Versión clásica

El Museo de León presenta la «Quema de libros de San Gregorio» como pieza del mes

El territorio del antiguo Reino de León hace su entrada en la modernidad artística de la mano de una serie de creadores de origen europeo entre los que destaca Juan de Juni como uno de los más reputados.

museo de león

De procedencia francesa, este autor sobresale por un excepcional conocimiento técnico de la obra, de clara influencia renacentista, aunque aún no se haya llegado a un acuerdo sobre si Juni se formó en territorio italiano, como muchos de sus contemporáneos o recibió estas influencias de manera indirecta a través del estudio de manuscritos y grabados. Aunque en su producción artística las obras en madera son las más abundantes, sus trabajos en terracota y piedra le confieren la categoría de maestro como él mismo defendió a ultranza durante el famoso pleito de La Antigua cuando se le calificó de artista mediocre.

La pieza que nos ocupa, la famosa Quema de Libros de San Gregorio Magno, también titulada como el Juicio contra un monje hereje, es una de las producciones más relevantes del artista. Se trata de un relieve sobre tablero de nogal hoy sin policromar, aunque en un momento dado se cubría de una capa de tono blanco, verde pálido y reflejos dorados que fue removida en una restauración antigua para devolver la obra a su estado original.

A nivel técnico, se cree ver la influencia de Donatello en la certera perspectiva central que engloba a los doce personajes de la obra, caracterizados en una gran variedad de actitudes. Podemos observar a un suplicante diácono Pedro (aunque no presenta la dalmática que lo identifica con este cargo sino una simple túnica monacal) quien, a punto de expirar, defiende la legitimidad de la obra de san Gregorio inspirada por el Espíritu Santo; expresión que contrasta claramente con la severidad del fiscal que, desde la tribuna, ordena que se arrojen las obras heréticas al fuego purificador.

El único personaje que permanece sereno es el presidente del tribunal que asiste perplejo a la vorágine de destrucción de las obras del Santo, consideradas impías, en las llamas de este expurgo. Otra de las interpretaciones que se ha querido observar en la obra, por ser temática común en la época, es la un juicio de rabinos judíos. Las máximas instituciones semíticas serían los personajes que aparecen a la izquierda de la composición (estudios recientes han querido ver en los sombreros de muchos de los personajes elementos arquetípicos de la vestimenta de este grupo étnico en la España del siglo XVI) quienes juzgan al monje Pedro situado en la tribuna acompañado por un monje de su misma congregación.

La colocación de esta figura no es fruto del capricho del escultor sino un recurso utilizado en muchas escenas de este tipo, como en el Juicio de Santo Domingo con los albigenses.

En todo caso, esta infrecuente temática se ha querido relacionar con este periodo de máxima actividad por parte de la Inquisición, encargada de erradicar cualquier germen de Luteranismo y Erasmismo dentro de las fronteras del Imperio, siendo la censura y quema de obras foráneas una de sus principales medidas.

Aunque de dudosa procedencia, se acepta que la obra estuvo ubicada en el antiguo convento de San Marcos formando parte del mobiliario litúrgico, bien como banco de un retablo, como panel de la sillería del coro en la que el autor intervino o como parte de un facistol o gran atril libresco.

La pieza del mes constituye una oportunidad para conocer más detenidamente alguno de los bienes expuestos en el Museo, mediante una explicación detallada durante las visitas guiadas, que se desarrollan gratuitamente de martes a domingo, a las 12’30 horas.

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