de los viajes de estudiantes de Enróllate. Ahora de la mano de Julieta les toca liderar su propia familia.
Tras la ceremonia, la fiesta, y ¡vaya fiesta!. Fue un derroche de imaginación, en donde no faltó ni la tradicional selfie de los miembros de Enredando con los recién casados. La elección del lugar no pudo ser más acertada. El Albergue de Villabino es, simplemente magnífico y la comida excepcional hasta tal punto que el cocinero y su equipo salieron a saludar a los comensales ante la petición de los mismos para agradecer el impresionante menú que habían elaborado.
Espicha (puesto que estábamos en el día de la sidra natural), degustación de quesos, embutidos lacianiegos o bollos preñaos fueron parte del delicioso ágape con el que obsequiaron a todos sus invitados.
Para terminar el evento con una espectacular cena con lechazo churro como homenaje a los orígenes castellanos del novio, ya que el recordatorio de los orígenes argentinos de Julieta fue una tradición argentina en la que las chicas solteras deben sacar una cinta de la tarta nupcial antes de que los novios la corten. La chica que saque la cinta con un aro será la próxima en casarse y la que saque un clavo romperá con su pareja.
En definitiva una cena llena de animación y sorpresas lo que la ha convertido en una de las bodas más divertidas a las que hemos asistido, con unos invitados totalmente entregados. Y por si fuera poco un regalo personalizado de recuerdo para cada invitado que fue simplemente digno de un máster en organización de eventos.
Y a falta de la exclusiva del «Hola» está la de Enredando.