El mirador, orientado hacia el Palacio Real, ofrece una vista única del centro de Madrid. El delegado de Urbanismo, Medio Ambiente y Movilidad, Borja Carabante, acompañado del subdirector general de Parques y Viveros, Antonio Morcillo, visitó ayer miércoles la Huerta de la Partida.
El delegado de Urbanismo, Medio Ambiente y Movilidad, Borja Carabante, ha visitado ayer miércoles la Huerta de la Partida, desde donde ha invitado a los vecinos y a los turistas que visitan Madrid a descubrir este singular enclave que atesora una rica historia y una belleza natural incomparable. Carabante ha subrayado la importancia de conectar con nuestro pasado y disfrutar de la tranquilidad y la serenidad que ofrece este espacio verde, así como de admirar las vistas panorámicas desde su mirador.
Ubicada entre el Puente del Rey y la avenida de Portugal, en la orilla derecha del río Manzanares, se extiende la Huerta de la Partida, un tesoro histórico y natural que cuenta la historia de la finca de la Familia de los Vargas. Esta familia fue propietaria de esta finca con huertas y una casa de campo, el Palacete de los Vargas, desde los últimos años de la Edad Media hasta 1562 que fue adquirida por Felipe II convirtiéndola en el núcleo principal de la Casa de Campo. En su huerta, cultivaban las hortalizas para abastecer tanto al palacete de la finca como al Palacio de los Vargas, en la plaza de la Paja.
Por su ubicación privilegiada, el mirador de la Huerta de la Partida ofrece una vista panorámica de la cornisa oeste de la villa de Madrid, coronada por el Palacio Real, la Catedral de la Almudena y la Plaza de España, entre otros edificios emblemáticos de la capital. Este lugar fue elegido por el pintor flamenco Anton Van Wingaerde para inmortalizar esta vista de Madrid por primera vez a finales del siglo XVI, una obra que sigue cautivando hoy día y que se conserva en la Biblioteca Albertina de Viena.
Un oasis verde gracias a la transformación urbana
Los 38.000 m2 de la Huerta de la Partida fueron transformados gracias a la intervención urbanística que acompañó el soterramiento de la M-30 y la creación del parque Madrid Río, convirtiéndose en un refugio verde con más de 800 árboles que despliegan su esplendor, especialmente en primavera, cuando el entorno se tiñe con los colores de estos ejemplares frutales. La huerta alberga numerosos árboles frutales: almendros, avellanos, ciruelos, granados, higueras, manzanos, moreras, nogales, olivos y perales. También es hogar de una gran variedad de aves, de pequeños mamíferos y de insectos polinizadores que son fundamentales para mantener su vitalidad y belleza.
La historia de la Huerta de la Partida también está entrelazada con el pasado natural de la ciudad madrileña. Serpenteando entre los frutales, los paseantes se encuentran con un cauce seco artificial, evocador de tiempos pasados cuando el arroyo Meaques fluía por este lugar en busca del río Manzanares en su camino hacia el Jarama.
La farmacia de la corte
Además de su carácter meramente agrícola hay que destacar su importancia como lugar de cultivo de plantas medicinales y terapéuticas. Ya en el siglo XVI, la Huerta de la Partida estuvo dedicada al cultivo de plantas medicinales por decisión de Felipe II, quien encargó a Gregorio de los Ríos, jardinero real, las primeras plantaciones de especies medicinales para abastecer la farmacia de la corte. En 1929, dos hectáreas y media de la huerta fueron cedidas por Alfonso XIII al Comité de Plantas Medicinales, dependiente del Ministerio de Agricultura de la época y creado el año anterior, siendo utilizado como un campo de experimentación.
Desde tierras agrícolas destinadas al abastecimiento de fruta, verdura y hierbas medicinales, hasta convertirse en un remanso de belleza natural y refugio urbano, la Huerta de la Partida encarna la evolución de Madrid a lo largo de los siglos, recordándonos la importancia de preservar y valorar nuestro patrimonio histórico y ambiental. /