El Washington Post daba la noticia la mañana del viernes: “El imponente proyecto “El Cazador” de Álvaro Laiz se lleva el premio grande de Visura” (http://www.washingtonpost.com/news/in-sight/wp/2015/08/14/break-out-photo-agency- visura-announces-2015-grant-winners/).
Un jurado compuesto por miembros de The Washington Post, CNN, VICE, Enquire y la Agencia Noor, entre otros medios de prestigio internacional, han elegido el proyecto para el primer premio de la plataforma Visura, una innovadora red profesional que premia cada año a fotógrafos por “sus imágenes, su dedicación y su disposición para establecer cambios en la sociedad”.
El Cazador es un trabajo coproducido por la Fundación Cerezales Antonino y Cinia (FCAYC) desde 2014 que afronta el reto de descifrar algunas de las claves cotidianas que afectan
a la población y los cazadores que subsisten en el medio rural del Extremo Oriente ruso
y la relación que estos mantienen con el entorno, entre sí y, en especial, con el Tigre del Amur.
El premio, consistente en una beca de 2.000 dólares y la afiliación permanente a la plataforma online Visura, supone la oportunidad de continuar un proyecto en curso, cuya primera apertura al público fue el diario de viaje online www.fareasthunter.com ; y la segunda, la actual exposición de la Fundación (abierta hasta octubre) que se compone de piezas en vídeo, fotografía, un gabinete de objetos y el paisaje sonoro de José Bautista.
Visura es una alternativa moderna al modelo de las agencias, que ha creado una red online privada para que editores y fotógrafos de todo el mundo se relacionen y compartan sus trabajos profesionales, y que ofrece una serie de herramientas para mejorar el trabajo de ambos. Desde el año 2010 concede este premio para apoyar la profesionalización de los fotógrafos.
Sobre El Cazador
Durante los meses de septiembre, octubre y noviembre del 2014 Álvaro Laiz realizó un primer viaje al límite sudoriental ruso junto al mar del Japón, concretamente al Primorje, una región montañosa de grandes bosques, condicionada por la presencia del río Amur, en la que conviven las escasas comunidades indígenas con los restos de poblaciones mineras y madereras rusas supervivientes a la decadencia y desintegración que supuso la perestroika en la economía de esta zona. Esta primera incursión que comienza en Vladivostok y finaliza en Terney, le lleva recorrer poblaciones como Javarovsk, Sobolonye, Krasni Yar o Luchegorsk y a introducirse en un particular día a día marcado por las difíciles relaciones entre la taiga y sus habitantes udegei, rusos y chinos.
El viaje está marcado por las lecturas de Dersú Uzalá (1923), un libro autobiográfico en el que Vladimir Arséniev narra sus trabajos de investigación en los que exploró y cartografió una gran parte del Primorje y su propia experiencia en la taiga a principios del siglo XX; y de El tigre de John Vaillant que gira en torno a la muerte de un cazador por el ataque de un tigre, hecho real ocurrido en 1997 en este mismo contexto, consecuencia de los cambios radicales en las relaciones entre el hombre y la jungla boreal, 75 años después de los relatos de Arseniev; además de toda la información proporcionada por noticias más recientes localizadas en la prensa sobre la relación de los cazadores udegei y el Tigre del Amur, que han llevado a ambos a los límites de la extinción.
La subsistencia frente al equilibrio de los ecosistemas es uno de los ejes principales del trabajo de Álvaro Laiz y está presente, con mayor o menor dosis de protagonismo, en algunas de sus series anteriores como (Reina Chamán o Transmongolian). Alrededor de este eje, «El cazador» recoge un conjunto de documentos, objetos, fotografías, vídeos y sonidos que buscan crear un retrato colectivo en el que se encuentran representadas los rastros de personas, fauna, ecosistema y modos de trascender en la relación con la naturaleza de los udegei (término que significa «la gente» en los dialectos locales).
«El Cazador» se expresa en forma de viajes, trabajo de campo y un diario en línea (www.fareasthunter.com) en una primera fase. Posteriormente y ante la riqueza de temáticas y relaciones detectada sobre el terreno, Álvaro Laiz aborda, de nuevo con la colaboración de FCAYC, un segundo viaje en febrero de 2015 entre Jabarovks y Krasni Yar, llegando muy cerca de la frontera con China, para profundizar en la relación personal establecida con un grupo de cazadores udegei.
La presencia de cultos animistas basados en la observación y el diálogo con la naturaleza condensa, en sí misma, un modo de habitar y relacionarse con el mundo. “Según su idea, no sólo las personas, fieras, aves, peces e insectos poseen alma y sombra (jania). Las plantas, las piedras y, en general, todos los objetos inanimados también las tienen.” apunta Arseniev en su libro sobre las creencias de Dersú. Esta visión animista continúa incrustada en el imaginario de los pobladores indígenas hasta hoy pero, como queda patente en el relato de Vaillant, “la ruptura espiritual y social vino acompañada de cambios espectaculares en al medio ambiente. Un relato nanai recopilado hacia 1015 empieza así: ”Erase una vez, antes de que los rusos quemasen los bosques…” la llegada de nuevos habitantes hizo que todo cambiara.
La despoblación, la desestructuración del tejido social y la deforestación fruto de la acción humana colocan a los escasos habitantes de la taiga en la actualidad en el epicentro mismo del cuento udegei con el que se abre esta exposición. La multiplicidad de soportes y lenguajes (documentación, fotoperiodismo, videoarte, fotografía, web, exposición,…) trata de ofrecer a todos los interesados en el proyecto un conjunto de herramientas diverso, organizado y al servicio de la complejidad del relato, en ningún caso unidireccional.
Fechas:
- Del 19 de julio al 11 de octubre del 2015
- De martes a domingo, de 12 a 14 y de 18 a 21 (Entrada gratuita)