La cultura se puede interpretar y definir de diferentes formas. Pero también hay una forma muy simple de decirlo: Dresde. La profusión y suntuosidad de los extraordinarios bienes culturales es tan sobrecogedora que el visitante se queda simplemente sin palabras. Además, los habitantes de Dresde han logrado integrar todos estos tesoros en un maravilloso paisaje fluvial, de manera que del asombro se pasa rápidamente al puro entusiasmo.
Bien mirado, no se debería otorgar el atributo «de fama mundial» tan pródigamente. Pero en Dresde sí que es de lo más oportuno. No solo por los «tres grandes», el palacio Zwinger, la Semperoper y la iglesia Frauenkirche, sino también por el conjunto arquitectónico de la Terraza de Brühl, el Palacio Residencial, los castillos del Elba en la ladera de Loschwitz, el barrio residencial de villas de Blasewitz, la ciudad jardín de Hellerau y, obviamente, los doce museos de las Colecciones Estatales de Arte. Y no se olvide de la ubicación del centro de la ciudad a la orilla izquierda del río Elba, un punto angular de un plácido recodo fluvial.
La obra arquitectónica «famosa en el mundo entero» es el palacio Zwinger, que sigue siendo objeto de admiración como obra culminante del arte barroco. La iglesia Frauenkirche, reconstruida sobre sus ruinas, es seguramente la iglesia más relevante del protestantismo; y el teatro sajón de la Ópera Estatal, edificado en el estilo italiano del Renacimiento medio y bautizado como Semperoper por el nombre de su constructor, es sin duda uno de los teatros de música más bellos del mundo. Desde la zona de parque de la Terraza Brühl, el «balcón de Europa», se dispone de unas fantásticas vistas sobre el río Elba y el Neustadt, situado enfrente y rodeado de edificios representativos tales como la Academia de las Artes y el Albertinium, con la galería Neue Meister y una colección de esculturas, representando así otra obra culminante de la ciudad. También los grandiosos museos como la Bóveda Verde en el Palacio Residencial, la mayor cámara del tesoro del mundo, la «Cámara Turca», o la pinacoteca de los Antiguos Maestros con la Madonna Sixtina de Rafael enriquecen la agenda cultural de forma insuperable.
También como ciudad musical Dresde goza de fama internacional desde hace casi 700 años. No solo la ópera, la Orquesta Estatal, la Filarmónica y el coro de la Cruz despiertan entusiasmo con sus orquestas y compañías. Los festivales internacionales, las emocionantes producciones de teatro y de baile, y una serie de eventos espectaculares, como el Baile de la Ópera de Semper, tienen cabida en el programa durante todo el año. En Dresde la cultura también significa jazz: el Festival Internacional de Dixieland es el mayor festival de jazz con reminiscencias oldtime de Europa. Los momentos estelares tradicionales son el Riverboat Shuffle, el paseo del jazz a lo largo de la calle Prager Straße y el desfile Dixieland por el casco antiguo. Muchos eventos al aire libre, como las Noches de Cine a la orilla del Elba y los conciertos en los románticos jardines de los castillos del Elba, completan el calendario de festivales.
Las modernas obras maestras arquitectónicas demuestran que en Dresde no solo se cultiva lo tradicional. Muestras superlativas de ello son por ejemplo la Nueva Sinanoga o el Palacio de Cristal de corriente deconstructivista de Coop Himmelb(l)au, los famosos arquitectos austriacos.
Tampoco puede dejar de visitar la estación central, remodelada por el famoso arquitecto Sir Norman Foster, quien cubrió su histórica estructura de hierro con una membrana de teflón transparente, así como el Museo de Historia Militar. Este último ha sido ampliado y remodelado recientemente según el audaz diseño de Daniel Libeskind. Audaz fue también en su momento la construcción del «Milagro Azul»: el primer puente de Europa sin pilares, una obra de arte desde el punto de vista de la ingeniería y, simultáneamente, un fantástico mirador.
Y si su intención es visitar Dresde en diciembre, tendrá la ocasión de vivir otro gran acontecimiento cultural: el mercado navideño Striezelmarkt. En 1434 quedó constancia por primera vez de la celebración de este mercado navideño, el más antiguo de Alemania, y hasta el día de hoy sigue siendo una gran fiesta de luces, colores y olores. Disfrute del ambiente solemnemente conmovedor con un vino caliente o «Glühwein», los típicos dulces de Navidad, las castañas asadas y el Christstollen o pan dulce navideño, que aquí se conoce como «Striezel». Descubra otra especialidad de Dresde que solo se puede describir acertadamente con una palabra: de fama mundial.
