El buen estado de conservación del lienzo ha permitido incorporarlo de forma inmediata a las salas, donde ya puede ser contemplado por los visitantes. La obra, adquirida para las colecciones estatales por 1,5 millones de euros, es la primera del pintor que se compra para los fondos del museo desde su fundación en 1910. Son 20 las obras del pintor cretense con las que cuenta la pinacoteca
‘Crucifixión’ ya cuelga en el Museo del Greco. El Ministerio de Cultura y Deporte presentó el pasado 20 de diciembre la obra de Doménikos Theotokópoulos ‘El Greco’ que recientemente adquirió, ejerciendo derecho de tanteo, por 1,5 millones de euros. La calidad de la pintura y su probada autoría han supuesto una excelente oportunidad para incrementar las colecciones públicas con una obra de un autor tan destacado en la historia del arte.
Además, el buen estado de conservación del lienzo ha posibilitado su exposición e incorporación inmediata al recorrido del museo, donde ya puede ser contemplado por los visitantes.
La adscripción de la obra, la primera de El Greco que se adquiere para los fondos del museo desde su fundación en 1910, completa las etapas artísticas del pintor en la colección permanente. ‘Crucifixión’ viene a cubrir la carencia de obra de los años iniciales que hasta ahora existía en el discurso museográfico actual, que narra todas las etapas artísticas del pintor desde su Creta natal hasta su llegada a Toledo.
Este crucificado, fechado entre 1575 y 1577, funciona como bisagra entre las etapas italiana y toledana del pintor. Además, la posibilidad de exhibirlo junto a otra obra de la misma temática, ‘Cristo crucificado’ -depósito de Unicaja-, facilitará la compresión sobre la evolución del artista por parte del público.
‘Crucifixión’ es una obra de pequeño formato (67,5 x 42 cm) que representa el momento de la expiración de Cristo en la Cruz, tema que El Greco desarrolló en diferentes versiones de similares dimensiones entre 1573 y 1578. Esta es la obra más tardía y la culminación de las anteriores, datada entre los últimos años de la estancia del pintor en Roma y los primeros en Toledo. La figura de Cristo destaca por su potente anatomía y monumentalidad, inspirada en un dibujo de Miguel Ángel. Aparece aislada en un paisaje de horizonte, levemente abocetado el contorno de una ciudad y el característico fondo de nubes, seña de identidad del artista.
La obra cuenta, además, con una peculiaridad que le otorga un carácter único: una erudición añadida, probablemente, por encargo del cliente y que no aparece en el resto de crucificados. En la tabla de la cruz, en lugar de la habitual inscripción INRI, figura un texto de tres líneas invertidas. Leída de derecha a izquierda, según la tradición hebrea, repite el nombre Nazarenus en hebreo, griego y latín. Es una reproducción de una de las reliquias de la Crucifixión veneradas en la basílica de la Santa Croce in Gerusalemme (Roma). Leticia Ruiz, especialista en el artista, considera que El Greco debió de realizar la tela para “complacer a un cliente de notable erudición anticuaria, tal vez alguno de los amigos españoles que frecuentó en Roma”.
20 obras del pintor cretense
Con ‘Crucifixión’, el Museo del Greco suma un total de 20 obras originales de El Greco. Destacan, entre otras, el ‘Apostolado’, formado por trece cuadros; ‘Vista y plano de Toledo’; o los retratos de los hermanos Antonio y Diego de Covarrubias; así como ‘San Bernardino’, un depósito del Museo Nacional del Prado. La colección también posee otras tres obras consideradas como atribuciones o taller de El Greco. Asimismo, se exponen pinturas de pintores como Sorolla, Madrazo, Luis Tristán o Martínez del Mazo; escultura, mobiliario y fotografía, entre otros bienes.
El Museo del Greco, que forma parte de la red de museos de titularidad estatal pertenecientes al Ministerio de Cultura y Deporte, es en la actualidad el único de España dedicado a la figura del pintor cretense. Tiene como propósito transmitir y hacer comprensible a la sociedad la figura de El Greco, así como la influencia de su obra y personalidad en la Toledo de comienzos del siglo XVII. En su discurso incluye una muestra del pasado del museo mediante la figura de Benigno de la Vega-Inclán y Flaquer, II marqués de la Vega-Inclán (1858-1942), mecenas, promotor de la institución y protagonista de la recuperación y difusión de la pintura del artista.