La especie se está desplazando hacia Montes Aquilianos y Montes de León convirtiéndose en la tercera zona de expansión del oso en la península, pero la falta de medidas de control por parte de la Junta de Castilla y León pone en peligro el asentamiento definitivo de la especie en estas montañas. Durante todo este periodo de presencia osera, se han efectuado batidas de caza mayor en las manchas donde era sabido que había ejemplares, sin ninguna medida precautoria y ante la completa pasividad por parte de de la Junta de Castilla-León que ni limita ni controla las zonas donde se caza.
Ecologistas en Acción ha solicitado a la Consejería de Medio Ambiente de la Junta de Castilla y León la inclusión de la zona desde Montes Aquilianos a Sanabria como tercera área de expansión del oso pardo cantábrico, tras la publicación del censo nacional de oso pardo, donde la propia administración constata su presencia.
Este hecho no es una novedad. Desde 2008 se vienen produciendo desplazamientos de esta especie desde Alto Sil, hasta Montes Aquilianos y Montes de León, especialmente en otoño e invierno, para perderse su rastro tras la temporada de caza.
En 2020 se han concentrado al menos cinco ejemplares en los Montes Aquilianos y Maragatería, con una alta probabilidad de que hayan criado en la zona. Estas sierras se perfilan como la tercera zona de expansión natural del oso pardo cantábrico que se viene a sumar a los núcleos occidental y oriental. “El Oso puede tener aquí un importante trampolín de expansión hacia la zona zamorana y orensana, pero la falta de medidas de control por parte de la Junta de Castilla y León pone en peligro el asentamiento definitivo de la especie en estas montañas”, ha explicado Angela Capelo, portavoz de Ecologistas en Acción León.
Durante todo este periodo de presencia osera, se han efectuado batidas de caza mayor en las manchas donde era sabido que había ejemplares, sin ninguna medida precautoria y ante la completa pasividad por parte de de la Junta de Castilla-León que ni limita ni controla las zonas donde se caza. Tampoco se está informando de la presencia de estos plantígrados a las cuadrillas de cazadores, qué al desconocer la presencia de osos, pueden confundirlo fácilmente con un jabalí. Sabiendo además que, año tras año, varios ejemplares de oso son abatidos por cazadores en el territorio de Castilla y León, urge que la Consejería de Medio Ambiente apruebe un protocolo para cazadores en la zona.
Por otro lado, tampoco se está comunicando a los apicultores de la zona para que tomen medidas preventivas, cuando el histórico de daños es evidente y va en crescendo. Ante la mínima señal de presencia osera debería informarse a los propietarios de colmenares cercanos, e incluso facilitarles pastores eléctricos. Al no hacerlo se está favoreciendo el aumento de la conflictividad con la especie, teniendo la percepcióngran parte de los habitantes de la zona, del oso como un freno al desarrollo.
El 30 de noviembre de 2016 las Cortes de Castilla y León aprobaron una Proposición No de Ley (nº 880) instando a la Junta de Castilla y León a que tramitara y aprobara en esa legislatura un nuevo Plan de Recuperación de la especie, que data de 1990. Exigencia que también se recoge en la Estrategia Nacional de la Especie de 1999. A día de hoy, seguimos esperando respuesta.
Estas poblaciones de osos han evolucionado ligeramente bien gracias a otras comunidades autónomas, Asturias principalmente, que han aportado ejemplares y renovación genética a Castilla y León, limitándose la Junta a mantener poblaciones exiguas de osos en territorios protegidos y/o terrenos de titularidad cinegética pública; posicionándose siempre del lado de la caza y, evitando tomar decisiones que puedan perjudicar al lobby cinegético.
La publicación de los censos del oso no es más que una mera herramienta propagandística usada por la Junta de Castilla y León para auto alabarse y tapar así una gestión mediocre en las zonas de expansión osera, refugiándose en un Plan de Protección creado en 1990, que no se ha revisado ni se aplica de manera efectiva y que lleva 30 años sin actualizarse, situación que además perpetúa ayudas europeas para la Junta y para sus fundaciones propias o paralelas, por lo que conviene que nada cambie quedando claro el desinterés total de la Junta de Castilla y León en la mejora de las poblaciones de osos.