Palacio Zwinger de Dresde con la Galería de Pinturas de los Maestros Antiguos
Esta obra maestra global es una de las construcciones más importantes del barroco tardío o rococó en Europa. La Puerta de la Corona (Kronentor) del casco dorado se ha convertido en uno de los emblemas de Dresde.
El Zwinger se utilizaba como lugar de celebración de festejos de la corte, sus edificios acogían ya por aquel entonces las colecciones de arte de los príncipes electores, la Biblioteca, la Galería de pinturas de los Antiguos Maestros, la Armería, la Colección de objetos de porcelana, el Museo de zoología y el Salón de matemáticas y física. Con sus espectaculares juegos de agua y su fantástico decorado, el patio invita a permanecer en él y, en el verano, se convierte en un escenario para actuaciones al aire libre.
Suntuoso edifcio y maravilla del sonido: la Ópera Semper
La Basílica de San Pedro del Protestantismo: la Iglesia de Nuestra Señora
Arte en la ciudad jardín: el Gran Teatro Hellerau
El cine más estrafalario: Palacio de “cristal“ UFA
Algo de historia
Dresde es la capital del estado federadode Sajonia, en Alemania. Limita al noroeste con el distrito de Meißen, al noreste con el de Bautzen y al sur con el de Sächsische Schweiz-Osterzgebirge. Dresde se encuentra justo en el centro de la conurbación homónima. Situada en el centro de Europa, constituye un nudo de transportes fundamental a la vez que un centro económico de gran importancia. Esta aglomeración, junto con la de Chemnitz-Zwickau y la de Leipzig-Halle, constituyen la llamada “región metropolitana del triángulo sajón”. La población total de Dresde supera los 525.000 habitantes y su correspondiente Regierungsbezirk o región administrativa, el millón y medio.
El Valle del Elba en Dresde fue Patrimonio de la Humanidad de la Unesco entre 2004 y 2009, pero perdió su sitio en dicha lista debido a la construcción de un puente a dos kilómetros del centro histórico. De este modo, se convirtió en el primer lugar en Europa y segundo en todo el mundo en perder esta condición.
En 2015, la ciudad fue laureada, junto con la sueca Vara con el Premio de Europa, una distinción otorgada anualmente por el Consejo de Europa, desde 1955, a aquellos municipios que hayan hecho notables esfuerzos para promover el ideal de la unidad europea.
En 1685 ardió completamente la antigua ciudad de Dresde y necesitó bastantes años para su total reconstrucción como «Nueva ciudad regia» (hoy Neustadt). Bajo el gobierno de Augusto el Fuerte, Dresde se labró su fama de ciudad cultural que todavía mantiene. Durante el siglo XVII, Dresde fue conquistada por Prusia en dos ocasiones (Guerra de Sucesión Austriaca (1745) y Guerra de los Siete Años(1756). Durante esta última contienda, los prusianos quemaron la ciudad. En 1760 Dresde fue asediada otra vez por Prusia, esta vez sin éxito, pero tuvo que soportar un bombardeo.
Schiller en 1785 escribió en esta ciudad la Oda a la Alegría, el poema que es actualmente el Himno de la Unión Europea.
A principios del año 1791 se firma en Dresde la Declaración de Pillnitz, que dio comienzo a las hostilidades entre Francia y Alemania, que durarían 150 años, ya que los monarcas alemanes se arrogaron el poder de destruir los resultados de la Revolución francesa. En la Guerra de liberación contra Napoleón, Dresde se involucró enormemente. El año 1813 tuvieron lugar en los alrededores de Dresde batallas decisivas en la revolución de Leipzig: en este caso Sajonia con Dresde a la cabeza luchó junto a los franceses, que protegieron la ciudad y la defendieron contra los posteriores ataques.
A lo largo del siglo XIX Dresde se convirtió en la capital de uno de los reinos más fuertes que había en el Reichformado en 1871.
Durante la Primera Guerra Mundial, Dresde permaneció incólume. Después de la Revolución de Noviembre de 1918 se convirtió en la capital del Estado libre de Sajonia.
La ciudad recibió un durísimo golpe al final de la Segunda Guerra Mundial. En febrero de 1945, apenas doce semanas antes de la capitulación de la Alemania nazi, Dresde fue objeto de una serie de bombardeos que desencadenaron una tormenta ígnea que redujo a escombros su centro histórico (véase Bombardeo de Dresde). El número de muertos se estimó en un principio en varios cientos de miles y varía enormemente en función de la fuente, pero la línea mayoritaria en la historiografía actual lo sitúa entre 22.700 y 35.000 muertos, decantándose los estudios más recientes por las cifras más bajas. El ataque aéreo de los aliados sobre Dresde sigue siendo uno de los episodios más polémicos y controvertidos de la Segunda Guerra Mundial