Zamora es cercada y, a lo largo de 7 meses, Urraca, la hermana mayor, junto con Arias Gonzalo, mantiene la defensa de “la perla del reino”. Allá en tierra leonesa un rincón se me olvidaba, Zamora tiene por nombre, Zamora la bien cercada, de un lado la cerca el Duero, del otro peña tajada.
Estamos ante uno de los acontecimientos más controvertidos de la Edad Media, recurrente en los romances de la época (con mejor o peor fortuna) y, sin duda, el que supuso un antes y un después en la historia del Reino de León. ¿Qué habría ocurrido si Sancho no hubiera muerto en el sitio de Zamora y Alfonso no hubiera regresado, como nuevo rey, desde Toledo?
Las circunstancias son bien conocidas, por lo que no merece la pena recordarlas en sus pormenores: testamento de Fernando I (fallece e l27 de diciembre de 1065) y la división de los diferentes reinos entre sus hijos e hijas.
Sancho, el primogénito que es relegado a la condición de rey de Castilla, un territorio que estrena esta denominación y, por el contrario, Alfonso, el segundogénito que pasa a gobernar el regnum/Imperium legionense…
Sancho, más impulsivo, pero, seguramente menos preparado para gobernar, se siente preterido… (Sigue un breve resumen de un poema de autor publicado en una página de Zamora, hace algunos años y titulado “Otros ojos, otra verdad”
Orgulloso, pues, don Sancho,
aquel soberbio muchacho,
por no recibir León
se ha sentido marginado
pues el segundón, Alfonso,
el viejo reino ha heredado.
Con él recibe la historia,
la tradición y el palacio,
donde moraran sus padres
y panteón han fundado
para enterrar a los reyes
y los infantes finados,
Sancho se marcha hacia Burgos
mas se va bien despechado;
en saliendo de León
así dice a sus soldados.
“Hoy abandono el alcázar
de mi padre, el rey Fernando,
y hacia la ruda Castilla
se encaminan nuestros pasos.
Primogénito he nacido,
y si hoy salgo desairado
algún día volveré,
aquí lo doy por jurado”
¡Ay Sancho qué poco vale
quien es de humildad tan parco
Dos años pasan, muere la reina Sancha (7 de noviembre de 1067) y la guerra estalla entre los hermanos mayores. Cae primero García, breve rey de Galicia que terminará sus días en la torre de Luna donde eran encerrados los grandes traidores al Reino. Posteriormente se dan una serie de batallas entre Sancho y Alfonso (de las que nos ocuparemos oportunamente), el primogénito se hace con la corona de León y solo le falta una ciudad para adueñarse de toda la herencia paterna.
Zamora es cercada y, a lo largo de 7 meses, Urraca, la hermana mayor, junto con Arias Gonzalo, mantiene la defensa de “la perla del reino”. Mas los víveres comienzan a escasear y se impone tomar otras decisiones puesto que los sitiadores no tienen intención de levantar el cerco ni hay nadie que pueda venir en ayuda de los sitiados.
En estas circunstancias, según nos narran las crónicas, aparece un personaje, de cuya existencia incluso algunos han llegado a dudar, llamado Bellido (o Vellido) Dolfos o VellitAdulfiz. Su decisión es arriesgada pues pretende una acción verdaderamente suicida: introducirse en el campamento castellano y, una vez allí, llevar a cabo cualquier iniciativa que pueda retrasar o cancelar el cerco.
Hábil en el hablar, según se refiere, consigue hacerse con la confianza de Sancho y, con el pretexto de enseñarle una puerta por la que podrían introducirse sus tropas, en la noche y sin demasiados problemas, terminará matando al rey. A continuación, y a todo galope, volverá a la ciudad sin que ni el mismo Cid, que le habría perseguido, pudiera darle alcance porque, disculpa un poco pueril, “no llevaba calzadas las espuelas”.
