En la plaza dónde se ubica, prácticamente cerrada, domina por completo el blanco de la cal impregnada en sus lisas paredes.
.
La popular plaza de Capuchinos sobrecoge por la sobriedad de su diseño. Las austeras paredes inmaculadas se ven interrumpidas por las portadas en piedra del convento Santo Ángel.
En el centro de la plazoleta se levanta una de las imágenes más singulares de Córdoba: El Cristo de los Faroles. La blancura de los muros que lo rodean sobresalta el efecto dramático de este crucificado barroco. Los faroles de hierro que lo acompañan han configurado el nombre de la escultura. Este famoso Cristo de los Faroles es obra del cantero Juan Navarro, y cuya verdadera advocación es la de “Cristo de los Desagravios y Misericordias“, como reza una lápida empotrada en uno de los muros del convento
Dos accesos posee la Plaza de Capuchinos, a este y oeste, desde la Cuesta del Bailío o desde la Plaza de las Doblas. Si nos adentramos en ella por La Cuesta del Bailío nuestra vista se dirigirá al imponente Cristo de los Faroles que preside la plaza, en cambio, si lo hacemos desde la vecina Plaza las Doblas, la blanca fachada del la Iglesia del Convento de los Capuchinos dominará por completo la perspectiva.