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El Milagro de Empel o la gesta del Tercio Viejo de Zamora: «Tal parece que Dios es español al obrar tan grande milagro».

El 7 de diciembre de 1585, el Tercio del Maestre de Campo Francisco Arias de Bobadilla, compuesto por unos cinco mil hombres, combatía en la isla de Bommel, situada entre los ríos Mosa y Waal. Siempre, siempre la guerra con sus insaciables reclamaciones haciendo escribir con sangre gloriosas epopeyas y forjando la brillante historia de los Tercios y Regimientos zamoranos en mil porfiadas empresas de tierra y de mar.

El milagro de Empel

Cuadrodo el milagro de Empel, por Augusto Ferrer-Dalmau (2015).

La batalla de Empel, llamado en España como milagro de Empel, ocurrió los días 7 y 8 de diciembre de 1585 durante la guerra de los Ochenta Años, en la que un Tercio del ejército español, el Tercio Viejo de Zamora, comandado por el maestre de campo Francisco Arias de Bobadilla, se enfrentó y derrotó en condiciones muy adversas a una flota de cien barcos de los rebeldes de los Estados Generales de los Países Bajos, bajo mando del almirante Felipe de Hohenlohe-Neuenstein. En España la tradición católica ha considerado que la victoria fue gracias a la intercesión de la Inmaculada Concepción y por ello la Concepción fue proclamada patrona de los Tercios españoles, actual Infantería Española.

el milagro de empel

el milagro de empel

De acuerdo con las crónicas, el 7 de diciembre de 1585, el Tercio del Maestre de Campo Francisco Arias de Bobadilla, compuesto por unos cinco mil hombres, combatía en la isla de Bommel, situada entre los ríos Mosa y Waal, bloqueada por completo por la escuadra del almirante Filips van Hohenlohe-Neuenstein. La situación era desesperada para los Tercios españoles, pues, además del estrechamiento del cerco, había que sumarle la escasez de víveres y ropas secas.

El jefe enemigo propuso entonces una rendición honrosa pero la respuesta española fue clara: «Los infantes españoles prefieren la muerte a la deshonra. Ya hablaremos de capitulación después de muertos». Ante tal respuesta, Hohenlohe-Neuenstein recurrió a un método harto utilizado en ese conflicto: abrir los diques de los ríos para inundar el campamento enemigo. Pronto no quedó más tierra firme que el montecillo de Empel, donde se refugiaron los soldados del Tercio.

En ese crítico momento un soldado del Tercio cavando una trinchera tropezó con un objeto de madera allí enterrado. Era una tabla flamenca con la imagen de la Virgen María.

Anunciado el hallazgo, colocaron la imagen en un improvisado altar y el Maestre Bobadilla, considerando el hecho como señal de la protección divina, instó a sus soldados a luchar encomendándose a la Virgen Inmaculada: Este tesoro tan rico que descubrieron debajo de la tierra fue un divino nuncio del bien, que por intercesión de la Virgen María, esperaban en su bendito día.

Esa noche se desató un viento completamente inusual e intensamente frío que heló las aguas del río Mosa. Los españoles, marchando sobre el hielo, atacaron por sorpresa a la escuadra enemiga al amanecer del día 8 de diciembre y obtuvieron una victoria tan completa que el almirante Hohenlohe-Neuenstein llegó a decir: «Tal parece que Dios es español al obrar tan grande milagro».

Aquel mismo día, entre vítores y aclamaciones, la Inmaculada Concepción es proclamada patrona de los Tercios de Flandes e Italia.

Sin embargo, este patronazgo se consolidaría trescientos años después, luego de que la bula Ineffabilis Deus del 8 de diciembre de 1854 proclamase como dogma de fe católica la Concepción Inmaculada de la Virgen Santísima. El 12 de noviembre de 1892, a solicitud del Inspector del Arma de Infantería del Ejército de Tierra de España, por real orden de la Reina Regente doña María Cristina de Habsburgo, se «Declara Patrona del Arma de Infantería a Nuestra Señora la Purísima e Inmaculada Concepción».

 

El cuadro el Milagro de Empel

Este impresionante trabajo del pintor Augusto Ferrer-Dalmau, fue presentado por primera vez, el 15 de mayo de 2015, en la Academia de Infantería (Toledo). Con este cuadro el autor cierra la trilogía compuesta por los óleos “El Camino Español” y “Rocroi”.

El cuadro representa el momento en que los soldados españoles rompen el cerco holandés que les mantiene retenidos en la isla Bommel, entre los ríos Mosa y Waal, gracias al milagro obtenido por la intercesión de la Inmaculada Concepción, durante la Guerra de los Ochenta Años (1568-1648).

Cuenta la tradición que los Tercios del maestre de campo Francisco Arias de Bobadilla se encontraban en una situación desesperada: el jefe enemigo, el almirante Holak, ante la negativa de los infantes españoles a la rendición, mandó abrir los diques de los ríos para inundar el campamento español. Están empapados y sin víveres. El maestre da orden de cavar una trinchera y es así como la pala de un soldado topa con una tabla de madera. Se trata de una tabla flamenca que representa a la Inmaculada Concepción. Anunciado el hallazgo, colocan la imagen en un improvisado altar y el maestre Bobadilla, considerando el hecho como señal de la protección divina, insta a sus soldados a luchar encomendándose a la Virgen Inmaculada. Se cuenta que un viento completamente inusual e intensamente frío se desató aquella noche, helando las aguas del río Mosa. Los españoles, marchando sobre el hielo, atacaron por sorpresa a la escuadra enemiga al amanecer del 8 de diciembre de 1585 y obtuvieron una victoria tan completa que el almirante Holak llegó a decir: «Tal parece que Dios es español al obrar, para mí, tan grande milagro». Aquel mismo día, entre vítores y aclamaciones, la Inmaculada Concepción fue proclamada patrona de los Tercios españoles en Flandes e Italia.

 

Descárgate el libro el Tercio Viejo de Zamora

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