Demasiados interrogantes siguen existiendo, es cierto, en toda esta historia y lo que sabemos de cierto es que el rey Sancho II muere en el cerco de Zamora; con ello se levantó el cerco de la misma pasando el gobierno a manos, de nuevo, de Alfonso VI, el futuro conquistador de Toledo y padre de la primera reina coronada en Europa.
Cierto es que estos hechos han sido tratados en incontables romances que, con una visión parcial de los mismos, han conseguido colgar a Vellido la etiqueta de gran traidor, quizás el prototipo de los traidores, habiendo, sin embargo, en la historia de los pueblos, motivo para relegarle de este lugar de “privilegio”.
De cualquier modo, y dependiendo del punto del narrador, incluso la acción podría ser interpretada de muy diferentes maneras. Así nos lo presenta Francisco Álvarez Hidalgo, en este bello poema que nos aproxima, incluso, a algunos acontecimientos bíblicos:
- Joven viuda, de belleza
- tan sólo igual a su brío,
- salió Judit de Betulia
- cruzando al campo enemigo,
- y habló de entradas secretas
- con el general asirio.
- .
- De su belleza hizo un arma
- tan letal como un cuchillo,
- y su doblez no fue menos
- que la doblez de Bellido,
- pleitesía el zamorano,
- y la hebrea el erotismo,
- tanto la una como el otro
- diestros en hablar fingido.
- .
- Cada cual usó sus medios,
- que en el fondo eran los mismos,
- sin escrúpulos, sin dudas,
- tras idéntico destino.
- .
- Y hoy en Bellido hay traición,
- y en Judit hay heroísmo.
- .
- Así se escribe la historia.
- Qué distinto hubiera sido
- si el asedio de Betulia
- lo hubiera escrito un asirio,
- y un trovador leonés
- los romances de Bellido.
900 años después, sin embargo, la razón se ha impuesto, al menos del lado leonés y, tras denodados esfuerzos del juez de Zamora, Federico Acosta Noriega (nacido en Jaén, el 23 de septiembre de 1908 y fallecido en Salamanca el 10 de septiembre de 1985), se replanteó la figura de Vellido y el hecho concreto de la muerte de Sancho II en el cerco de Zamora. Su libro de poemas “Vellido Dolfos: ¿traidor o héroe?”, supuso un revulsivo e incluso un aldabonazo en las conciencias de los zamoranos y en los buenos leoneses.
Paralelamente, en 1970, D. Federico, cuya memoria debe ser reivindicada, escribió una obra de teatro sobre estos acontecimientos titulada “Proceso por traición”. Utilizando sus conocimientos sobre la ley y la justicia, en este “proceso”, concluye que Vellido, en modo alguno debe ser condenado como traidor.
Posteriormente su hija María del Carmen retomó el relevo de su padre y, durante mucho tiempo mantuvo una página poética en la que quien estuviera interesado podía publicar sus composiciones sobre la figura de Vellido. Así llegamos al año 2009 en el que, tras varios intentos infructuosos, el Ayuntamiento de Zamora decide, por unanimidad, cambiar el nombre del portillo que perpetuaba el nombre de algo que, incluso la ley, parecida contradecir. Así, el Portillo de la traición, sería llamado, para el futuro, Puerta de la lealtad. De ese modo, la memoria de Vellido se reivindicaba como lo que debía ser: la de un hombre que estuvo dispuesto a jugarse la vida por la defensa de su ciudad y de sus habitantes.
A día de hoy, incluso, la figura de Vellido ha sido reivindicada con sendas calles en Zamora, León y Moraleja del Vino; hasta se abrió, en su momento, una suscripción popular para erigirle una estatua en la ciudad de Zamora que aún no ha dado el resultado apetecido… pero, al menos por esta vez, la Justicia ha levantado, aunque levemente, la venda de sus ojos.
- Textos: Hermenegildo López
- Fotografías: Martínezld