El castillo de Tudela es una antigua fortaleza en ruinas situada en el lugar de La Focara, que pertenece a la parroquia asturiana de Santianes, en el concejo de Oviedo.
Se trata de una fortaleza levantada sobre las ruinas primitivas de un castro prerromano en el Picu Castiellu, mandado reformar por Alfonso III en el siglo IX y demolido por Juan I de León en el año 1383. Su nombre de Tudela se refiere a la tutela que ejercía como protector de la Corte de la monarquía asturiana. Dos localidades cercanas reciben hoy este topónimo. Tuvo un papel protagonista durante la Edad Media asturiana.
Lo conservado en la actualidad responde, desde el punto de vista constructivo, a los siglos XIII y XIV y se limita prácticamente a los restos del torreón y parte de la muralla, sin haberse hecho aún una intervención arqueológica rigurosa en el subsuelo. También se aprecian las líneas del doble foso que lo rodeaba.
Fue el escenario de varios episodios muy célebres: en él se hizo fuerte Gonzalo Peláez quebrando la tregua de dos años que Alfonso VII de León se vio forzado a concederle ante la guerra con los almorávides, e incumpliendo la exigencia de entregarle precisamente esta fortaleza; el rey tuvo entonces que emprender viaje a Asturias y poner sito al castillo para reducir al conde.
A comienzos del siglo XIV perteneció al obispo de Oviedo, que se había adueñado de la comarca entorpeciendo enormemente el tráfico comercial entre Oviedo y los asentamientos y regiones del sur de la capital. En 1316, Rodrigo Álvarez de las Asturias cercaría el castillo, con el apoyo del Concejo de Oviedo, consiguiendo finalmente neutralizar a los hombres del obispo.
Con ocasión del enfrentamiento entre Alfonso Enríquez y el bastardo Enrique II de Trastámara, el Castillo de Tudela se convertiría nuevamente en uno de los focos de la rebelión. Finalmente, en 1383, Juan I ordena su demolición, junto con la de otras fortificaciones asturianas
El castillo fue propiedad de Gonzalo Peláez junto con los de Gozón, Buanga, Proaza, Alba de Quirós, Luna y Aguilar. Tuvo una importancia estratégica al situarse a la entrada del Valle del Nalón, controlando los caminos que desde Oviedo y Langreo iban hacia León. En la Edad Media era visible desde la lejana vía de La Carisa, por lo que no se descarta su relación con este campamento romano.
Se conservan restos de los muros pertenecientes al cuerpo central, restos de un torreón, su doble foso y algunas garitas. Fue declarado monumento histórico-artístico el 22 de mayo de 1965, quedando bajo la protección de la Declaración genérica del Decreto de 22 de abril de 1949, y posteriormente bajo la Ley 16/1985 sobre Patrimonio Histórico Español.