Del origen celtíbero de la ciudad de Toro y su relación con el pueblo vacceo que dominó estas tierras data uno de los principales símbolos de la ciudad, el denominado «verraco», un toro de granito hallado en la ciudad y que, probablemente, sea el origen del actual nombre de la ciudad.
Esta escultura pertenece al grupo de los denominadas “Verracos”, típicos monumentos cuyo origen hay que buscarlo en la etapa final de la Edad de Bronce y principios de la Edad de Hierro.
Con la reconquista de la ciudad por Alfonso III la primera figura que vieron fue el Toro de granito lo que dio nombre a la villa.
La escultura tiene unas medidas de 250 x 95 x 66 cm. Es de granito, y de su análisis se ha deducido que dicho granito procede de la zona de Ávila.
Tiene rotas las patas y el hocico y se encuentra situado a la entrada de la ciudad, junto a la Puerta de Santa Catalina en una rotonda de la carretera nacional 122.